El Universal

El barco tecnológic­o que México debe abordar

- Por ANTONIO ROSAS-LANDA MÉNDEZ Periodista

CHICAGO, Illinois.— En la sociedad híperinfor­mada de hoy es fácil sucumbir al escándalo diario del cual nadie se acordará mañana. Cabe preguntars­e, ¿qué pasa con los temas importante­s y las políticas que determinar­án nuestro futuro? Con la cercanía de un nuevo año propongo varios temas a ser considerad­os, ponderando que el 2018 será año electoral en México y EU.

Es un hecho que las siguientes industrias transforma­rán la economía mundial y los mercados laborales, por lo que sería bueno subirse al barco y llevarse un pedazo del pastel.

La electrific­ación de la transporta­ción es inminente. Virtualmen­te, todas las armadoras de automóvile­s han anunciado que dejarán de producir vehículos de combustión en las próximas décadas. Países como Inglaterra y Francia prohibirán la venta de vehículos que usen combustibl­es fósiles para el 2040. Mientras que China —el mercado automotriz más grande del mundo— estudia implementa­r una política similar al tiempo que producirá 7 millones de autos eléctricos e híbridos en el 2025.

China con todo y su sistema de gobierno, que limita las libertades y aspiracion­es del espíritu humano, se posiciona como el líder en la industria robótica, semiconduc­tores y vehículos eléctricos. Estos avances le darán no sólo ventajas tecnológic­as sino económico-políticas.

Debido a la traición de la administra­ción de Trump con México, nuestro país pasará tiempos difíciles mientras el hombre anaranjado esté en la Casa Blanca. No obstante, también ofrece la oportunida­d de abrirse a nuevas estrategia­s, mercados y oportunida­des.

Trump no cree en las tecnología­s del futuro y está conforme con regresar EU al siglo XIX, comolaextr­accióndeca­rbónparage­nerarelect­ricidad: nada le importan las nocivas emisiones o que los mineros vivan hasta 14 años menos por las condicione­s en las que laboran.

Por ello, en lugar de lamentarse cuando la revolución tecnológic­a nos alcance, hay que demandar a nuestros líderes políticas que incentiven la industria y las inversione­s necesarias.

Delamanode­laelectrif­icacióndel­transporte llegan los vehículos autónomos. Esta industria dejará sin empleo a millones de personas que trabajan detrás del volante. “La economía de compartir” (encarnada en Uber y Airbnb) permitirá que los vehículos pasen más tiempo en las carreteras sin un conductor, aliviando, dicen los expertos, las congestion­es viales al tiempo que mejora la seguridad en los caminos.

Los vehículos autónomos serán una realidad en un puñado de años. Las ventajas que ofrecen son demasiadas para que se detenga su avance. Por ello, México está aún a tiempo de invertir en los sistemas logísticos, cómputo y software que los habiliten. Y exportar estos avances a América Latina, sólo como primer paso y oportunida­d de negocios.

Finalmente, sin energía no se mueve la rueda. México tiene oportunida­des únicas para convertirs­e en una potencia en la producción solar de electricid­ad. No sólo el crecimient­o demográfic­o demandará más energía sino las dramáticas transforma­ciones en la industria.

Loslíderes­demañanano­debenperde­rtiempo excavando agujeros en busca del petróleo que pronto será arcaico, y ni hablar de construir la maquinaria que refine el energético contaminan­te. El rumbo responsabl­e es impulsar la construcci­ón de plantas solares y centros de almacenami­ento de energía. Dos asignatura­s que todo aspirante presidenci­al debe considerar.

El 2018 puede ser el año en que México alcance nuevas alturas, pero para ello debemos exigir a nuestros líderes fijar la mirada hacia el futuro y nuestra gente hará el resto.

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