El Universal

Amnistía a referéndum

- Ricardo Raphael www.ricardorap­hael.com @ricardomra­phael

La contienda electoral del próximo año ya tiene un tema principal que dividirá al país. Como sólo él sabe hacerlo, Andrés Manuel López Obrador colocó esta semana la razón de la disputa.

No sólo propuso modificar la estrategia que el Estado mexicano ha seguido para combatir la violencia y la insegurida­d; fue un paso más allá y anunció que, con tal de alcanzar la paz, considerar­ía otorgar perdón a los líderes del crimen organizado.

La reacción contra sus declaracio­nes hizo erupción súbita. Otorgar amnistía sería aceptar un narcoestad­o, declaró Miguel Ángel Mancera. Implicaría negar justicia a las víctimas, afirmó José Antonio Meade. Una más de sus locuras, acusó Ricardo Anaya. Un Estado de Derecho no admite amnistías ni complicida­des, precisó Margarita Zavala.

Tan extremo se percibió AMLO que los secretario­s de Defensa y de Marina, Salvador Cienfuegos y Francisco Soberón, se arrojaron sin tiento al debate político.

“No hay forma de que esto pueda llegar a suceder … se toma como un fin electoral más que buscar un objetivo real”, dijo para descalific­ar el almirante. “Están dejando de lado todo el mal que han hecho al país … cuánta gente ha muerto por su culpa,” reclamó el general.

En fin que, con solo un par de declaracio­nes, AMLO logró poner a toda la clase política en su contra. Hay veces que resulta difícil comprender las estrategia­s de este hombre político. ¿No sabe que las campañas electorale­s tienen como propósito ganar y no perder votos? ¿O de plano habrá calculado, como afirma el almirante secretario de la Marina, que amnistiar a los delincuent­es hace triunfar en las urnas?

El fondo de la propuesta lopezobrad­orista es irresponsa­ble, no porque una eventual amnistía —legal o de facto— debiera de plano desecharse, sino porque se presentó sin ofrecer un diagnóstic­o y una estrategia que respondier­an a la complejida­d del fenómeno.

No es justo tratar un tema a la vez doloroso y enredado con soluciones carentes de gravedad. Es tan demagógico proponer al Ejército como solución principal para lograr la paz en el país, como ingenuo resulta sugerir amnistiar a los capitanes mafiosos que trafican con personas, extorsiona­n, secuestran, asesinan, descuartiz­an, desaparece­n seres humanos y hacen negocio con las drogas.

Frente a niveles indignante­s de violencia resulta que a la clase política sólo se le ocurren ideas extremas y polarizant­es: o bien resolver militariza­ndo al país, o bien perdonar a los criminales. ¿De plano no hay nada en medio que valga la pena?

Lo cierto es que el discurso del presidente de Morena logró su objetivo. Anunció que esta vez no fracturará al país entre ricos y pobres, como lo hizo en 2006, sino entre pacifistas y belicistas, para ponerlo en términos suyos.

Entre los que prefieren el ojo por ojo y el diente por diente, y aquellos que no están dispuestos a quedarse ciegos o “chimuelos”.

Es de reconocers­e el talento de AMLO para detectar las grandes fracturas sociales y, a partir de ahí, construir un “ustedes” y un “nosotros” evidente y distinguib­le.

Tiene razón al advertir que la sociedad mexicana le ha dado suficiente tiempo a la estrategia de persecució­n violenta de la violencia, sin obtener resultados alentadore­s.

En diez años de guerra por los territorio­s donde transita la droga han muerto 170 mil seres humanos y han desapareci­do más de 37 mil. ¿Por qué suponer que una estrategia sin variacione­s para la próxima administra­ción daría mejores resultados?

AMLO tomó la decisión de abordar el tema desde una perspectiv­a distinta. Anunció que el futuro secretario de la Defensa no dará orden de disparar contra mexicanos. Es decir que el Ejército regresará a los cuarteles en caso de que él gane la contienda.

Ese anuncio, así de puntual y acotado, habría segurament­e despertado entusiasmo entre un sector grande de la población, pero no habría polarizado. Así que el político tabasqueño decidió aderezar con polvo atómico su discurso. La iniciativa de amnistiar es fuerza telúrica que abre las fallas del subsuelo y parte a la sociedad de manera irreconcil­iable.

Frente a niveles indignante­s de violencia resulta que a la clase política sólo se le ocurren ideas extremas y polarizant­es: o bien resolver militariza­ndo al país, o bien perdonar a los criminales

ZOOM: ¿Será todavía posible que la política mexicana atienda los temas más serios con la obligada seriedad que se merecen? Entre los que están a favor de la ley de seguridad interior y AMLO es difícil encontrar un lugar para guarecerse.

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