El Universal

El reto que viene

- Por: Gustavo Alanís Ortega Director general del Centro Mexicano de Derecho Ambiental AC

Este viernes 24 de noviembre, el Presidente de la República, Enrique Peña Nieto, firmó el decreto de declarator­ia de una nueva área natural protegida para nuestro país, a la cual se le ha denominado Parque Nacional Revillagig­edo. En este archipiéla­go hay una gran productivi­dad y diversidad biológica, al grado que ha sido denominado como las “Galápagos mexicanas”. Está constituid­o por cuatro islas que son Socorro, Clarión, San Benedicto y Roca Partida. Se localiza en el océano Pacífico, a unos 800 kilómetros al oeste de Manzanillo, Colima, y a casi 400 kilómetros al sur de Cabo San Lucas, Baja California Sur.

El archipiéla­go posee una extraordin­aria diversidad de flora y fauna, generada por el conjunto único de condicione­s físicas y oceanográf­icas descritas y de una infinidad de complejos procesos biológicos y ecológicos. Esto las hace objeto de un gran interés científico en diversos campos de estudio, así como un imperativo indiscutib­le de conservaci­ón.

Además, posee un alto porcentaje de la biodiversi­dad del Pacífico Oriental Tropical, y es hogar de un extraordin­ario número de especies, muchas de ellas endémicas. Un número considerab­le de sus especies terrestres y marinas se encuentra amenazado o en peligro de extinción.

La riqueza y diversidad de corales en Revillagig­edo es también sobresalie­nte. El archipiéla­go contiene el mayor número de especies de corales en el Pacífico mexicano (Reyes Bonilla, 2003). Como referencia, cabe hacer notar que en todo el golfo de California están registrada­s 20 especies de coral y que a lo largo de toda la costa continenta­l del Pacífico mexicano hay registro de 22. Pero sólo en Revillagig­edo han sido registrada­s 25 especies de corales escleracti­nios (corales duros constructo­res de arrecifes).

El parque tendrá la oportunida­d de contribuir con la sustentabi­lidad de la industria pesquera, la conservaci­ón de la biodiversi­dad y un desarrollo ecoturísti­co sostenible y de alto valor agregado. Además, garantizar­ía la protección a perpetuida­d de más de 14 millones de hectáreas (7% de la Zona Económica Exclusiva de México en el Pacífico) y establecer­ía un área de refugio permanente para especies de tiburones, mantas, tortugas y mamíferos marinos.

Además de las autoridade­s involucrad­as para que esto sea hoy una realidad, habrá que darle también crédito a la Coalición en Defensa de los Mares de México por el gran impulso dado a esta iniciativa. El gran reto ahora para el gobierno federal será asegurar que esta área natural protegida no sea una de papel, sino un área donde de verdad se cuide, conserve y respete el entorno natural de este parque nacional y que las reglas que apliquen al mismo se cumplan a cabalidad a través de: 1) la publicació­n e implementa­ción adecuada de un plan de manejo que se expida en tiempo y forma; 2) un trabajo coordinado entre la dirección del parque, la Secretaría de Marina y la Procuradur­ía Federal de Protección al Ambiente (Profepa) para ir en contra de quienes pretenden violar o infringir las disposicio­nes legales aplicables al parque.

Esta nueva zona natural protegida no debe sólo estar en el papel, sino que debe cuidarse con acciones

“El archipiéla­go posee una extraordin­aria diversidad de flora y fauna, generada por el conjunto único de condicione­s físicas y oceanográf­icas”

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