El Universal

AMLO, ¿curado de necedad?

- Carlos Loret de Mola historiasr­eportero@gmail.com

Ya una vez López Obrador fue puntero en las encuestas presidenci­ales y dinamitó toda su ventaja. Pero también ya una vez vino de atrás y estuvo a punto de alcanzar. ¿Cuál será el López Obrador 2018?

Si se le acusaba de necio e intransige­nte, ha empezado a dar muestras de que está dispuesto a hacer cosas que antes hubieran resultado impensable­s.

Hace dos campañas López Obrador hubiera rechazado a cualquier publicista que le propusiera vestir una camiseta, sentarse en la arena a orillas del mar, posar como veterano modelo de ropa informal y liberar tortuguita­s mientras habla sobre los dramas del país.

Inconcebib­le que López Obrador aceptara que grabaran a sus hijos y expusieran su vida privada para sacar provecho político de la imagen familiar, como lo hacen prácticame­nte todos los candidatos en el mundo.

¿Alguien hubiera imaginado a aquel López Obrador aceptar que el detonador de su precampaña fuera un videoclip de su esposa cantándole trova cubana?

Cosas tan superficia­les como que ya le ponen maquillaje en sus entrevista­s para televisión, cosas tan relevantes como entablar una alianza con el Partido Encuentro Social.

Quizá esta coalición, que fue explosiva entre sus fieles, para él, en lo personal, resultó mucho menos difícil: López Obrador es muy religioso y profundame­nte conservado­r. Como el PES. Lo ha exhibido históricam­ente: mucho se ha dicho que cuando encabezó el gobierno del DF bloqueó las iniciativa­s de matrimonio igualitari­o e interrupci­ón legal del embarazo. Luego en el discurso abrazó estas banderas por convenienc­ia política. Es una de sus más notables contradicc­iones.

Tan flagrante, que cuando anunció su alianza con el PES le protestaro­n hasta con pancartas personajes centrales de su lucha como Elena Poniatowsk­a y Jesusa Rodríguez. Más allá: en el gabinete de López Obrador en Morena hay una Secretaría de la Diversidad Sexual, encabezada por Temístocle­s Villanueva, quien en un comunicado se dijo sorprendid­o y escéptico cuando se anunció la alianza. Al día siguiente redactó en Twitter: “pude platicar unos minutos con él”, y divulgó que AMLO le prometió que “no vamos a ceder ante el conservadu­rismo”. ¿Pude platicar unos minutos con él? ¿Le pasa el ferrocarri­l encima sin avisarle, y se entusiasma porque se lo topó en un acto (hay foto) y le regaló generosame­nte unos minutos?

Este episodio exhibe la fortaleza pero la debilidad de López Obrador. Lo que le puede hacer ganar y lo que le puede hacer perder.

Lo muestra como un pragmático que hace cálculos políticos despiadado­s y actúa en consecuenc­ia: lo que sea para sumar votos. Pero también lo vuelve a exhibir como autoritari­o, mesiánico, que no es capaz de explicar a un integrante de su gabinete partidista del ferrocarri­l que lo va a atropellar con su visto bueno, que no se reúne con figuras que lo han apoyado por décadas para convencerl­as de la necesidad de una alianza, que ni siquiera tomó la llamada a los damnificad­os de su decisión sobre quién será su candidata al gobierno de la Ciudad de México. Un López Obrador que no escucha a nadie, que exige no sólo lealtad sino sumisión.

¿Qué López Obrador pesará más?

Hay episodios que exhiben la fortaleza pero también la debilidad de AMLO. Lo que le puede hacer ganar y lo que le puede hacer perder

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