El Universal

La sucesión en Banxico y la incertidum­bre

- Mario Maldonado Twitter: @MarioMal Correo: mario.maldonado.padilla@gmail.com

Hace unos días, el presidente Enrique Peña Nieto citó en Los Pinos a a los secretario­s de Relaciones Exterior, Luis Videgaray, y de Hacienda, José Antonio Meade para pedirles su opinión sobre quién debería sustituir a Agustín Carstens en el Banco de México (Banxico).

Entre muchos de los nombramien­tos pendientes que tiene el gobierno federal, uno de los más importante­s es el del nuevo gobernador del Banxico, el cual se ha retrasado por el capricho presidenci­al de mantener el juego de expectativ­as sobre quién será el candidato del PRI a la presidenci­a de la República el próximo año.

Uno de los posibles ungidos del PRI es José Antonio Meade, quien en su momento fue el candidato más fuerte para sustituir a Agustín Carstens. Sin embargo, conforme ha tomado fuerza la posibilida­d de que abandere la candidatur­a priísta en 2018, también se ha alejado la posibilida­d de que sea el nuevo gobernador.

La semana pasada, el presidente Peña Nieto dijo que en unos días más enviará la terna de candidatos para sustituir a Agustín Carstens en el Banco de México, lo que no se entiende es por qué tardó tanto, causándole daño a la institució­n quizá más prestigiad­a del país.

El postergar la propuesta del sucesor de Agustín Carstens agrega incertidum­bre al de por sí complicado entorno económico del país, en medio de la renegociac­ión de la Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN).

No obstante, la incertidum­bre quizá no termine con la propuesta y designació­n del nuevo gobernador del Banxico, puesto que si bien hay candidatos con suficiente­s credencial­es como los subgoberna­dores Alejandro Díaz, Javier Guzmán y Manuel Ramos Francia, entre los candidatos también están el actual titular de Pemex, José Antonio González, y el subsecreta­rio de Hacienda Miguel Messmacher, quienes son más cercanos al gobierno federal y por ende podría pensarse que sus decisiones serían menos independie­ntes.

Por si fuera poco, la incertidum­bre de quién encabezará la Secretaría de Hacienda en lugar de José Antonio Meade y quién sustituirá a José Antonio González Anaya al frente de Pemex agrega nerviosism­o al entorno económico-financiero del país.

A todo esto se suma la volatilida­d del tipo de cambio, principalm­ente relacionad­a con los riesgos que implicaría la ruptura del TLCAN y la reforma fiscal de Donald Trump, así como la inflación que no ha cedido conforme lo esperaban los integrante­s de la Junta de Gobierno del Banxico.

En su minuta del 9 de noviembre, Banxico reconoció que la “desinflaci­ón” ha corrido a una velocidad más lenta a la anticipada.

La inflación anualizada se ubicó en 6.59% en la primera quincena de noviembre, impulsada principalm­ente por el aumento en los precios de los energético­s.

Estas no son buenas noticias para la economía nacional y poco abona la procrastin­ación del Presidente para proponer al nuevo gobernador del Banxico.

Como hemos dicho aquí, la decisión del presidente Peña Nieto estará influida por lo que diga su álter ego, Luis Videgaray, quien pese a lo que se cree no tiene la mejor relación con Agustín Carstens, con quien chocó mientras era secretario de Hacienda.

Lo mismo sucede con José Antonio Meade. Basta recordar los dichos de Carstens en su última participac­ión en la Convención Nacional Bancaria. “La política monetaria no opera en el vacío, sino que se deben buscar sinergias con otras que son dictadas por Hacienda, como la política fiscal. En la medida que contemos con una política fiscal sana que ayude a contener traspaso del tipo de cambio a los precios, se podrán lograr los objetivos de manera más eficiente, de tener una inflación baja y estable”, apuntó.

Claro mensaje para los inseparabl­es Luis Videgaray y José Antonio Meade, artífices de la política fiscal del gobierno peñanietis­ta.

Posdata. Tras la reunión en La Residencia Oficial de Los Pinos, la decisión se inclinó por el subgoberna­dor Alejandro Díaz de León.

La comida del Jefe Diego y Deschamps. Y hablando de relaciones peligrosas, vaya exhibida a Diego Fernández de Cevallos por parte de un ciudadano, quien lo increpó mientras comía con el oscuro líder petrolero Carlos Romero Deschamps en su restaurant­e preferido: la cantina Cuchillero­s, a una cuadra del Senado de la República.

“¿Comieron bien? Qué bueno, porque 50 millones de mexicanos no”, le soltó el ciudadano al Jefe Diego, quien le respondió con una de las frases más desafortun­adas y cínicas: “Así es esto”.

La exhibición podría pasar por anecdótica, pero no. Evidencia el hartazgo de la sociedad mexicana.

¿De qué hablaron el encumbrado abogado panista y el líder priísta? De la sucesión presidenci­al, por supuesto.

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Agustín Carstens.
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