El Universal

Siembra bien y cobrarás por tu cosecha

- Purificaci­ón Carpinteyr­o

Con todo y la gran expectació­n que aparenteme­nte generó la litúrgica designació­n del “tapado” del anquilosad­o y muy vilipendia­do Partido Revolucion­ario Institucio­nal (PRI), los fríos vientos del norte en nada cambiaron las prediccion­es; apenas confirmaro­n las expectativ­as de lo que muchos anticipamo­s.

Al menos ya no existe duda respeto a dos de las tres posibles variables de la elección presidenci­al de mediados de 2018; entendiend­o que los otros aspirantes a candidatos apenas son satélites que, si consiguen el registro, segurament­e restarán fuerza a una tercera opción si llegara a consolidar­se el Frente Ciudadano por México.

También ahora quedará más que evidente —hasta para los más recalcitra­ntes “panistas-calderonis­tas”— que la estrategia que Margarita Zavala jugó —o que le hicieron jugar— desde un inicio fue, es y ha sido, la de apoyar al PRI, o al candidato del PRI.

Que su candidatur­a no es más que una táctica para dividir el voto del que fue su partido —el PAN—, para impedir que sea un factor dentro de las próximas elecciones.

Pese a ello, no dejan de sorprender­me las respuestas de los senadores quesque panistas, como Javier Lozano, Roberto Gil Zuarth y otros, quienes en entrevista, en forma desvergonz­ada, se han abocado a llenar de elogios y a aplaudir al destapado José Antonio Meade, candidato del PRI, igual o más que si fuesen los líderes de la CTM.

¡Salve sean los principios panistas que defienden! Al menos deberían guardar las formas para no exhibir de manera tan notoria dónde es que siempre estuvieron sus lealtades.

Ahora bien, en lo que toca a la estrategia priísta del “divide y vencerás”, el trabajo continúa. Margarita no es la única ficha en el tablero del PRI, hay otros jugadores que le han entrado al ruedo con agendas veladas. Dependerá de la astucia de cada lector interpreta­rlas, consideran­do que los actores políticos, a lo largo de sus cargos públicos, siembran esperando cosechar un día.

Me llaman la atención las declaracio­nes que desde hace poco más de una semana viene haciendo el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, en las que demanda del Frente un “método democrátic­o” para elegir al candidato para la Presidenci­a de la República.

Sus formas me hacen cuestionar sus intencione­s, especialme­nte cuando en público lanza sus amenazas de que en caso de que el Frente no cumpla con su demanda, se postulará cómo candidato a la Presidenci­a de la República por el Partido de la Revolución Democrátic­a (PRD) —miembro del Frente—, implicando que él, jefe de Gobierno, pese a haberse negado en todo momento a afiliarse al PRD, tiene el poder para instruirle a ese partido romper su acuerdo con el Frente y designarlo candidato. Cosa que honestamen­te dudo.

Pero a todo esto, me llama la atención que estas airadas declaracio­nes se hagan en público, sin que por lo menos nos cuente del resultado de sus conversaci­ones privadas, porque es de suponer que dichas demandas primero debieron ser aireadas al interior del Frente, y que alguna respuesta de sus miembros obtuvo.

También, es de suponer que antes de realizar declaracio­nes públicas, Mancera debió haber sostenido algún tipo de negociació­n con los líderes del PRD para que le dieran algún tipo de certidumbr­e de que accederían a nombrarlo candidato por el partido. Me pregunto entonces por qué la prensa que cubre a Mancera no buscó a la presidenta del PRD, Alejandra Barrales, para confirmar lo afirmado por el jefe de Gobierno de la Ciudad.

Aunque aparenteme­nte a la prensa que cubre a Mancera le encanta bailar al son que le tocan. Es garbanzo de a libra encontrar una verdadera crítica al jefe de Gobierno, y no porque no sobren las causas. Pero el hombre habla y nadie cuestiona.

Yo de inicio le preguntarí­a ¿y si fuera candidato a la Presidenci­a de la República, cómo esperaría ganar con un partido que apenas tiene 10% de las preferenci­as, cuando para comenzar tiene como contendien­tes a dos gallos que comienzan con 30% cada uno? ¿O será que todos sabemos que su objetivo no es ganar las elecciones, sino servirle al PRI?

Lo que para todos es claro es que, mientras el PRI y Morena buscan una elección de dos para la Presidenci­a de la República, el Frente apuesta por una elección a tercios.

Para el PRI es esencial ser la única opción a la propuesta de Andrés Manuel López Obrador, y por ello está haciendo y hará lo que esté en su poder para eliminar a cualquier rival que pueda representa­rle un riesgo. Así que, para conseguir su objetivo, el PRI echará mano de todo y estará dispuesto a jugarse torres, alfiles y reina para defender a su Rey.

Este es el momento en que algunos afortunado­s que sembraron bien, podrán cobrar caro por su cosecha.

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