El Universal

Jóvenes amaban la velocidad y volar

• Los pilotos Mario Núñez y Javier González iban de Cuernavaca a Iguala, pero no llegaron

- PAMELA BENÍTEZ Y MONTSERRAT SORIANO Reporteras —estados.eluniversa­l.com.mx

El viernes 8 de diciembre el capitán Mario Alberto Núñez tomó su celular para informarle a su padre, Raúl Núñez, que abordaría una avioneta para dar una de sus clases de vuelo.

Esa mañana volaría de Cuernavaca, Morelos, a Iguala, Guerrero, con su alumno Javier González, un piloto de 20 años. Al iniciar, Mario se persignó y comenzó la lección.

Raúl esperó el mensaje de su hijo para avisarle del término del vuelo, pero su celular no volvió a sonar.

El joven aprendiz abordó la avioneta tipo Cessna 150 como piloto principal, en la mente tenía las 40 horas de vuelo que le hacían falta para convertirs­e en piloto comercial. Llevaba 140 horas en el aire. Con este viaje sumaría 90 minutos más a su carrera.

El plan de vuelo, de una hora y 30 minutos, comenzó en el Aeropuerto Mariano Matamoros de Cuernavaca. La nave tenía que pasar por Taxco y aterrizar en Guerrero.

Se tenía previsto que regresaran a Morelos a las 13:30 horas; sin embargo, el contacto se perdió después de que emitieron una alerta de emergencia, a 15 millas de Cuernavaca.

El jueves 14 de diciembre, a casi una semana del último contacto, los cuerpos de los pilotos fueron hallados junto a la avioneta calcinada por la zona de Zacacoyuca, cerca de Iguala.

Tras una carrera de 10 años como piloto en empresas privadas y en la Secretaría de Comunicaci­ones y Transporte­s (SCT), hace casi dos meses que Mario Alberto, de 34 años comenzó a trabajar en la Escuela Aeropacífi­co.

Cursó la carrera de Piloto Aviador en la Escuela Vitar, a la par de la licenciatu­ra en Derecho.

El instructor era amante de las enchiladas verdes y de los aviones hawker, también tenía una gran pasión por las motociclet­as, al igual que su alumno Javier González. Además del gusto por surcar los aires, compartían la pasión por la velocidad terrestre.

Javi, como le decían sus seres queridos, provenía de una familia de pilotos aviadores: dos de sus tíos participar­on en la Armada de México, uno fue capitán y el otro es el almirante Jorge González Morales, director de Aviación Naval.

Ingresó a la Escuela de Vuelo Aeropacífi­co para completar sus estudios como piloto, carrera que estudiaba junto con su novia. Era aficionado al deporte en general y a los autos, toda su vida practicó fútbol.

Después de que la nave donde viajan dejó de hacer contacto con la torre de control del aeropuerto de Cuernavaca, la búsqueda comenzó por aire. El 12 de diciembre por tierra, a partir del reporte de un poblador que dijo ver caer una avioneta en Acamixtla, Guerrero. Sus restos fueron hallados el jueves 14. Las familias se trasladaro­n a Iguala para recogerlos.

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Mario Núñez (izq.) y Javier González (der.) perdieron comunicaci­ón con la torre de control de Cuernavaca; días después encontraro­n sus cuerpos en Guerrero.

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