• Lorena Cruz Sánchez. Libres de violencia.
Desde la administración pública federal, en los últimos años, nos empeñamos en garantizar el derecho de todas las mexicanas a vivir libres de violencia, como una garantía para acceder a una realidad cotidiana para todas. Tenemos el firme compromiso de trabajar por ello con todos los sectores, privado y público, en el diseño e instrumentación de estrategias que nos permitan erradicar la violencia de género.
Sabemos que la violencia contra las mujeres es un problema estructural e histórico. Es urgente una nueva conciencia colectiva, donde la sociedad debe involucrarse activamente para erradicar este flagelo que afecta a seis de cada 10 mexicanas, y que está ligado a la desigualdad y a la discriminación.
En el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) estamos convencidas de que la violencia se ha convertido en un peligroso modo de relacionarnos. Trabajamos sistemáticamente por revertir las causas de ese escenario, con todos los sectores. Promovemos desde este instituto, responsable de la política nacional de género, compromisos con los gobiernos de los estados y los municipios, para accionar eficazmente en la prevención, atención y erradicación de la violencia, lo cual significa construir nuevos valores y conductas que promuevan los derechos humanos desde una perspectiva incluyente y democrática.
Hemos suscrito acuerdos con instituciones educativas para acercar a las y los jóvenes a una nueva visión de lo que significan los derechos humanos, sin escatimar el contexto y las realidades que viven.
De ahí que hoy nos alertan y comprometen los hechos sucedidos el 11 de noviembre pasado y difundidos por un taxista de Puebla, quien a través de las redes sociales divulgó cómo una joven de 20 años subió a su taxi e inmediatamente se quedó dormida, lo que hizo suponer de inmediato que se encontraba en estado de ebriedad e indefensión. Nos la mostró en condición de vulnerabilidad y expuesta, cosa que no ocurriría si hubiéremos logrado un cambio de visión y respeto a los derechos humanos de las mujeres.
Su condición temporal no puede justificar ser exhibida, como hemos visto, lo que generó una respuesta en las redes sociales, condenando a la joven, sin que hasta ahora tengamos claridad de las circunstancias. Y por otro, se alabó la conducta del taxista, quien ha explicado que lo hizo para alertar a las jóvenes.
Los estudios y las estadísticas prueban que los agresores provienen de todos los estratos sociales, de todas las edades y condiciones económicas. Que las mujeres son agredidas en todos los espacios donde viven y se desarrollan. No importa ni su edad, ni su condición, ni su origen social. Hemos emprendido una campaña dirigida a las y los jóvenes en busca de generar respeto a su vida, a su cuerpo y a su desarrollo personal. En Inmujeres trabajamos por el empoderamiento de niñas y mujeres en todo el país, que las hagan capaces de tomar en sus manos su vida y sean capaces de tomar sus decisiones, capaces de identificar dónde hay peligro.
Mientras no sepamos claramente cómo llegó esa joven a ese taxi; mientras no haya claridad sobre las circunstancias, no podemos condenarla. En cambio, llamamos la atención sobre el uso que se hizo de su imagen, sin estar consciente, lo que afecta sus derechos.
Lo divulgado en las redes, y diversos medios, revela, además, cómo concebimos, todavía lo “correcto” de una conducta, si se trata de un hombre o una mujer.
En ello trabajamos sistemáticamente para promover lo que significa la igualdad real. Desde Inmujeres impulsamos propuestas para los tres niveles de gobierno a fin de cambiar la percepción de lo que somos los hombres y las mujeres. Lo hacemos con los medios de comunicación y con el sistema educativo nacional. Buscamos el cambio democrático, incluyente y humano.
Con acciones como el Proigualdad, tendiente a generar responsabilidades institucionales y desde la sociedad, desarrollamos un amplio programa de sensibilización y reflexión, con instrumentos científicos para generar una nueva cultura, lo que, sin embargo, no tendrá éxito sin el compromiso de toda la sociedad.
Hemos elevado a nivel ministerial esta tarea. Sabemos que cambiar la cultura de la desigualdad, es todavía un gran reto. Claramente demandamos a las empresas de transporte que garanticen nuestro derecho a una movilidad sin violencia y sin riesgos.