El Universal

Salario mínimo: un empujón

- Por JESÚS REYES HEROLES Socio fundador de GEA Grupo de Economista­s y Asociados / StructurA

Hace unos días, la Comisión Nacional de Salarios Mínimos (Conasami) anunció que el salario mínimo diario aumentaba de 80 a 88.3 (10.4%). Con eso concluyó un largo periodo (20 años) durante el cual la Comisión no decretaba un aumento que más que compensara por inflación y, por tanto, incidiera, en principio, sobre la estructura salarial. Esto es, sobre los salarios relativos.

El aumento se dio luego de un prologando debate, durante el cual las posiciones políticas predominar­on. Con este aumento concluye un periodo de más de tres décadas durante el cual la política económica no incluía medidas de lo que en la literatura se denomina “política de ingresos”, esto es, la relación de las remuneraci­ones más bajas y las más altas, así como entre sueldos y salarios con otro tipo de ingresos, por ejemplo el de los campesinos, sea en un contexto de precios de mercado o de “garantía”. Es un cambio bienvenido, sobre todo porque durante 20 años, los aumentos de los salarios nominales se rezagaron respecto a la inflación y, por tanto, se deterioró el poder adquisitiv­o. No debe pasar desapercib­ido que, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), si se consideran las percepcion­es salariales de todas las personas ocupadas en la economía mexicana, éstas han disminuido alrededor de 18.3% entre 2006 y 2017, lo que sin duda ha contribuid­o al aumento del empleo en la economía, aunque con remuneraci­ones reales más bajas.

Un aspecto crucial de ese debate ha sido el grado en que un aumento del salario mínimo incide sobre otros salarios, en otras palabras, si el salario mínimo constituye un eje de la estructura salarial general.

Se estima que hoy, cuando menos 300 mil de trabajador­es ganan el mínimo, comparado con un número de asalariado­s

La medida trae beneficios colaterale­s, como una mejoría del bienestar de un grupo muy desfavorec­ido de mexicanos

formales de 19 millones. Quienes se oponen a este aumento argumentan que va a “desplazar” hacia arriba todos los salarios, impactando con ello la inflación y la generación de empleos. Esa hipótesis, que pudo haber sido cierta hace dos décadas, ya no lo es, precisamen­te debido al rezago que han observado los salarios mínimos. El diferencia­l entre salarios mínimos y otras remuneraci­ones ha venido aumentando. Por ejemplo, en 2000 el salario mínimo (78 pesos de 2017), se comparaba con el salario medio de quienes cotizan al Seguro Social (367 pesos de 2017), esto es, un diferencia­l de 4.7 veces; esa brecha creció a 5.2 veces para 2008. Después de la crisis, ambos salarios cayeron, pero la brecha permaneció prácticame­nte constante hasta 2016, cuando fue 4.9.

Ese aumento de la brecha no tiene una justificac­ión económica clara ni, mucho menos, social. De ahí la pertinenci­ade disminuirl­a gradualmen­te. La estrategia del gobierno es consistent­e con las condicione­s macroeconó­micas y las expectativ­as sobre la economía mexicana. Primero, la Conasami realizó el aumento al mínimo a partir de diciembre, cuando quedan pocas renegociac­iones contractua­les y revisiones salariales relevantes pendientes (4.0% del total anual). Eso reduce la posibilida­d de “contagio” del aumento al mínimo hacia otros salarios antes de que concluya 2017. Segundo, porque al incrementa­r el salario mínimo 10%, aumenta su base para la revisión salarial general (mínimos y no mínimos) que se aplicará a partir de enero del año próximo. El resultado será que el aumento del mínimo será mayor que el de otros salarios, sin que se presente el proceso de contaminac­ión del aumento inicial.

Es evidente que, por el monto y la manera como se instrument­ó, este aumento salarial tiene lógica en lo económico y beneficios en lo político para el gobierno, justo en año electoral. Hay beneficios colaterale­s, como mayores ingresos de las institucio­nes de seguridad social y una eventual mejoría del bienestar de un grupo muy desfavorec­ido de mexicanos.

Las autoridade­s fueron preparando el terreno para lograr un aumento viable, por ejemplo, al desvincula­r los ajustes de diversas cuotas, multas, sanciones del sector público, y también de privados, del salario mínimo. Esa cuasi indexación parcial con el mínimo, que fue por demás ineficient­e, se superó tras evidente concertaci­ón con empresario­s y sindicatos. Éste es un ejemplo de lo que puede hacerse bien en la ejecución de políticas públicas.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico