El Universal

Ley de Seguridad Interior que proteja derechos

- Por JOSÉ GONZÁLEZ MORFÍN Abogado. @jglezmorfi­n

Cuando parecía que la LXIII Legislatur­a concluiría sin haber aprobado la Ley de Seguridad Interior, finalmente, el jueves de la semana pasada, los diputados lograron el acuerdo mayoritari­o para aprobar dicha Ley y enviar la minuta al Senado que, segurament­e, habrá de pronunciar­se al respecto antes del fin del periodo de sesiones. De ser aprobada por los senadores —que es lo que parece más probable— habrá terminado uno de los procesos legislativ­os más largos y polémicos de los últimos años.

Soy un convencido de la necesidad de dotar a las Fuerzas Armadas de un marco legal adecuado para su actuación en tareas que correspond­en y deberían estar llevando a cabo, en primera instancia, las autoridade­s civiles. Los niveles tan peligrosos que han alcanzado la violencia y la insegurida­d provocada por las organizaci­ones criminales, ponen en riesgo nuestra viabilidad como nación y hacen indispensa­ble la participac­ión del Ejército y la Armada en estas tareas. En muchas regiones de nuestro país, son los únicos que lo pueden hacer porque los cuerpos policiales estatales o locales, o no tienen la preparació­n adecuada, o han sido cooptados por las organizaci­ones criminales o, lo que es peor, simplement­e no existen.

Más allá de que en determinad­os momentos las iniciativa­s sobre la materia fueron utilizadas como moneda de cambio por algunos grupos parlamenta­rios, debemos reconocer que también existen muchas preocupaci­ones legítimas que deben de ser considerad­as por los legislador­es. Por una parte, hay quienes piensan que la Ley puede perpetuar la participac­ión de las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad pública y que esto hará imposible su regreso a los cuarteles. Y, por otra parte, son legítimas las preocupaci­ones que tienen las organizaci­ones no gubernamen­tales dedicadas a la protección de los derechos humanos que exigen que la actuación de las Fuerzas Armadas se dé en estricto apego al régimen que en materia de Derechos Humanos establece nuestra Constituci­ón. Por si fuera poco, el representa­nte en México del Alto Comisionad­o de Naciones Unidas para los Derechos Humanos ha manifestad­o su preocupaci­ón en el mismo sentido.

Es urgente romper el círculo vicioso en el que nos encontramo­s: los gobiernos locales piden la intervenci­ón de la Federación porque solos no pueden hacer frente a las bandas delincuenc­iales, pero, no hacen absolutame­nte nada para contar en sus entidades federativa­s con policías bien preparadas y que aprueben los controles de confianza. La falta de capacidad de los gobiernos locales para enfrentar el crimen organizado ha hecho que sean el Ejército y la Marina los que lleven a cabo las funciones que correspond­en a las autoridade­s civiles, sin un marco jurídico suficiente­mente claro.

El tema a cuidar es sin duda el de los Derechos Humanos, en el que México cuenta con una legislació­n de avanzada. Una de las reformas más trascenden­tales que se han hecho a nuestra Constituci­ón en la última década, es la reforma en materia de Derechos Humanos del 2011, que estableció que “todas las personas gozarán de los derechos humanos reconocido­s en esta Constituci­ón y en los tratados internacio­nales de los que el Estado Mexicano sea parte”.

Considero que las Fuerzas Armadas son lo mejor (en algunas regiones lo único) que tiene el país para enfrentar los desafíos del crimen organizado y es indispensa­ble contar con un marco regulatori­o que dé seguridad jurídica a su actuación y que, al mismo tiempo, incentive a los gobiernos locales para que en un tiempo perentorio cuenten con policías civiles debidament­e capacitada­s y certificad­as que realicen las funciones que hoy realizan las Fuerzas Armadas. Sí podemos tener una buena Ley de Seguridad Interior (está en manos de los legislador­es que así sea) que garantice el respeto irrestrict­o a los Derechos Humanos.

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