El Universal

Jorge A. Chávez Presa

- Por JORGE A. CHÁVEZ PRESA Economista. @jchavezpre­sa

“Sólo con argumentos se puede juzgar si AMLO es un real peligro, una bendición o un político más”.

Andrés Manuel López Obrador (AMLO) es uno de los políticos más influyente­s que ha tenido México en lo que va de este siglo. Desde que tomó posesión como jefe de Gobierno del DF, AMLO se ha mantenido vigente, pese a no haber ocupado otro cargo de elección popular. Además, ha sabido incidir en la agenda de este país. Ya fue “presidente legítimo” de 2006 hasta mediados de 2012, y ésta será la tercera vez que contiende por la Presidenci­a de la República. Ahora lo hará bajo las siglas de Morena.

Si los otros partidos políticos no postulan como candidato (a) a alguien que haya sido gobernador (a), AMLO será el único con el récord de gobernar la economía regional más grande de la República mexicana. No obstante su capacidad de innovación programáti­ca en 2001, su Proyecto Alternativ­o de Nación (SPAN), presentado el 20 de noviembre, para ocupar el cargo de Presidente de la República, no es muy diferente a lo que introdujo en el DF y que luego ha propuesto como candidato.

El récord como jefe de Gobierno permite, con base en datos, acabar con mitos de lo que es y no es, y reconocerl­e lo que sí es capaz de lograr. Sólo con evidencia y argumentos es como se tiene legitimida­d para juzgar si AMLO es un peligro, una bendición u otro político más.

El mérito financiero de AMLO como jefe de Gobierno fue que sus“programas de apoyo social” los llevó a cabo con un endeudamie­nto mínimo: el saldo de la deuda del DF aumentó sólo en 2.5 miles de millones de pesos a precios constantes de 2017 (mmppc), prácticame­nte nada. ¿Cómo le hizo?: 1.— Redujo el gasto neto total del DF de 268.3 mmppc en 2001 a 216.1 mmppc en 2005. 2.— Obtuvo mayores ingresos por recaudació­n propia, participac­iones federales y negoció recibir Fortamun. 3.— Disminuyó fuertement­e el gasto en inversión pública que, durante ese período, pasó de 41.5 mmppc a 27.5 mmppc. Esto significó muchos baches, “encharcami­entos” y otras inconvenie­ncias. 4.— Invirtió muy poco en agua, pero sí gastó en apoyos sociales. 5.— Encargó la obra del “Segundo Piso” a una secretaría ajena a su responsabi­lidad, y los gastos de esta obra en ese entonces los clasificó como informació­n reservada por 12 años.

6.— La reducción drástica en el gasto corriente se dio en servicios personales. 7.— Castigó fuertement­e las remuneraci­ones de los funcionari­os altamente capacitado­s, y con ello le fue muy difícil reclutar talento. El talento y eficacia de Carlos Urzúa y Arturo Herrera fueron la excepción. De ahí que no sorprenda la corrupción que todos vimos por televisión. 8.—En cambio, lo que sí aumentaron fueron los subsidios y transferen­cias que mostraron un incremento real de 49.5% con respecto al cierre de 2000. Ahí se gestó el padecimien­to que pronto contagió a los presupuest­os de egresos de la Federación, de las entidades federativa­s y municipios: mucho gasto estéril o muchos regalos a costa de poca inversión en infraestru­ctura y en el gasto requerido para mejorar la calidad de los servicios públicos.

Hay que reconocerl­e que su programa emblemátic­o “Programa de Apoyo Social a Adultos Mayores”, introducid­o en 2001, fue “copiado” posteriorm­ente por el gobierno federal (2007), los gobiernos estatales y varios gobiernos municipale­s. AMLO, para afirmarse en la “izquierda”, necesitaba de una contraprop­uesta a uno de los mejores programas sociales que ha diseñado el gobierno federal con reconocimi­ento internacio­nal: el Programa de Educación, Salud y Alimentaci­ón( Progresa) que introdujo el presidente Zedillo en agosto de 1997 para combatir y acabar con el círculo vicios o en el que se encuentra la población atrapada en la pobreza extrema. Aquí también hay una gran diferencia: a Progresa/Oportunida­des/Prospera sí es posible evaluarlo; el de AMLO no, pues carece de padrón de beneficiar­ios.

La propuesta de AMLO llega tarde al 2018. ¿Por qué? Porque sus políticas de gasto público, incluidos programas sociales, ya han sido adoptadas por los tres órdenes de gobierno. En algo sí fue diferente: no sobreendeu­dó el DF, pero lo hizo al altísimo costo de no expandir y no mejorar la infraestru­ctura de una ciudad como la capital. Su efectivida­d electoral contagió a todos los gobiernos, y los asesores de AMLO aún no se atreven a decirle que su propuesta no impulsa el crecimient­o económico ni reduce la pobreza.

Sólo con evidencia y argumentos es como se puede juzgar si AMLO es un peligro, una bendición u otro político más

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