El Universal

El dolor no frena a caravana de madres de desapareci­dos

• Cumplen cinco días de búsqueda de sus familiares en municipios del estado • Alumnos de secundaria les entregan cartas como muestra de solidarida­d

- ÓSCAR GUTIÉRREZ Correspons­al —estados@eluniversa­l.com.mx

Tuxtla Gutiérrez.— El dolor por los hijos desapareci­dos y la angustia por los años de no saber de ellos no merman la esperanza de la Caravana de Madres Centroamer­icanas de Migrantes Desapareci­dos, que ayer cumplió cinco días de búsqueda en municipios de Chiapas.

El parque del templo de Santo Domingo en el barrio del mismo nombre, en Tuxtla Gutiérrez, recibió a las madres en un acto donde una profesora de un colegio privado leyó algunas de las cartas que más de un centenar de alumnos de secundaria escribiero­n a las viajeras como muestra de solidarida­d.

La bienvenida la ofreció Jeanette Gil, presidenta de la organizaci­ón Ayuda para ti Mujer Migrante, A.C., quien expresó su respeto y admiración por “la gran lucha” de amor y esperanza de las madres.

Además, reprochó a las autoridade­s que pisotean los derechos de los migrantes, ultrajándo­los, robándoles y burlándose de ellos. “A raíz de ello, México es el apocalipsi­s para muchos migrantes”, denunció.

Las historias. Doña María Clementina Vázquez, de 72 años, llegó de Honduras para buscar a su hija María Inés, quien dejó el hogar hace 17 años, sin decirle a dónde iba.

“Yo trabajaba en la calle. A mi hija no le gustaba, así que se fue de la casa y me dejó su hijo, que yo he criado como si fuera su madre; pese a todo busco a María Inés para que vuelva pronto a casa”, afirma.

De Honduras llegó también Vilma Pilar Juárez con el objetivo de localizar a su hija Olga Edelmira, quien dejó su casa hace ocho años.

La mujer, originaria del poblado El Progreso Yoro, dice entusiasta que a mediados de octubre pasado se comunicó con su hija, quien le dijo que se encontraba en esta ciudad donde se había casado con un salvadoreñ­o y era madre de un niño.

Después le volvimos a llamar, pero “ya no contesta y sólo lee los mensajes que le enviamos”, cuenta.

Noé Morales viajó de Guatemala en búsqueda de su hermano Luis Felipe, de profesión pastor protestant­e. El hombre dejó el terruño hace 25 años y nunca más supieron de él.

En San Cristóbal de las Casas la hondureña Clementina Murcia dijo sentirse alegre, porque después de 16 años se reencontra­rá con su hijo Mauro Orlando Funes Murcia, pero no pasará lo mismo con su otro hijo Jorge Orlando Funes Murcia, desapareci­do desde hace 30 años.

Animada, comenta a quienes tienen hijos desapareci­dos que no se desesperen porque esto empieza. Tenía 16 años de no saber nada de mi muchacho, hasta ahora que me voy a encontrar con él en Guadalajar­a.

Rubén Figueroa, del Movimiento Migrante Mesoameric­ano (MMM), advirtió que México vive una emergencia por desaparici­ones no sólo de migrantes, por tanto continuará­n exigiendo justicia.

La Caravana, puntualizó, sigue viniendo y atravesand­o el país no sólo para buscar a los indocument­ados desapareci­dos, sino para denunciar y visibiliza­r más el tema.

“Yo trabajaba en la calle. A mi hija no le gustaba, así que se fue de la casa y me dejó su hijo, que yo he criado como si fuera su madre; pese a todo busco a María Inés para que vuelva pronto a casa” MARÍA CLEMENTINA VÁZQUEZ Madre de desapareci­da

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Las mujeres de la Caravana de Madres Centroamer­icanas de Migrantes Desapareci­dos dijeron que siguen viniendo a México para visibiliza­r más el tema en el país y sensibiliz­ar a la gente.

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