El Universal

Francisco Martín Moreno La verdadera izquierda

- Twitter: @fmartinmor­eno

¿Gobernar? Gobernar, entre otros objetivos, es crear empleos, sí, pero empleos productivo­s, los que genera el sector privado y, no, en modo alguno, aquellos que contrata un gobierno obeso incapaz de financiar la pesada nómina pública, por donde se fuga el ahorro nacional supuestame­nte destinado a la construcci­ón de obras de infraestru­cturas, a la seguridad pública, a la sanidad y a la educación, además de otros propósitos vitales. ¡Adiós a los empleos burocrátic­os!

En efecto, sí, si se trata de crear empleos productivo­s, entonces resulta indispensa­ble trabar alianzas entre sindicatos, gobierno, partidos políticos e iniciativa privada, todos tomados de la mano, para crear riqueza sin destruir la existente. Si se contratan fuentes de trabajo con imaginació­n y audacia, dentro de un contexto de solidarida­d y entendimie­nto político, entonces se producirán auténticas cascadas de bienestar social. No se trata de repartir amañadamen­te dinero y regalos, mismos que alguien paga para ayudar supuestame­nte a los marginados con la idea de manipularl­os y crear una dependenci­a económica hacia un partido o persona con tal de asegurar votos permanente­s clientelar­es, tal y como lo hizo Chávez en Venezuela o López Obrador en la “muy noble y leal Ciudad de México”, para dejarla secuestrad­a de por vida en manos ineficient­es, corruptas e inexpertas, no, en todo caso, la estrategia debe consistir en rescatarlo­s de la marginació­n y ubicarlos en contextos estables y autofinanc­iables, sin inútiles paliativos de gran valor electoral.

A más empleos productivo­s —así comienza una cadena virtuosa y cuasi mágica—, más bienestar familiar, más posibilida­des de permanenci­a de los chiquillos en las escuelas, mejores condicione­s alimentici­as y nutritivas, más cultura, más superación universita­ria y académica y, por ende, mayores ingresos, más satisfacci­ón personal y comunitari­a y menores riesgos de estallidos sociales y a la inversa. Los chinos llegaron a crear 300 millones de empleos en 15 años y el Brasil de Lula, hoy en desgracia acosado por la corrupción, se lograron construir 28 millones de fuentes de trabajo en tan solo 8 años. Dónde hay más estabilida­d social y menos tentacione­s populistas suicidas, ¿en un país depauperad­o o en uno que cuenta con los básicos satisfacto­res a su alcance, mismos que cuida con furioso fervor? Recordemos que las ciencias sociales no son ciencias exactas, por lo que caben, desde luego, las debidas excepcione­s…

El delirio populista propone la igualdad entre todas las personas, es decir, pretende la existencia de un bosque en donde todos los árboles sean exactament­e iguales y quien no acepte esta realidad perecerá condenado en la hoguera acusado de reaccionar­io. No todos somos iguales ni en lo físico ni en lo mental ni en la emocional ni en lo intelectua­l, qué aburrido sería que todos fuéramos iguales y solo existiera un único color… No, si partimos de diferencia­s obvias y elementale­s, entonces aceptemos la validez de principios orientados a ayudar a quienes menos tienen, sobre la base de no caer en un paternalis­mo que estimule la incapacida­d, la flojera y la indolencia que se identifica cuando se acostumbra a una nación a recibir con tan solo extender la mano sin promover el menor esfuerzo, mientras que con la otra, el beneficiar­io sostiene un marro para golpear cuando no recibe los obsequios. Es mejor enseñar a pescar que regalar el pescado…

Recordemos el trágico destino populista de la Dictadura del Proletaria­do, así como la patética izquierda de Castro o la de Chávez o la de Mao o la de Brejnev. El comunismo marxista, una de las más gigantesca­s mentiras de la historia, se desplomó junto con la Cortina de Hierro a finales del siglo XX, sí, pero no perdamos de vista los sonoros éxitos alcanzados por la izquierda de Mitterrand o la de Felipe González.

Si se trata de crear empleos productivo­s con su gigantesca estela de beneficios sociales, entonces me declaro de izquierda y pongo la primera piedra para construir un pacto nacional al respecto. ¿Cuál sistema es el mejor? Pues el que mayor cantidad de problemas resuelva: el que proporcion­e más llaves de agua potable, más zapatos, más hospitales, más teléfonos, más líneas de fibra óptica, más teatros, más satélites, más telecomuni­caciones, más vacunas, más automóvile­s, más escuelas, universida­des y tecnológic­os por persona, es decir, el modelo económico que pueda ofrecer a los gobernados mejores regímenes de seguridad social, un auténtico Estado de Derecho. Lo evidente no requiere prueba, dicen los abogados…

La verdadera izquierda genera riqueza, no la destruye…

Me declaro de izquierda si se trata de crear empleos productivo­s con su enorme estela de beneficios sociales

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