Así nació nuestra Ciudad Universitaria
Luego de obtener su autonomía, en 1929, autoridades de la UNAM planearon un gran complejo estudiantil en el sur. Fue así cómo CU se inauguró hace 65 años
El miércoles 20 de noviembre de 1952 en la explanada de la Rectoría, el licenciado Jesús Novoa, presidente del patronato de la Universidad Nacional Autónoma de México celebró la inauguración de la nueva Ciudad Universitaria. La ceremonia fue presidida por el rector, Luis Garrido Díaz y Miguel Alemán, el primer presidente universitario. Con este acto y con el inicio de los cursos, dos años después, culminaron los esfuerzos de más de veinte años para que la máxima casa de estudios tuviera un campus a la altura de su prestigio.
En el libro Maravillas y curiosidades. Mundos inéditos de la Universidad Felipe Leal cuenta cómo, a finales de 1929, el año en que la Universidad Nacional consiguió su autonomía, los estudiantes de arquitectura, Mauricio de María y Campos y Marcial Gutiérrez Camarena, presentaron su tesis sobre la creación de un nuevo campus. Trabajo aprobado y apoyado por el rector Antonio Castro Leal, uno de los “Siete Sabios” de 1915.
En esos años, las escuelas de la UNAM estaban repartidas en varios edificios coloniales de las calles del Centro Histórico de la Ciudad de México, lo que fue conocido por muchos años como el “barrio universitario”.
Crisis económicas y adminitrativas que la Universidad vivió en la década de 1930 hicieron que la construcción del nuevo campus fuera aplazada.
En 1942, el rector Rodulfo Brito Foucher retomó la empresa. Nombró una comisión que investigara el estado de todas las escuelas. Al frente estuvo María y Campos, ya director de la Escuela Nacional de Arquitectura. Era inminente el abandono de las instalaciones, además de la razón principal: sobrepoblación estudiantil.
El primer paso para hacerlo fue la búsqueda de terrenos. El sitio ideal fue el Pedregal de San Ángel. En marzo de 1943, dice Leal, el rector Brito solicitó al presidente Manuel Ávila Camacho la expropiación. Pero, otra vez, el proyecto quedó parado por crisis internas de la Universidad.
La llegada a la rectoría de Salvador Zubirán, en 1946, fue definitiva para que la obra por fin tomara forma.
La doctora Gabriel Pulido, profesora de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, reconoce aquella labor de Zubirán. En entrevista con EL UNIVERSAL afirma que “si él no hubiera insistido y presionado tanto, todavía se hubiera prolongado lo que ya era inminente”. Además afirma que el alejamiento de la Ciudad Universitaria (C.U.) respondió a “plantear el crecimiento de la misma Universidad. Si se hacía esto se podía asegurar la unidad, la estructura, que estuviera reunido el mayor número de edificios de la UNAM”.
En diciembre fue lanzada la convocatoria para los anteproyectos arquitectónicos de los edificios. Los ganadores fueron estudiantes de la Escuela Nacional de Arquitectura (hoy Facultad). Los alumnos de quinto año Teodoro González de León, Armando Franco y Enrique Molinar presentaron un trabajo que tomó forma bajo la dirección de los destacados arquitectos Mario Pani y Enrique del Moral.
En 1948, una huelga estudiantil provocó que Salvador Zubirán presentara su renuncia. En su lugar quedó Luis Garrido y Jesús Novoa fue nombrado presidente del Patronato.
No sólo fueron arquitectos los llamados a esta proeza monumental. Era necesaria la participación de los grandes muralistas de México.
En Maravillas y curiosidades Itzel Rodríguez Mortellaro explica el sentido que tiene la distribución plástica y arquitectónica de la Ciudad Universitaria. “La explanada principal se diseñó tomando como modelo las amplias plazas abiertas de la arquitectura prehispánica. En el campus central o Plaza Mayor universitaria, la Torre de Rectoría es el centro que rige el complejo universitario, ordena los puntos focales y jerarquiza los espacios.
“El principal eje de referencia lo forma la secuencia Estadio, Rectoría, Biblioteca Central y Torre II de Humanidades, antes de Ciencias. Detrás de esta torre se abre una plaza menor que alberga los edificios de Medicina, Odontología y Ciencias Químicas. La determinación espacial refleja una escala simbólica de poder. La distribución de la obra de los artistas que trabajaron en Ciudad Universitaria respeta esta geopolítica”.
Julio Scherer, en La terca memoria, cuenta que “los cómplices de Alemán ‘los cuarenta ladrones de Alí Babá’ consideraron que el presidente merecía nada menos que una estatua en la explanada de C.U., frente a la torre de la Rectoría. Encomendaron el trabajo a Ignacio Asúnsolo, escultor de fama. El otro era Juan Olaguíbe, el de la Diana Cazadora”. En 1972 fue retirada la enorme estatua. Dice Sherer: “No una, muchas veces ha ganado la UNAM su autonomía”. Algo similar sucedió con la Avenida Universidad. Su nombre original era Licenciado Fernando Casas Alemán, en honor al regente de la capital. Pero los universitarios la rebautizaron.
Uno de los inconvenientes era el traslado. La profesora Pulido dice que en aquel momento también había crecido el transporte público. “Uno piensa que se construyó la Ciudad Universitaria y de inmediato todas las carreras comenzaron a desempeñar sus labores, cuando los cambios fueron paulatinos”. Las clases en la nueva sede comenzaron en 1954. Las primeras facultades que llegaron fueron Derecho, Medicina y Ciencias.
El día de la inauguración, hace 65 años, Jesús Novoa dijo en su discurso, que con ese acto comenzó un nuevo calendario de la cultura mexicana que tendría proyección universal. El título de Patrimonio Mundial que otorgó la UNESCO al campus central hace diez años le dio la razón.
Gran set de filmación. La primera vez que la Ciudad Universitaria apareció en una película fue en Padre Nuestro de 1953. Entre otras, ahí se han filmado Viva la juventud (1956); Pepito, as del volante (1957); El escorpión negro (1957), en el filme norteamericano un enorme alacrán se arrastra por el Estadio; Sube y baja (1958); Teresa (1960) y Paso a la juventud (1966). En éstas cintas participaron figuras como Cantinflas, Tin Tan, Maricruz Olivier, Adalberto Martínez “Resortes” y hasta el campeón olímpico en clavados Joaquín Capilla.