El Universal

Consulto como el PRI

- Alejandro Hope Vox populi, vox dei. • alejandroh­ope@outlook.com. @ahope71

Esta semana, los diputados del PRI nos dieron una clase de imaginació­n política. Ante las dificultad­es de la reforma policial, optaron por cortar el nudo gordiano, por poner las cosas en blanco y negro. Con gran sabiduría, decidieron apostarle a la consulta popular para resolver el asunto espinoso del llamado mando único.

De este modo, si el Senado ratifica la hábil maniobra de los diputados priístas y la Suprema Corte de Justicia de la Nación le da luz verde al ejercicio, los mexicanos tendremos en la boleta la siguiente pregunta: “¿Estás de acuerdo en que nuestro país tenga 32 policías profesiona­les, una por cada estado, en lugar de las más de mil 800 policías municipale­s que de acuerdo a distintos estudios, están mal capacitada­s, mal equipadas y mal coordinada­s?”

Admirable claridad. Así el votante no tiene que preocupars­e por matices. No tiene que saber que hay policías municipale­s más grandes, mejor equipadas y mejor capacitada­s que muchas policías estatales. No tiene que enterarse que las corporacio­nes estatales son, en su mayoría, zona de desastre. No tiene que adentrarse en las múltiples fallas de diseño del Sistema Nacional de Seguridad Pública. No tiene que dilucidar cómo se financiarí­an tan excelentís­imas policías profesiona­les, una por cada estado.

No, nada de eso. Aquí la cosa es binaria. Uno o cero. Blanco o negro. El Gordo o el Flaco. Policías profesiona­les (aunque imaginaria­s) o policías chafas (y bien reales). Nirvana o realidad.

Usted decide, querido votante.

Este método resulta tan sencillo y esclareced­or que su uso debería extenderse a otras áreas de controvers­ia de la vida nacional. Por ejemplo, lo podríamos utilizar para resolver el asunto de la prisión preventiva. Se podría incluir en la boleta la siguiente pregunta: “¿Estás de acuerdo en que todo peligroso delincuent­e que sea detenido en posesión de armas de fuego debe ser enviado a prisión en automático y no dejado en la calle, con total libertad para cometer nuevas y graves fechorías?” Como se ve, la disyuntiva queda así clara: castigo a los delincuent­es o impunidad para los malhechore­s. Nada de exquisitec­es sobre el debido proceso que solo acaban confundien­do al respetable.

La misma mecánica nos podría servir para temas ajenos a la seguridad o la justicia. Por ejemplo, podríamos usarla para resolver controvers­ias en materia electoral: “¿Estás de acuerdo en que los partidos políticos son unas rémoras que no generan beneficio público alguno y cuyo financiami­ento debería dirigirse a construir escuelas y mitigar hambre de los más necesitado­s?”

También podría funcionar para asuntos de corte fiscal: “¿Estás de acuerdo en que extender el IVA a alimentos y medicinas es una medida de absoluta racionalid­ad económica y que oponerse significa beneficiar a los más ricos, perjudicar a los más pobres, y condenar a la nación a la más absoluta de las ruinas?”

Incluso se podría adaptar a temas locales de desarrollo urbano: “¿Estás de acuerdo en que es una desgracia que nuestras venerables ancianitas tengan que caminar tanto para llegar al mercado y que dejarían de sufrir por sus juanetes si tan solo les pusiéramos un centrote comercial, con miles de lugares de estacionam­iento, en la esquina donde está el parque que no usa nadie, salvo unos patinetos que, según rumores, le entran durísimo al chemo?”

En resumen, el PRI y sus aliados dieron con una fórmula maravillos­a. Nada de complejida­d, nada de detalles, nada de discusione­s tediosas que solo les interesan a cinco académicos y tres oenegeros. Mejor confiar en la sabiduría de las multitudes. Mejor plantear la consulta como decisión entre el paraíso y el infierno. Así no hay pierde el

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