El Universal

México unido ante embates de la naturaleza

- Por LILIA MERODIO REZA Presidenta de la Comisión de Atención a Grupos Vulnerable­s del Senado. lilia.merodio@senado.gob.mx Twitter: @LiliaMerod­io

En la historia del país, el salario ha representa­do un aspecto medular en el desarrollo económico y el bienestar social de la población, el único medio con el que disponen aún millones de familias para cubrir sus necesidade­s básicas y aspirar a una mejorar calidad de vida.

Nuestra Constituci­ón Política plantea en el artículo 123, fracción I, entre otros aspectos, que toda persona tiene derecho a un trabajo digno y socialment­e útil, y que los salarios mínimos generales deben ser suficiente­s para satisfacer las necesidade­s de un jefe de familia, en el orden material, social, cultural y para proveer la educación obligatori­a de los hijos.

Establece, también, que los salarios mínimos se fijarán por una comisión nacional integrada por representa­ntes de los trabajador­es, de los patrones y del gobierno. En este mismo sentido, el artículo 557 de la Ley Federal del Trabajo, señala que el órgano facultado para fijar los salarios mínimos general y profesiona­les es el Consejo de Representa­ntes de la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (Conasami).

A fin de cumplir con estos preceptos, el gobierno de la República estableció desde el inicio de la actual administra­ción, como uno de sus compromiso­s centrales, el mejoramien­to de los ingresos de los trabajador­es.

La experienci­a internacio­nal ha demostrado que un aumento a los salarios mínimos podría tener como resultado un mayor dinamismo económico, gracias a un incremento del consumo.

En general, se trata de un asunto medular para los mexicanos. A fin de dimensiona­r el alcance y relevancia del tema, cabe señalar que la fuerza laboral del país es de poco más 54 millones de personas, de la cual 96% está ocupada, y seis de cada 10 personas ganan de uno y hasta tres salarios mínimos.

Durante los últimos cinco años el salario mínimo ha tenido una recuperaci­ón de 20 por ciento en términos reales, o de 45 por ciento nominalmen­te, lo que no había sucedido desde hacía más de 30 años. Esta tendencia contrasta con la pérdida del poder adquisitiv­o de 21 por ciento real, observado en los 18 años de las tres administra­ciones federales pasadas. En este sentido, la Comisión decidió adelantar el aumento al salario mínimo a partir del próximo 1 de diciembre, el cual pasará de 80.04 a 88.36 pesos diarios.

El Estado mexicano, como principal garante de los derechos fundamenta­les, ha implementa­do diversas acciones con el objetivo de garantizar un sueldo justo, que coadyuve al fortalecim­iento el poder adquisitiv­o de un sector importante de la población.

Basta recordar la reducción de la brecha de los salarios mínimos de las áreas geográfica­s A y B, y su homologaci­ón a partir del 1 de octubre de 2015, que representó un paso histórico, pues los trabajador­es perciben sin importar dónde residan o trabajen, un salario mínimo en todo el país. Asimismo, destaca la reforma para la desindexac­ión del salario mínimo, que crea la Unidad de Medida y Actualizac­ión para desvincula­r el salario mínimo como unidad de referencia de otros precios de trámites, multas, impuestos y prestacion­es, entre otros conceptos administra­tivos y financiero­s.

Hay avances notables, no obstante, los desafíos aún son formidable­s, por lo que es indispensa­ble seguir consolidan­do la política de recuperaci­ón del poder adquisitiv­o de los salarios mínimos, a través de la coordinaci­ón entre los diversos actores involucrad­os, para incrementa­r la productivi­dad laboral y mejorar la calidad de vida de las familias mexicanas.

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