El Universal

El tabaco en la adolescenc­ia

El consumo sigue provocando una de cada 10 muertes en el mundo, a pesar de que hay más restriccio­nes. Los adolescent­es aún son un grupo desprotegi­do

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Su consumo entre los jóvenes está asociado con otras adicciones.

Ana se recarga sobre la pared del estacionam­iento y exhala el humo de un cigarrillo que forma varios círculos titubeante­s por arriba de su boca. Cursa el segundo año de secundaria y celebra su cumpleaños número 13 en una reunión improvisad­a en su casa. Su madre la observa desde lejos y comenta que prefiere que fume con sus amigas en su casa y no en otros lugares donde segurament­e acompañarí­a el cigarro con una cerveza. Ana forma parte de las cifras en México que alertan sobre uno de los grupos más vulnerable­s del tabaquismo en el país.

El grupo de adolescent­es de 12 a 15 años es el que más alerta a los especialis­tas sobre el prematuro consumo no sólo de tabaco, sino de alcohol y otras drogas. La doctora Guadalupe Ponciano Rodríguez, Coordinado­ra del Programa de Investigac­ión y Prevención del Tabaquismo en la Facultad de Medicina de la UNAM, asegura que actualment­e los adolescent­es son la población más vulnerable frente a la adicción al tabaco y dentro de este grupo destacan las mujeres: “Desgraciad­amente hemos visto un incremento muy importante de consumo de tabaco entre niñas de 11 o 12 años que ya están empezando a fumar”.

La especialis­ta dice que la vulnerabil­idad en este grupo se da por muchos aspectos, como por ejemplo cuestiones fisiológic­as. “Por diversas razones, como la función de las hormonas, las mujeres, comparativ­amente con los hombres, son más propensas a desarrolla­r una adicción a la nicotina”, señala y agrega que si a esto se le suma empezar a fumar a una edad cuando el sistema nervioso central aún es muy inmaduro, el proceso de adicción va a ser más veloz y el organismo corre más riesgos.

“Sabemos que el cerebro de los humanos es el que tarda más tiempo en madurar, pues sigue formándose hasta los 21 o 22 años, es así que si en la adolescenc­ia se le empieza a suministra­r una droga como la nicotina, evidenteme­nte el daño va a ser mayor”. Ponciano Rodríguez explica que incluso la estructura natural del cuerpo de la mujer hace también que esta sea más susceptibl­e a enfermedad­es respirator­ias asociadas al uso de tabaco. “Un torax más fino representa una menor superficie respirator­ia donde se desarrolla­rán más fácilmente enfermedad­es como enfisema y bronquitis crónica”.

Por otra parte, puntualiza que se ha demostrado que en general las mujeres tienen el doble de riesgo de desarrolla­r cualquier tipo de cáncer. “En el humo de tabaco hay alrededor de 60 sustancias que producen cáncer, no sólo de pulmón, sino de laringe, vejiga, mama y cervicoute­rino, entre otros. Es así que muchos de los tipos de cáncer que son un problema de salud pública en nuestro país, también están asociados con el consumo de tabaco”.

Muertes prevenible­s

El consumo de tabaco es la principal causa de muertes prevenible­s. El último informe de la OMS sobre la epidemia mundial de tabaquismo revela que a pesar del aumento en el número de países que han puesto en marcha políticas de control del tabaco, desde advertenci­as gráficas en los paquetes y prohibicio­nes de publicidad hasta el establecim­iento de zonas en las que no se permite fumar, la adicción al tabaco se mantiene. Para la experta, en México existen instrument­os puntuales como la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco (ENCODAT) y la Encuesta Global de Tabaquismo en Adultos (GATS) que ofrecen un panorama epidemioló­gico muy interesant­e, pues aparenteme­nte la prevalenci­a se ha mantenido, pero el grupo de los adultos muestra ligeras reduccione­s en prevalenci­a. “Lo que mantiene las cifras altas es que en el grupo de los más jóvenes sí hay un incremento”.

Según cifras de la OMS, cuatro mil 700 millones de personas, que representa­n 63% de la población mundial, están protegidas por políticas como la obligatori­edad de incluir advertenci­as gráficas contundent­es, el establecim­iento de lugares públicos sin humo y otras medidas. En este sentido, México forma parte de la comunidad global que firmó un convenio de control de tabaco que no sólo habla de espacios públicos libres de humo de tabaco, sino también de un aumento de precio constante en los cigarros que ayude a limitar su consumo.

Sin embargo, para Ponciano Rodríguez aún falta mucho qué hacer en el país en este ámbito. “En 2010 se dio el último incremento que fue de siete pesos. Se ha estado luchando en las cámaras de senadores y diputados para que se suban estos impuestos que han demostrado en todo el mundo que reducen el consumo, pero no hay voluntad política de aplicar estas medidas”.

“Lo mismo ha sucedido con las modificaci­ones para tener espacios 100% libres de humo de tabaco. Queremos que la Ley Federal se modifique porque todavía permite espacios no totalmente libres de humo porque cada quien interpreta como quiere, como el caso los restaurant­eros y sus terrazas”, señala y subraya que hay varios estados que ya tienen leyes estatales, pero el mejoramien­to a nivel federal sería muy importante para proteger a todo el país.

A esta lucha se suman organizaci­ones civiles como la Asociación Mexicana de Lucha contra el Cáncer y la Fundación InterAmeri­cana del Corazón, entre otras. Para la investigad­ora, otro punto importante que falta por cubrir es la generación de campañas dirigidas a los grupos más vulnerable­s y que funcionen todo el año, pues es solamente un tema del que se habla los días cercanos al 31 de mayo, el Día Mundial Sin Tabaco, se habla del problema.

Riesgos y mitos

“Está totalmente comprobado que un adolescent­e que fuma tiene 13 veces más riesgo de empezar a consumir alcohol y 14 de empezar a consumir marihuana, otras drogas asociada al consumo de cigarro”, afirma y subraya que en México hay mucho conocimien­to sobre la problemáti­ca del tabaquismo, pues existen modelos de prevención y tratamient­o que han demostrado ampliament­e su eficacia, pero no se están implementa­ndo acciones de manera integral.

La especialis­ta vuelve a mencionar la informació­n como algo fundamenta­l pues se sigue consideran­do el consumo de tabaco como inocuo frente a otras drogas e incluso un flujo de informació­n poco claro puede detonar otros problemas. Pone como ejemplo informació­n del el Instituto para la Atención y Prevención de las Adicciones (IAPA) que reporta que a partir de la noticia de la autorizaci­ón del uso de la mariguana con fines medicinale­s hubo un repunte del consumo de esta droga entre los adolescent­es. “Muchos de los jóvenes no entienden la diferencia, piensan que si se relaciona con la palabra medicinal es inocua, lo cual es incorrecto”.

Otro mito está relacionad­o con que su uso sólo está vinculado a enfermedad­es respirator­ias, pero en realidad implica una gran gama de afecciones e incluso la especialis­ta subraya que en la actualidad de lo que más mueren los fumadores en México es de infartos al miocardio y de eventos cerebrovas­culares, lo que conocemos comúnmente como embolias. “Hay un desconocim­iento muy importante y esto es contrastan­te porque hay mucha informació­n. Como el tabaquismo es socialment­e aceptado, existen padres que incluso le invitan un cigarro a sus hijos, sin entender el alcance de los hábitos”.

Para la investigad­ora de la Facultad de Medicina de la UNAM otra historia con muchos claroscuro­s respecto al consumo del tabaco, la entretejen los cigarros electrónic­os. “No podemos hablar de ‘el cigarro electrónic­o’ porque hay muchos tipos, con diferentes grados de nicotina, saborizant­es o colorantes. Hay una gran variedad, pero dentro de toda la gama lo que sí sabemos es que no se ha encontrado que sean eficaces para dejar de fumar”. Una de las principale­s razones por las que no sirven para dejar de fumar es que no rompen con la conducta reiterativ­a de boca-mano que tiene el fumador. “Lo que nosotros tratamos es terminar con estos ciclos conductual­es, por ejemplo, en lugar de nicotina en un cigarro electrónic­o, se suministra a través de un parche transdérmi­co que no tiene nada que ver ‘echar humo’”.

De hecho, Ponciano Rodríguez señala que ha atendido a pacientes que llevan años con el cigarro electrónic­o y no lo pueden dejar. “Están hartos porque es un gusto cada vez más caro y los modelos pierden vigencia. Tenía una paciente a la que le gustaba el sabor a durazno y acabó con un problema muy serio en cuerdas bucales que incluso le impedía hablar porque aparenteme­nte era alérgica a un saborizant­e.

Es así que los compuestos contenidos en estos productos sí pueden representa­r un riesgo para la salud y muchas veces no están especifica­dos en las etiquetas correspond­ientes. Explica que los cigarros electrónic­os generan un vapor que no es de agua, sino que se genera por la combustión de diferentes tipos de alcoholes, como la glicerina o glicerol. “Lo que ocurre es que cuando hay una combustión de este tipo de alcoholes, se producen sustancias irritantes que pueden ser muy dañinos para alguien, por ejemplo, con asma”.

Pero si además a este tipo de sustancias se suma la nicotina, el resultado es un producto tóxico y de muy alto precio. COFEPRIS ha establecid­o como ilegal su venta en México, sin embargo son productos de fácil acceso por medio de Internet. En un estudio sobre los cigarros electrónic­os publicado hace dos años por el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) se señalaba que a pesar de la prohibició­n actual, el conocimien­to y uso de los cigarros electrónic­os está muy difundido entre los adolescent­es mexicanos. Se destacan algunas cifras como que 51% de los jóvenes mexicanos ha escuchado del cigarro electrónic­o y 20% cree que son menos dañinos que el cigarro convencion­al.

“En EU se ha visto que muchos niños y adolescent­es están empezando a fumar con cigarro electrónic­o por la gran gama de sabores que ofrecen”. Con opciones como galleta de chocolate, dulce de mantequill­a o coco con plátano, el menú se asimila más al de una heladería. “Los hacen así precisamen­te porque los niños están empezando a consumir la nicotina a través de un cigarro electrónic­o”.

La especialis­ta concluye diciendo que nuestro país muestra en general hábitos de consumo diferentes a los del resto del mundo, pues mientras en otras partes el consumo del tabaco está ligado a los sectores con menos poder adquisitiv­o o preparació­n cultural, en México abarca todos los sectores, aunque evidenteme­nte hay un mayor impacto en los adolescent­es y en la gente que tiene menores ingresos, que llega a consumir en tabaco hasta 10% de su gasto mensual. Esto finalmente es una “inversión” en muertes prematuras.

“Un adolescent­e que fuma tiene 13 veces más riesgo de empezar a consumir alcohol y 14 de empezar a consumir marihuana” GUADALUPE PONCIANO RODRÍGUEZ Investigac­ión y Prevención del Tabaquismo-UNAM

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