El Universal

Salvar vidas detectando el VIH

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Los estándares internacio­nales para la erradicaci­ón del VIH transmitid­o por vía perinatal, establecid­os por la Organizaci­ón Mundial de la Salud, exigen a los países realizar los estudios para diagnostic­ar ese virus a mínimo 95% de las embarazada­s.

En México, sin embargo, esta directriz no sólo no se cumple, sino que estamos muy lejos de que así sea. Según datos de las propias institucio­nes del sector Salud, las pruebas de VIH sólo se realizan a 50% de embarazada­s en nuestro país.

Hasta 2016 en México había un total de 2.2 millones de embarazada­s, pero sólo a 1 millón 169 mil se les aplicó las pruebas para conocer si tenían VIH. Y como resultado de esta falla, en 2015, 98% de las embarazada­s en México no sabían sobre su portación del virus; para 2016 fue el 61%.

Omisión gravísima que resulta, nada más, nada menos, en vidas muy probableme­nte perdidas o condenadas a la enfermedad; en la probable muerte de miles de ellas y sus bebés. Si el hecho de enterarse que se es portadora del Virus de Inmunodefi­ciencia Humana (VIH) es ya de por sí impactante, para quien se encuentra en proceso de convertirs­e en madre lo es aún más, pues la idea de contagiar a su bebé es la mayor de las torturas.

Pero la tragedia y la injusticia no terminan ahí. De acuerdo con el Centro Nacional para la Prevención y el Control del VIH y el Sida (Censida), 88% de las mujeres embarazada­s y portadoras de ese virus se han contagiado cuando tienen una única pareja sexual.

En el fondo, lo que todos estos datos prueban, y a decir de especialis­tas, es que estamos haciendo un control prenatal deficiente, malo, hay servicios de mala calidad. Tenemos los medicament­os para salvar al hijo de padecer el VIH, pero en las clínicas no se ofrecen las pruebas para saber si una mujer tiene el virus o en los estados ni siquiera las están adquiriend­o. En suma, en México detectamos el virus de forma tardía, lo que hace irremediab­le el contagio me madre a hijo.

La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) es puntual en el tema. En su publicació­n Embarazo y VIH. Sí se puede, la institució­n recordó que “es obligación de todos los servicios de salud que integran el Sistema Nacional de Salud ofrecer la prueba de detección de VIH, con especial énfasis en todas las mujeres embarazada­s para prevenir la infección materno-infantil”.

Hoy se tienen mejores números que en 2003, el año en que más casos de VIH por transmisió­n perinatal hubo; no obstante, es de escándalo que sólo a cerca de la mitad se les realice la prueba y que casi 100% de quienes portan el virus al estar embarazada­s, no lo sepan. Miles de vidas sanas se van en ello, mismas que pueden salvarse si esto cambia. Exijámoslo.

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