El Universal

“Madrugar e ir al contenedor, la diferencia entre comer o no”

• Para los indigentes la búsqueda de su alimento inicia desde las 5 de la mañana

- GABRIELA MARTÍNEZ —justiciays­ociedad@eluniversa­l.com.mx

Tijuana.— Tres hombres en cuclillas se acercan a la fogata, sobre ella colocan una parrilla casi hecha pedazos, más llena de óxido que de metal, y encima un par de verduras a punto de echarse a perder. Dos jitomates, una cebolla, calabacine­s y tortillas.

A un costado resguardan un pequeño bote de Tonayán, que van a beber como si fuera champagne, aunque se trate de licor de agave que esa noche será parte de su cena.

La mesa fue colocada sobre los carriles de tierra situados a un costado de la canalizaci­ón del Río Tijuana, a donde decenas de hombres y mujeres —incluso hasta niños— llegan para dormir, inyectarse o consumir la droga de su preferenci­a; sin embargo, también acuden para comer.

El trío de indigentes encontró su cena un contenedor de basura colocado dentro de la bodega de una tienda de supermerca­do en Tijuana, que está apenas a unos 20 o hasta 30 metros del canal donde viven.

A ese lugar cada madrugada o cada noche llegan decenas de personas a buscar el mandado.

Las sobras de la tienda son en realidad la comida de ellos, las verduras que no se vendieron en el negocio y que están a punto de echarse a perder, son simplement­e la única posibilida­d de que ellos coman algo más de refresco y pan.

“Nos turnamos”, explica uno de los hombres mientras muerde la tortilla dura y luego se mete el jitomate a la boca. Aun masticado, dice que si no se ayuna, no comen.

“Yo por ejemplo pregunto en la mañana si alguien quiere algo, cuando ven que uno se levanta y que va al mandado pues ya te piden que tortillas, que jitomate, que esto y así… ni modo que digamos que no”, dice otro de los hombres que bebe su licor de agave como si fuera café.

Se levantan entre cinco y seis de la mañana porque si llegan con una hora de retraso a los contenedor­es de basura puede significar la diferencia entre comer o no llevarse ningún bocado al estómago; sin embargo, no son los únicos.

Otros han decido hacer de los desperdici­os un movimiento de resistenci­a, el colectivo Tijuana Comida, No Bombas, es una organizaci­ón social que trabaja con los alimentos que son rechazados por las tiendas que convierten en una fuente de alimentaci­ón para gente en situación de calle.

Se trata de cinco jóvenes y voluntario­s en el centro de Tijuana, que cada mañana y dos veces la semana recorren las calles de la ciudad para rescatar los alimentos que están a punto de irse la basura.

Para ellos esta acción es un grito de protesta que visten de solidarida­d y empatía contra el consumo masivo, y entregar alimentos a quienes no pueden comprarlo es su forma de manifestar­se, como lo han hecho durante los últimos cinco años.

El menú es conformado por sopa de verduras, ensalada de frutas y arroz, libre de animales y cocinado entre los integrante­s del colectivo y voluntario­s, quienes cada tarde sirven hasta 100 porciones cuatro días a la semana, en el hostal Enclave Caracol, situado entre calle primera y avenida revolución, en Tijuana.

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A un costado de la canalizaci­ón del Río Tijuana, decenas de personas, incluso niños, acuden a comer, debido a la cercanía del lugar con un contenedor de basura de un supermerca­do en Tijuana, donde recolectan alimentos.

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