DISFRUTA LA NIEVE
Hay esquiadores de primera vez, expertos, divertidos. Para todos hay un viaje y un destino.
En su libro Beautiful Losers (Los hermosos vencidos), el escritor y músico Leonard Cohen habla de la santidad no como una cualidad sobrehumana para disolver el caos del mundo, sino como un equilibrio que glorifica, mismo que compara con el dominio de la nieve.
“[Un santo] cabalga las corrientes como un esquí fugitivo. Su recorrido es una caricia de la colina. Su pista es un dibujo de la nieve en el momento en que se mezcla con el viento y la roca. Algo en su interior ama tanto al mundo que se entrega a las leyes del azar y la gravedad...”
Es verdad que para esquiar se requiere de equilibrio, pero mucho más que eso: se necesita una gran dosis de confianza —eso que Cohen llama amor por el mundo— para poder dejarse llevar libremente sobre las colinas nevadas y rendirse ante el encanto del deporte favorito de los viajeros de invierno.
Pero, para que ese estado mental llegue a quien ha decidido enfundarse en un equipo de esquí, es importante que todo lo que rodea su viaje esté planeado con la precisión de un cronógrafo olímpico, y aquí es donde aparecen los dilemas: ¿qué es lo que hay que planear primero? ¿A partir de qué criterios se elige este u otro resort? ¿La experiencia será buena para toda la familia o solo para unos cuantos de sus miembros? ¿Qué hay que empacar? ¿Qé pasa cuando no se sabe esquiar?
Para Larry Olmsted, columnista de Forbes especializado en experiencias de lujo, “no hay un resort de esquí que sea ‘el mejor’, sino algunos que, son los mejores para uno”. Es por eso que para garantizar que el viaje será un éxito, lo mejor es recurrir a expertos que, contando con el panorama completo del mundo actual del esquí, puedan contemplar todas las variables que configuran la experiencia —haciendo una investigación minuciosa de las necesidades y de las expectativas de quienes han decidido dedicar sus vacaciones de invierno a la conquista de la nieve— para poder hacer las recomendaciones más pertinentes según cada caso.
Muchos resorts como Vail —uno de los absolutos favoritos de los mexicanos— ofrecen servicios de organización de viajes personalizados, pero para recurrir a ellos es necesario tener claro si ese es el resort ideal para lo que queremos.
En caso de que se carezca de ese punto de partida, lo mejor es dirigirse a una agencia especializada como Ski USA que, con la emisión de un solo pago (y no de mu-
chos pequeños en distintas plataformas de reservaciones) se dedica con ahínco a resolver cada detalle del viaje de inicio a fin: buscan el destino perfecto, agendan vuelos, estancias, clases en grupo o privadas, compran o rentan equipo en la estación de esquí solicitada... En fin, hacen todo lo necesario para que los viajeros no hagan otra cosa que no sea disfrutar de los blancos paisajes.
Todos viajan por igual
Para Eduardo Gaz —amante de la nieve y CEO de Ski USA, empresa fundada en Brasil y que hoy también está presente en México y Estados Unidos— lo más importante cuando alguien sin experiencia previa en el esquí se acerca para pedir su asesoría es tener claras las intenciones de esa persona: “hay que descubrir si lo que la persona quiere es solo tener un primer contacto con la nieve y jugar con ella, lo cual pasa muchas veces, o si realmente quiere aprender a esquiar”.
Una vez entendida la expectativa, la agencia busca cómo llevarla a la realidad. “Cuidamos al cliente en todos los pasos que debe dar y eso cambia según las necesidades, las expectativas y el presupuesto de cada persona, que son las variables que deben cuadrar para que tenga una experiencia 100% placentera”.
A una persona que nunca antes ha esquiado, Gaz le recuerda que hay millones de personas que practican el esquí en el mundo, lo que quiere decir que es una práctica segura, relativamente sencilla y muy disfrutable, así que no hay por qué no animarse a aprender. “Toma al menos un año aprender a caminar, pero toma solo tres días aprender a esquiar. Lo importante es aprenderlo de un maestro profesional —no del hermano, el primo o la novia que esquían muy bien—, ya sea con clases privadas o en grupo, y no frustrarse si la técnica no se domina en la primera mañana. Hay que luchar contra el instinto y esforzarse, pero al final llega el premio porque es una actividad que de verdad se disfruta muchísimo”, asegura Gaz.
Cuando, en el caso contrario, quien viaja es un esquiador con experiencia, lo que la agencia se enfoca en investigar es tanto su nivel de esquí como sus antecedentes de viaje —¿qué destinos ha visitado? ¿cuáles le han gustado más? ¿qué le ha molestado en sus viajes? ¿a qué tipo de lugares va cuando no esquía?—, esto porque como dice Gaz “esquiar es más que ponerse un par de tablas en los pies y bajar de un cerro nevado”. Es toda una experiencia en la que también hay que contemplar actividades paralelas a la práctica.
Además, hay que entender las necesidades de quienes acompañan a esta persona, por ejemplo: visitas al spa, a espacios culturales, a plazas comerciales, experiencias gastronómicaso también deportivas, pero con otras disciplinas como el patinaje. Considerar cada uno de estos puntos.
¿Para quién no tiene una recomendación? Para las parejas que quieren ir a esquiar en su luna de miel. “Muchas más veces les digo no que sí a sus ganas de esquiar”, confiesa. Y solo de imaginar los conflictos que puede acarrearle a unos recién casados este tipo de viaje, suena a que es una mejor idea hacerle caso al experto…