Trump, un paso atrás para EU
••• Washington.— Por algunos instantes, a comienzos de este año se llegó a pensar que el Donald Trump candidato, explosivo e irreverente como ninguno, daría paso a una versión de él mismo más atemperada y en línea con la responsabilidad que viene con las llaves de la Casa Blanca.
Nada más distante de la realidad. En estos 11 meses que van desde que llegó a la Oficina Oval, no ha pasado un día sin que el presidente republicano se haya visto envuelto en una polémica. Trump arrancó su mandato con dos claros objetivos en mente: imponer la agenda populista-nacionalista que lo llevó a la victoria y deshacer en su integridad el legado de su antecesor, el ex presidente Barack Obama.
El caos por sus decisiones iniciales —incluyendo el veto migratorio a países de mayoría musulmana— se vio agravado por la escandalosa investigación adelantada por el Buró Federal de Investigaciones (FBI) y el Congreso para determinar si su campaña colaboró con Rusia para influir en el resultado de las elecciones del año pasado. El tema se ha posado como una nube negra que amenaza su presidencia.
El Congreso, pese a estar dominado por los republicanos, ha avanzado muy poco en la agenda que se fijó el presidente. No pudieron, por ejemplo, ponerse de acuerdo para desarticular la reforma de la salud que aprobó Obama. Tampoco aparecieron los fondos que Trump pidió para construir el muro en la frontera con México. Sólo al final, Cámara Baja y Senado lograron ponerse de acuerdo en torno a una polémica reforma tributaria.
“El patrón normal de una presidencia suele ser un primer año productivo y, luego, un descenso paulatino hacia el agotamiento, la incompetencia y el escándalo. Es decir, este primer año de Trump parece el octavo de otras presidencias. Ya tocado el piso, quizás lo que viene sea mejor”, afirma Yuval Levin, editor en jefe de National Affairs, una de las publicaciones más reconocidas en los círculos conservadores del país.
En la arena internacional es donde Trump ha sido más “exitoso” a la hora de implementar su política nacionalista: puso freno a las negociaciones para integrar la Alianza Transpacífica (TPP, por sus siglas en inglés) y ha forzado una polémica renegociación del TLCAN que aún está sobre la mesa y es fuente de alta tensión con México y Canadá.
Asimismo, dio reversa al sí que había dado EU al Acuerdo de París sobre cambio climático, descertificó el pacto con Irán para poner freno a sus ambiciones nucleares, está enfrascado en una retórica belicista con Corea del Norte que tiene al mundo en ascuas y anunció este mes que EU reconocerá a Jerusalén como la capital de Israel, noticia que cayó como una bomba en Medio Oriente.
“Lo que estamos evidenciando es un debilitamiento real del liderazgo y la credibilidad de EU en el mundo”, es la sentencia que sin tapujos emite Nicholas Burns, subsecretario de Estado en los años de George W. Bush.
Con América Latina, las relaciones entre EU y la región regresaron a las épocas en las que sólo Cuba y el narcotráfico eran los temas relevantes.
El 2018 también pinta explosivo. En el caso de Latinoamérica, dice el ex embajador Jeffrey Davidow, la retórica de Trump podría elevar las probabilidades de Manuel López Obrador en México, lo cual podría fracturar aún más las relaciones dada las inclinaciones nacionalistas de ambos. La suerte del venezolano Nicolás Maduro quizá también pase por la Casa Blanca —Trump dejó abierta la posibilidad de una opción militar—. Pero donde hay más angustias es en torno a la situación en la península coreana, con la posibilidad, muy real para algunos, de que se desate la primera guerra nuclear en la historia del planeta. Lo delicado con Trump, y este año ha sido testigo de ello, es que cualquier cosa, incluso un escenario semejante, es viable.
“Lo que estamos evidenciando es un debilitamiento real del liderazgo y la credibilidad de EU en el mundo”
NICHOLAS BURNS Ex subsecretario de Estado de EU