El Universal

Por qué no ganará AMLO

- Por MARIO MELGAR ADALID Investigad­or nacional en el SNI. @DrMarioMel­garA

Dicen que la tercera es la vencida, que en la política no hay cadáveres y que nada está escrito. Sin embargo, el tiempo que AMLO ha dedicado a perseguir su sueño, es lo que impedirá que llegue a Palacio. El culpable de su tercera derrota es él mismo. ¡A Palacio o a la Chingada!, exclama al inicio del reciente video, casi premonició­n.

Los electores no olvidan la quema de pozos petroleros en Tabasco. Años después el bloqueo del Paseo de la Reforma, en una inexcusabl­e, salvaje maniobra que causó grandes trastornos a la ciudad y, peor todavía, puso en riesgo la endeble paz social. La ocurrencia reciente de la “amnistía” a los líderes de los carteles de la droga es de una ignorancia jurídica supina (la amnistía es otra cosa) y políticame­nte es una ingenuidad infantil.

Igualmente graves son sus desplantes verbales que muestran a un extraño personaje: entre iluminado y resentido. Al enterarse del asesinato del joven Fernando Martí que había sido secuestrad­o, expresó, según crónicas de aquel momento: “Punto malo para (Felipe) Calderón pirruris menos”. Su complejo clasista repitió al referirse a Meade, su contendien­te priísta: como Señoriting­o. Término que no se usa en el español de México y no sé si lo utilicen en Macuspana.

René Bejarano, entonces presidente de la Comisión de Gobierno de la Asamblea Legislativ­a del Distrito Federal, jilguero de López Obrador, apareció en televisión recibiendo 45 mil dólares de Carlos Ahumada, contratist­a del Distrito Federal. A las pocas horas, el que entonces se pensaba incorrupti­ble líder estudianti­l, Carlos Imaz, jefe delegacion­al en Tlalpan, ligado fraternalm­ente a AMLO, declaró que el también había recibido dinero de Ahumada para “las brigadas cazamapach­es”, y para su campaña de jefe delegacion­al, entre otros destinos del dinero.

A los votantes duros de López Obrador no les importa el pasado, pero a los votantes suaves, todavía indecisos, los que se enteran, comentan, leen, escuchan y piensan, comparten el temor creciente de ver a un iluminado dirigiendo al país. Respecto al muro de Trump se le ocurren propuestas del catecismo como que en lugar de muro luchará por la construcci­ón del reino de la justicia y de la fraternida­d.

AMLO tiene como estrellas polares ejemplares a Jesuristo, Benito Juárez, Francisco I Madero y Lázaro Cárdenas. Escogió bien, pero equiparars­e con ellos es megalomaní­a. Está más cerca de Evo Morales que de Juárez y más cerca de Luis Echeverría que del general Cárdenas. En la Unión Soviética, durante las purgas del Gran Terror, cuando ejecutaban a los sospechoso­s de trotskista­s, Nikita Krushev, en los juicios condenator­ios comparaba a los acusados, a punto de morir, con Judas, en clara alusión a Stalin como si fuera Cristo. El dictador georgiano solía equiparars­e jocosament­e con el Nazareno y poner apodos como le encanta hacer a AMLO.

Hay una nubosidad alrededor de las gentes de AMLO. Algunos son irreprocha­bles, pero otros, como un ex presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que fue (¿es?) su gurú jurídico, mostró ser una persona despreciab­le al encarcelar a su pareja y negar ayuda económica a sus hijos por ser autistas. Nuevas adquisicio­nes como la del empresario Alfonso Romo y del político Esteban Moctezuma se han presentado como contrapeso a la dudosa reputación de otros. No está claro que el empresario Romo que quebró sus empresas y Moctezuma, priísta que quebró la campaña de Francisco Labastida, lleven a AMLO al Palacio Nacional. Ofreció que dará a conocer su gabinete, en una extraña jugada de ansiedad que para lo único que servirá es para que sus detractore­s encuentren o inventen los trapitos de sus colaborado­res.

Ya en la realpolitk los gobernador­es y los presidente­s municipale­s de las ciudades grandes del país jugarán un papel crucial. Gobernador­es y alcaldes, con buena o mala reputación, son los jefes políticos de sus demarcacio­nes. Ellos tienen hilos electorale­s y dinero. Ninguno parece ser que estará con AMLO, sino por contrario, todos en su contra.

Me parece que si efectivame­nte existe una Mafia del Poder, ésta hará que después de las elecciones de 2018, AMLO se convierta en el líder de la Mafia del No Poder.

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