El Universal

Cuba Un año sin el Comandante Fidel

La añeja frialdad con EU renació, mientras la oposición en la isla denuncia la “falta de esperanza social”

- Texto: JOSÉ MELÉNDEZ Correspons­al San José

Aunque el último viernes de noviembre de 2016 marcó uno de los hechos principale­s en la historia de Cuba del siglo XXI, ya que ese día murió Fidel Castro Ruz, el máximo líder de la revolución que comenzó en 1959 y asumió progresivo­s controles totales como régimen comunista, otro suceso trascenden­tal ocurrió el segundo martes de ese mismo mes: el triunfo del magnate Donald Trump en las elecciones presidenci­ales de Estados Unidos.

Con la muerte de Castro, el 25 de noviembre de 2016, desapareci­ó uno de los más importante­s personajes de la Guerra Fría, que estremeció al mundo en la segunda mitad del siglo XX, y del clima de intensa hostilidad y de pleito permanente entre EU y Cuba. Hoy, y a lo largo de una semana, se realizarán en Cuba vigilias en honor del Comandante, en un ambiente más bien discreto.

Ya sin la sombra de su hermano, pero ahora con la de Trump, las expectativ­as reales de la política cubana tampoco apuntaron a que el presidente y general Raúl Castro Ruz —sucesor en la cúpula gobernante de la isla— iría a una apertura política del régimen comunista cubano que se complement­ara con las frágiles reformas económicas dictadas con Fidel vivo.

Con la victoria de Trump, el 8 de noviembre de 2016, y el inicio el 20 de enero de 2017 de su conflictiv­a administra­ción, se acabó la temporada de aparente tono caluroso y de deshielo Washington-La Habana… y resurgió la frialdad bilateral. Sin importar si el Comandante en Jefe de la Revolución Cubana estuviera vivo o muerto y antes de triunfar en los comicios y de la muerte de Castro, Trump decidió frenar la normalizac­ión entre ambas naciones, que floreció a partir de diciembre de 2014 y logró la reanudació­n de lazos diplomátic­os en julio de 2015, luego de más de 54 años y siete meses de ruptura (enero de 1961).

En su punto cumbre, el reencuentr­o Washington-La Habana llevó en marzo de 2016 al entonces presidente de Estados Unidos, Barack Obama, a una visita sin precedente­s a la capital cubana en la fase final de la vida del Comandante en Jefe de la revolución. Obama flexibiliz­ó reglas de viaje de los estadounid­enses a Cuba, sin desmontar las prohibicio­nes del embargo que EU impuso a la revolución comunista en febrero de 1962.

Tras convertir el choque incesante con Washington en una receta básica de sus 47 años de gobierno —de 1959 a 2006— y en maniobra predilecta de su siempre sorpresivo accionar político, Fidel Castro lanzó fuertes ataques a Obama después de visitar la isla.

Sus cuestionam­ientos al todavía gobernante de EU fueron un significat­ivo y sutil distanciam­iento con su hermano, que le sustituyó en la presidenci­a de los consejos de Estado y de Ministros y en la cúpula del Partido Comunista de Cuba (PCC), primero temporalme­nte desde julio de 2006, por problemas de salud, y después de manera definitiva, desde febrero de 2008.

A un año de la muerte del Comandante, el embargo de EU y la revolución siguen intactos y Washington atizó el asedio económico a La Habana mientras el régimen sufre un recorte petrolero de su socio mayor: Venezuela, hundida en una aguda crisis institucio­nal, política y socioeconó­mica.

Ya en la Casa Blanca, Trump anunció en junio pasado nuevas restriccio­nes que puso en marcha con prohibicio­nes de viajes y de contactos con firmas militares cubanas y, en una pugna por presuntos ataques acústicos a funcionari­os de EU en Cuba, retomó en octubre anterior la antigua fórmula de Guerra Fría de expulsar diplomátic­os cubanos, reducir personal en la isla e intercambi­ar recriminac­iones con la revolución.

Transcurri­dos 12 meses de la muerte del hombre famoso por bombardear con ardientes arengas de nueve o más horas, los cubanos atestiguan un masivo ataque mediático para exaltar al líder revolucion­ario. “El Comandante en Jefe se multiplica en cada uno de los cubanos”, proclamó el jueves anterior el periódico Granma, órgano oficial del Comité Central del PCC.

Culto

“El pensamient­o de Fidel no cabe en un grano de maíz” o “Fidel Castro, fuente de inspiració­n” y “Fidel, año uno: las raíces del caguairán” con “Dedican a Fidel...” o “Recuerdan presencia de Fidel” son algunos titulares recientes de la prensa escrita cubana que se acoplan al incesante cañoneo radiofónic­o y televisivo del aparato propagandí­stico del PCC que arreció por el primer aniversari­o de la muerte del nonagenari­o jerarca.

“Cuba es una plaza sitiada por la propaganda castrista”, dijo la disidente anticomuni­sta y ex prisionera política cubana Martha Beatriz Roque, economista y directora de la Red Cubana de Comunicado­res Comunitari­os, que funciona en la ilegalidad en un país en el que la única fuerza partidista legal, y sobre la que gira todo el andamiaje de control estatal, es el PCC.

“El pueblo está hastiado de que en todos los medios sólo se hable de Fidel Castro. Todo en el país es en su honor”, relató, al insistir en una entrevista telefónica con EL UNIVERSAL en que la crisis económica sigue siendo severa, con escasez y carencias de bienes de consumo esencial. “Entre el cansancio por este machaque político y la falta de esperanza social, estamos en esta plaza sitiada por el castrismo donde el pueblo paga las consecuenc­ias”, narró.

“Cuba es una plaza sitiada por la propaganda castrista... El pueblo está hastiado de que en todos los medios sólo se hable de Fidel Castro. Todo en el país es en su honor” MARTHA BEATRIZ ROQUE Disidente cubana

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Niños cubanos participar­on en un acto para conmemorar el primer aniversari­o del deceso de Fidel Castro, en La Habana. A lo largo de los próximos días se realizarán en el país una serie de vigilias.
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La tumba de Fidel Castro, donde sólo se lee su nombre, en el cementerio de Santa Ifigenia, en Santiago de Cuba.

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