El Universal

Un represor en Morena

- Raúl Rodríguez Cortés @RaulRodrig­uezC rrodriguez­angular@hotmail.com raulrodrig­uezcortes.com.mx

La noche del 13 de junio de 2006, con el centro de la ciudad de Oaxaca tomado y paralizado por los maestros de la sección 22 del SNTE desde el 22 de mayo anterior, el entonces gobernador Ulises Ruiz escuchaba propuestas de solución al conflicto. Su secretario general de gobierno, Jorge Franco Vargas, echó al ruedo al secretario de Seguridad Pública, Jorge Vera Salinas, un marino ex agente del Cisen de cuya lealtad no dudaba, pues le debía el puesto y la carrera política. Vera le pidió a Ruiz tan sólo nueve minutos para desalojar a los revoltosos y, ya con el aval del gobernador, puso en marcha el operativo.

A las 4:50 de la mañana del 14 de junio, granaderos de la policía oaxaqueña iniciaron el desalojo, tundieron a macanazos a los paristas y detuvieron a varios de los líderes magisteria­les en aquella tan cruenta como fallida operación.

Contra lo prometido por Vera, la acción policiaca sólo atizó la inconformi­dad, radicalizó a los maestros, provocó el aglutinami­ento de decenas de organizaci­ones populares y sindicales en la Asamblea Popular de Pueblos de Oaxaca (APPO) y dio lugar a una verdadera insurrecci­ón contra el gobierno de Ulises Ruiz.

Después de aquel fallido desalojo, rodó la cabeza de Jorge Franco Vargas, apodado El Chuky desde los tiempos en que era porro de la Universida­d Autónoma Benito Juárez (UABJO) y hacía los trabajos sucios a su amigo Ulises Ruiz, cuando éste empezaba su carrera política.

El Chuky pagó la factura con su renuncia, pero siguió operando para el gobernador durante los casi cinco meses que se alargó la crisis. Ruiz solicitó y obtuvo la presencia en Oaxaca de la Policía Federal que, el 30 de octubre de 2006 y tras seis horas de batalla campal, recuperó el control del centro de la ciudad. El entonces presidente Vicente Fox había ordenado el operativo, presionado por la escalada de violencia que en la víspera había dejado cuatro muertos, entre ellos el camarógraf­o estadounid­ense independie­nte Brad Will.

La represión no resolvió la raíz del conflicto por lo que, en los meses subsecuent­es, Jorge Franco, sin cargo formal y de la mano de Vera Salinas —según denuncias de los maestros de la sección 22 y militantes de la APPO— puso en marcha un mecanismo de represión al que se conoció como las “caravanas de la muerte”.

A ellas se atribuyero­n decenas de detencione­s ilegales, otras tantas desaparici­ones forzadas (como las de dos miembros del EPR: Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz Sánchez, ocurrida el 25 de mayo de 2007) y por lo menos 21 muertos.

Franco Vargas siguió con Ulises Ruiz hasta que éste no le cumplió la promesa de hacerlo candidato a gobernador. Entonces renunció al PRI y obtuvo la protección de Gabino Cué, quien llegó al gobierno en 2007 e impidió que El Chuky fuera investigad­o por la Comisión de la Verdad, creada para esclarecer los hechos y encabezada por la antropólog­a Mariana Patricia Jiménez Ramírez y el sacerdote Alejandro Solalinde.

Jorge El Chuky Franco Vargas hoy se presenta como asesor de Morena, vendiendo lo que siempre ha ofrecido: el control de las estructura­s electorale­s priístas de Oaxaca. De manera que este presunto represor asesora a la fuerza política en la que militan algunos de quienes lo acusaron de delitos de lesa humanidad: el propio padre Solalinde, el ex dirigente magisteria­l Santiago Chepi y Juan Carlos Soriano, el hombre al que se atribuyó, en su momento, el haber disparado al camarógraf­o Brad Will.

Franco se reunió el pasado 21 de diciembre con el ex coordinado­r de la Junta de Gobierno del Congreso del Estado, el morenista Irineo Molina, con el ex rector de la UABJO, Eduardo Martínez Helmes y la diputada, también morenista, Hilda Pérez Ruiz.

No debe sorprender­nos la facilidad y el cinismo con que los políticos cambian de chaqueta en estos días. Oaxaca es un caso emblemátic­o: el ex gobernador Diódoro Carrasco era priísta y hoy es secretario de Gobierno en Puebla bajo las siglas del PAN; el también ex gobernador Gabino Cué fue priísta, pero llegó al poder con los colores PRD-PAN; el ex candidato a gobernador José Antonio Estefán Garfias lo fue por el partido del sol azteca después de años de militancia tricolor; y el actual presidente del Tribunal Superior de Justicia del Estado, Raúl Bolaños Cacho, dejó al PRI para sumarse a Movimiento Ciudadano.

Si Morena, como aseguran su candidato presidenci­al y sus liderazgos, defiende principios y congruenci­a, no puede aceptar a personajes como Jorge Franco. Mucho daño le hace seguir recibiendo tanto cascajo político. Más ahora que todo el aparato del Estado y todos los aspirantes a la Presidenci­a se han impuesto como objetivo estratégic­o evitar que López Obrador gane la elección.

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