Pega deportación en salud de migrantes
• En 2017, mil han sido atendidos por depresión, reportan • Casos más comunes son hombres de entre 20 y 40 años
Tijuana.— Roberto permanece sentado en espera de que una voluntaria de la Casa del Migrante en esta ciudad le corte el cabello. Clava su mirada en el suelo, se abraza a sí mismo, la joven le dice un par de palabras que parece no escuchar, luego de unos segundos él se quiebra y rompe en llanto.
De acuerdo con el Hospital de Salud Mental de Tijuana, cada mes recibe entre cuatro y cinco pacientes que son recién deportados; sin embargo, la cifra está por debajo de 2016, cuando hubo poco más de 39 mil repatriados por la frontera San Diego-Tijuana.
Roberto es parte de la estadística. Llegó a Tijuana hace un par de meses, vivía en Los Ángeles, California. Trabajaba en la construcción y su esposa se hacía cargo de sus dos hijas, el dinero que ganaba les permitía vivir así.
En la nueva realidad, dice que su familia está desamparada. Le preocupa cómo van a sobrevivir, cómo va a ganar dinero en México para poder enviárselos, también tiene dudas de si el salario que perciba les va a alcanzar para comer a él y a su familia.
La directora del Hospital de Salud Mental en Tijuana, Marcela Romo, estima que al menos uno de cada cinco deportados que llegan a la institución tiene algún problema en su salud que no ha sido atendido y que está relacionado con la depresión o la ansiedad.
La doctora tiene una especialidad en geriatría, pero además realizó un estudio sobre el impacto en la salud mental de los migrantes de tercera edad que son deportados.
Algunas de las conclusiones son que la principal afectación es el haber salido forzadamente del país, pero también la separación familiar y el proceso de adaptación a una vida distinta de la que tenían en Estados Unidos, que muchas veces es peor.
“Llegan con nosotros con depresión y ansiedad, pero además tienen otras enfermedades como diabetes, presión alta, obesidad. Hay un impacto muy importante independientemente de si se van o si se quedan”.
La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca también es parte del problema. En el hospital han detectado un aumento en el impacto en la salud mental de los migrantes, por todos aquellos que son deportados y que ahora creen que tienen menos posibilidades de poder regresar.
En 2017, mil deportados mexicanos han sido atendidos en el módulo de atención permanente ubicado en el edificio del Instituto Nacional de Migración (INM), indica la secretaria Ejecutiva de la Comisión de Salud Fronteriza México-Estados Unidos, Gudelia Rangel, aunque estiman que para el próximo año haya un repunte.
De acuerdo con las atenciones, los casos más comunes son hombres de entre 20 y 40 años, aunque en menor proporción también hay niños acompañados, jóvenes o mujeres.
Sólo en Tijuana se ha documentado el caso de dos migrantes que tras su deportación se suicidaron, uno de ellos se arrojó de un puente. El incidente más reciente fue un hombre que también se tiró de un puente, no murió, pero luego se prendió fuego.
Sin embargo, el problema no es exclusivo de quienes llegan al país:
“Niños migrantes que viven en Estados Unidos han dejado de ir a las escuelas por temor a ser deportados, incluso los padres también decidieron dejarlos de llevar. Es difícil contabilizar el incremento si pensamos que no van a los módulos que instaló el consulado por miedo a que al cruzar la calle los deporten”, advierte.
“Llegan con nosotros (los deportados) con depresión y ansiedad, pero tienen otras enfermedades como diabetes, presión alta, obesidad” MARCELA ROMO Directora del Hospital de Salud Mental