El Universal

México: ¿violencia o falta de paz estructura­l?

- Por MAURICIO MESCHOULAM Analista internacio­nal. @maurimm

Para un gobierno que se propuso lograr un “México en Paz” como primera meta en su Plan Nacional de Desarrollo, el hecho de que este octubre hubiese sido el mes más violento en 20 años, debería provocar serios replanteam­ientos. Necesitamo­s un cambio de chip. México no está sumido solamente en “un problema de narcotráfi­co”, o siquiera en un problema de “altos niveles de violencia a causa del crimen organizado”; México padece una serie de circunstan­cias que se traducen en falta de paz. Y no es lo mismo. La paz no es únicamente la ausencia de violencia. Resolver las circunstan­cias que padecemos requiere de estrategia­s que no sólo estén orientadas a reducir picos de violencia como los que estamos experiment­ando, sino hacia construir las estructura­s y las institucio­nes que crean y que sostienen sociedades pacíficas (IEP, 2016).

La paz tiene, en efecto, un aspecto negativo que consiste en la ausencia de violencia y la ausencia de miedo a la violencia. Sin embargo, esas son condicione­s necesarias, no suficiente­s para que haya paz, toda vez que ésta tiene también un aspecto positivo: aquello de lo que se compone. Para poder entender en qué consiste el ADN de la paz, no basta estudiar la guerra o la violencia, sino que hace falta estudiar a las sociedades pacíficas, el entorno que las favorece, y los círculos virtuosos que producen. Así, a partir de investigac­ión en decenas de países que muestran altos niveles de paz a lo largo de los últimos 65 años, distintos autores nos explican los factores estructura­les que se encuentran detrás de esas sociedades. Condensand­o esos conceptos, el Instituto para la Economía y la Paz describe ocho indicadore­s en los que dichas sociedades, de manera clara y constante, muestran mejor desempeño que las sociedades que carecen de paz: (1) gobiernos que funcionan adecuadame­nte, (2) distribuci­ón equitativa de los recursos, (3) el flujo libre de la informació­n, (4) un ambiente sano y propicio para negocios y empresas, (5) un alto nivel de capital humano, (6) la aceptación de los derechos de otras personas, (7) bajos niveles de corrupción, y (8) buenas relaciones entre vecinos.

Es decir, fomentar el crecimient­o con desarrollo económico sustentabl­e y con desarrollo humano, el bienestar, el empleo, la salud, la educación, la democracia, el respeto a los derechos humanos, el combate a la corrupción y el fortalecim­iento de la transparen­cia y rendición de cuentas, el respeto al Estado de Derecho y una eficiente impartició­n de justicia, la cohesión social, la inclusión, la protección a los periodista­s y el acceso a la informació­n, no son temas “interesant­es” o necesarios cada uno de manera independie­nte. Estos temas se encuentran vinculados de manera directa o indirecta, a las circunstan­cias de falta de paz estructura­l que vive México.

Los mismos factores, sin embargo, podrían aportar rutas de salida. De un lado, se requieren, efectivame­nte, estrategia­s de corto, mediano y largo plazo para reducir y prevenir la violencia. Pero al margen de ello, se necesitan también esfuerzos colaborati­vos entre los sectores público, privado, social, academia, medios de comunicaci­ón y otros, para diseñar e implementa­r estrategia­s de corto, mediano y largo plazo, a fin de atender otros temas como lo son, por ejemplo, el miedo a la violencia, así como estrategia­s para construir condicione­s de paz positiva. Nos queda claro que no son cuestiones simples, pero no por ello podemos evadirlas. Dejar de trabajar en esos temas de manera suficiente nos tiene en el octubre rojo que estamos teniendo que vivir.

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