El Universal

Un aumento insuficien­te El salario que no quita el hambre

Para quien lo gana, el salario mínimo está todavía lejos de cubrir sus necesidade­s más básicas

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Apartir del 1 de diciembre, aquellos trabajador­es que ganan el Salario Mínimo General pasarán de ganar 80.4 a 88.36 pesos por un día de trabajo. El aumento es de 10.39%, un porcentaje que si bien está por arriba de la inflación (la cual se encuentra en 6.59% anual), las circunstan­cias bajo las que persiste el salario mínimo en México hacen que este aumento sea por demás insuficien­te.

¿Por qué? Porque, casi como una excepción, en México, el salario mínimo no alcanza ni para comprar lo más básico. La Línea de Bienestar, compuesta por la canasta básica y no básica (es decir, por el conjunto de productos no alimentari­os y de alimentos que satisfacen la necesidad de calorías de un hogar promedio) es de 95.24 pesos, mientras que este monto se quedó corto en 6.8 pesos. O sea, a los trabajador­es que ganan esta cifra no les alcanza para comprar lo necesario para comer ni para vivir dignamente.

“Estos números que manejan son irrisorios porque, ¿Quién va a vivir con esta clase de sueldos al día? El transporte, la educación, salud, enseres, ropa y calzado, dime si tú con este sueldo te va a alcanzar para cubrirlo todo”, asegura José Luis Rodríguez, integrante de la Comisión de Finanzas y Sistema Financiero del Colegio de Contadores Públicos de México.

Esto se agrava para aquellos que ganan menos, porque se ha demostrado que quienes menos tienen son los que más gastan en alimentos, debido, entre otras cosas, a que no les alcanza para comprar presentaci­ones grandes y terminan gastando más comprando en tiendas de convenienc­ia.

Por desgracia, lo bajo de los salarios mínimos mexicanos no es un asunto nuevo. Desde hace décadas se ha alertado que éstos son sumamente bajos y que hacen que los trabajador­es vivan una realidad dolorosa: Trabajan para ser y continuar siendo pobres el resto de su vida, si algo no rompe esta inercia.

El documento Salario Mínimo Suficiente

(coordinado por expertos como Rogelio Gómez Hermosillo, Ricardo Raphael y Edna Jaime, todos especialis­tas en políticas públicas) da dimensión a esta cifra: En el sector urbano, para que una familia de dos integrante­s que ingresan dos salarios mínimos pueda superar la pobreza, el salario mínimo tendría que aumentar 146.6%. ¿Cuánto le falta a ese poco más de 10% que aumentó para cubrir apenas las necesidade­s más básicas de un mexicano?

Así, esta investigac­ión delinea el presente de México en este tema: “La situación actual es insostenib­le”. Es más, esta realidad resulta “incomprens­ible para los expertos fuera del país”, ya que este monto de salario mínimo no sólo está fuera del mercado sino que viola la Constituci­ón. Día con día se viola cuando el salario mínimo no es suficiente para satisfacer las “necesidade­s normales de un jefe de familia, en el orden material, social y cultural”.

Por su parte, la UNAM, por ejemplo, ha calificado al país como una “fábrica de pobres”, ya que el poder adquisitiv­o de los mexicanos durante décadas no ha hecho más que caer.

De acuerdo con un reporte de investigac­ión del Centro de Análisis Multidisci­plinario (CAM) de la máxima casa de estudios, el salario real (sin inflación) que perciben los mexicanos ha acumulado de 1987 a 2014 (fecha en que fue elaborado este análisis) una pérdida de 77.79% de su valor. Es decir, que los mexicanos en 2014 podían comprar 77.79% menos que lo que podían en 1987.

Este estudio observó cambios en el consumo diario de alimentos por parte de las familias mexicanas. “Se ha dejado de comprar con la misma frecuencia cantidad y calidad de carne, leche, huevo, pan, etcétera”, explica la investigac­ión.

El CAM en otro estudio revela que durante el sexenio del presidente Enrique Peña Nieto (según mediciones hasta diciembre de 2016), había perdido 11.11% de poder adquisitiv­o. Así, esta investigac­ión califica al salario mínimo como un “crimen” contra los trabajador­es. “Al preguntarl­e a la memoria de los trabajador­es más viejos es fácil darse cuenta cómo se ha venido agravando la ofensiva contra los salarios desde hace 10, 20, 30 años o más”, señala el análisis.

En contra y a favor

Las voces que se han pronunciad­o al respecto son varias. La Confederac­ión Patronal de la República Mexicana (Coparmex) calificó a este aumento como un “avance limitado y de medio camino” para que todas las personas que trabajan en la economía formal obtengan al menos lo necesario para cubrir la canasta alimentari­a y no alimentari­a, es decir, para alcanzar la Línea de Bienestar.

“El reto de México es la evolución ordenada de su mercado laboral para el abatimient­o de la desigualda­d”, sostiene la confederac­ión que aglutina a los patrones del país. La Coparmex insiste en empatar el Salario Mínimo General con la Línea de Bienestar, lo que significa aumentar el salario mínimo a 95.24 pesos por día.

Por su parte, el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, calificó este aumento de “lamentable” y aseguró que no es suficiente, y achacó a la Comisión Nacional de Salarios Mínimos, de haber atendido las “restriccio­nes” del Banco de México (las cuales apuntarían a un aumento controlado para no contribuir a un aumento a la inflación) para no haber hecho un aumento mayor.

Además, Mancera aprovechó el tema para posicionar­se anticipada­mente frente a las elecciones de 2018 y aseguró que aumentar el salario mínimo formará parte de sus compromiso­s de campaña en el caso de que llegue a la candidatur­a presidenci­al.

Por su parte, el presidente Enrique Peña Nieto defendió el aumento y aseguró que éste “no se trata de un ajuste menor”.

¿Y el resto de los salarios?

Desde hace décadas, el salario mínimo se ha tomado como referencia, entre otras cosas, para el aumento del resto de salarios en el país. En este sentido, el panorama de nuestros salarios en general tampoco es muy halagador.

Números del Informe mundial sobre salarios 2016/2017. La desigualda­d salarial en el lugar de trabajo, realizado por la Organizaci­ón Internacio­nal del Trabajo (OIT, por sus siglas en inglés), muestran que mientras en países pertenecie­ntes al G20 como China, desde 2006 el salario medio se duplicó con creces, en India aumentó en 60% y lo hizo entre 20% y 40% en la mayor parte de los demás países de este grupo, en México el salario real descendió más de 10%.

Asimismo, la participac­ión de la renta del trabajo ha tenido una tendencia descendien­te de 1995 a 2015. Esto quiere decir que, cada vez más, los trabajador­es se apropian menos del valor generado por la economía, o sea, que ellos reciben cada vez menos por el esfuerzo de su trabajo a través de un salario.

En América Latina, México también es un caso dramático: Según un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y la OIT, en 2017, México y Perú fueron los únicos países en los que los salarios reales del empleo formal disminuyer­on.

Uno de los argumentos que se repite una y otra vez para justificar los bajos salarios es que si se subieran de forma drástica, aumentaría la inflación y esto golpearía en la productivi­dad y en el poder adquisitiv­o de los mexicanos.

Sin embargo, especialis­tas tanto nacionales como internacio­nales han repetido una y otra vez que esto no sería así.

En el documento realizado por Acción Ciudadana Frente a la Pobreza, una asociación que agrupa a 60 organizaci­ones civiles que buscan reducir la pobreza y desigualda­d, una de las conclusion­es es que este aumento no afectaría negativame­nte e incluso sería benéfico.

“En síntesis, los expertos internacio­nales no encuentran efectos negativos significat­ivos en los incremento­s razonables y graduales al salario mínimo. Más aún, encuentran múltiples efectos positivos incluso en productivi­dad, costos asociados y formalizac­ión. Para nuestro contexto no les cabe la menor duda. El monto actual es demasiado bajo”, sostiene la asociación.

“Estos números que manejan son irrisorios porque, ¿Quién va a vivir con esta clase de sueldos al día?”

JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ

Integrante de la Comisión de Finanzas y Sistema Financiero del Colegio de Contadores Públicos de México

“Al preguntarl­e a la memoria de los trabajador­es más viejos es fácil darse cuenta cómo se ha venido agravando la ofensiva contra los salarios desde hace 10, 20, 30 años o más”

ESTUDIO DEL CENTRO DE ANÁLISIS MULTIDISCI­PLINARIO DE LA UNAM

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