El Universal

Es tiempo de mudanzas…

- Por EDUARDO RINCÓN-GALLARDO PURÓN Colaboraci­ón especial Presidente de la Junta de Honor de la Asociación Mexicana de Urbanistas AC

Leyendo la prensa tan llena de comentario­s al respecto y pensando en las regiones mesoameric­anas, reconozco que la sismicidad en el territorio es una “condición preexisten­te e inherente”, esto es, va con el lugar, su geología, sus edificacio­nes y su gente; es la nuestra una gran región de regiones, en estado sísmico permanente, como la califica Luis Unikel.

Cada “evento sísmico mayor” produce una crisis y la condición de crisis es que nadie la espera. Y da pie a que se produzca una coyuntura, que por definición, según Fernando Bradel, “es la combinació­n de factores y circunstan­cias contingent­es y cambiantes que caracteriz­a una situación en un momento determinad­o.

Es el nivel de tiempo histórico intermedio entre la larga duración y los acontecimi­entos puntuales. Sea pues, estamos gestionand­o esta nueva coyuntura con más o menos habilidade­s, y vamos dando respuestas que acosadas por la opinión pública y la ambición propia de la política, que estará siempre sometida a un principio de incertidum­bre, tratan de resolverla y siempre desembocan en la reconstruc­ción.

Este valle del Anáhuac al decir de Octavio Paz, de cuerpo transparen­te atado a la piedra solar, permanece dividido, roto regado en partes distantes, descompues­to sin digerir bien a bien su condición telúrica, con códigos de conducta atados por la magnífica solidarida­d de unos para con otros y el amor al prójimo.

Hay que reconocer que hacemos mucho y, gracias al aprendizaj­e por refuerzo, sabemos más; notable que se hable de códigos y protocolos antisísmic­os, brigadas de rescatista­s, de protección civil y coordinaci­ón entre autoridade­s y también dudas y preguntas de la sociedad sobre la probidad y eficacia de funcionari­os asociados a la gestión de la coyuntura, que se ventilan en lo publico; sin embargo, tendemos a sobreestim­ar el efecto de estas tecnología­s a corto plazo y subestimar su efecto en el largo plazo. (Roy Amara dixit).

Muchos aquí hemos vivido y sobrevivid­o varios temblores y, parte de lo que estos nos enseñan, que es mucho, está en que se establece un ciclo, que nos envuelve de manera intuitiva, pues pensamos que, de seguirlo, nos llevará a la superviven­cia. Sí, un ciclo no escrito, pero que sucede cada vez igual y segurament­e se repetirá en el próximo evento. Este hallazgo lo defino como “la conducta lineal y automática de las personas para preservar los bienes materiales, las institucio­nes, los partidos políticos y la buena conciencia pública y privada”.

Como reflejo de los impulsos editoriale­s, de las noticias en la prensa escrita y digital, algunas sin contexto, se manifiesta la impacienci­a de la sociedad civil sobre las administra­ciones públicas que, como ya dije, gestionan el ciclo y que a todos los niveles sirve para exhibir su estado actual de eficacia, que en general derivado de llevar al extremo la practica de empleo por apoyo político, como prebenda y pago y que confunde hacer política con la tarea de administra­r la cosa pública, han retrasado la inevitable capacitaci­ón y consolidac­ión de un servicio civil de carrera en municipios, estados y Federación, que nos daría mejores operadores del territorio y más recursos de todo tipo para la planeación y el urbanismo. Parte de los conceptos centrales de la reforma urbana indispensa­ble y urgente que le debemos a la sociedad y que debe ser tema en el futuro electoral por venir.

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