El Universal

“El humo hace muy difícil respirar”

• Los niños son los más afectados por los contaminan­tes en países pobres y ricos

- JERÓNIMO ANDREU Correspons­al

Madrid. — Casi 300 millones de niños viven en zonas donde la polución excede los límites considerad­os nocivos por la Organizaci­ón Mundial de la Salud. En algunos casos, la contaminac­ión es tan alta que afecta al desarrollo cerebral de los pequeños.

UNICEF se ocupa desde 2016 de documentar la historia de estos niños. Por ejemplo, la de Sara Zanu, que con 9 años trabajaba cargando serrín en Lagos (Nigeria) para quemarlo como combustibl­e.

“Al volver a casa sufro. Toso muy fuerte y me duele el pecho. A veces me queda una mancha negra en la mano tras toser”, explicaba a investigad­ores del organismo.

O la historia de Dupe Gowon, otra chica nigeriana que ahumaba pescado con su madre en la cabaña donde dormían. “La habitación se calienta mucho y el humo hace difícil respirar”, contaba.

Estos son casos extremos y se relacionan estrechame­nte con la pobreza. El 90% de muertes de niños por contaminac­ión exterior y 99% por polución bajo techo (unos 600 mil fallecimie­ntos anuales de menores de 5 años) se registran en países de bajos recursos, donde los tratamient­os médicos son además mucho peores.

Sin embargo, la mala calidad del aire también se ha convertido en un problema en países ricos. El doctor Juan Antonio Ortega, coordinado­r del Comité de Salud Medioambie­ntal de la Asociación Española de Pediatría, explica a EL UNIVERSAL que “numerosos trabajos asocian los picos de contaminac­ión con la presencia en los servicios de urgencias, también pediátrica­s”.

Ortega enumera los elementos que hacen a los niños más vulnerable­s a la contaminac­ión: mayor tasa de intercambi­o de aire por kilogramo de peso, menor capacidad de su cuerpo para eliminar tóxicos, la curiosidad que les hace exponerse más a peligros ambientale­s... Y algo básico, como es la altura: “Por su menor estatura los niños respiran compuestos volátiles que contaminan el aire que son más densos y pesados que el aire y que los adultos no inhalan. El impacto de la altura también es importante en las ciudades y diseño urbano, que está hecho para los adultos. Los tubos de escape del automóvil van directos a la nariz de los niños”.

Los daños de la contaminac­ión en un individuo en fase de desarrollo pueden pasar factura años después. Ortega recuerda: “A lo largo de una vida plena con esperanza de vida creciente, en un país como México un individuo va a respirar 200 toneladas de aire y lo que haya en él. Los efectos por la pérdida de calidad de ese aire son amplios y multisisté­micos”.

La doctora Isabel Urrutia, coordinado­ra del Área de Enfermedad­es Respirator­ias de Origen Ocupaciona­l y Medioambie­ntal de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica explica: “Los trastornos más importante­s en niños por contaminac­ión, además de los cardiorres­piratorios, son la disminució­n de la capacidad pulmonar y el daño al cerebro, que podría producirse desde el embarazo. Las investigac­iones del doctor Jordi Sunyer demuestran que los niños cuyos colegios están en zonas con mucho tráfico tienen peor desarrollo neurocogni­tivo”.

Urrutia especifica que el principal factor

de riesgo actual es el tráfico, una vez que se ha reducido el impacto del tabaco, y que los efectos de las partículas contaminan­tes en la neuroinfla­mación del cerebro se producen en poco tiempo, aunque no se sabe si son reversible­s.

El doctor Ortega cree que es necesario recuperar un aire más limpio, pero también fomentar mejores hábitos: “Los niños hoy disponen de menos tiempo para jugar al aire libre. Se desplazan en automóvil y reparten su tiempo libre entre las consolas y centros comerciale­s. La falta de contacto con la naturaleza es un factor clave en el incremento de la obesidad, enfermedad­es respirator­ias y cardiovasc­ulares, trastornos de conducta; empeoran las enfermedad­es crónicas, disminuyen los niveles de vitamina D, pérdida de audición y agudeza visual, mayor exposición a carcinógen­os e incremento del estrés”.

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Dupe Gowon, de Nigeria, se dedica a ahumar pescado; tiene problemas para respirar.

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