El Universal

Hombre de la tercera edad se suicida cerca de módulo de policía

• Agustín, de 72 años, dejó una carta póstuma en la que aseguró que se quitó la vida porque no quería vivir con Alzheimer

- ANDREA AHEDO —metropoli@eluniversa­l.com.mx

El cuerpo de Agustín Mejía, de 72 años, apareció ayer, a las ocho de la mañana, recargado a un árbol justo al lado de la estación de Policía Nonoalco, en Tlatelolco. Estaba sentado sobre la plancha de hojas y tierra.

Una mancha roja en su camisa de color claro se veía a pocos metros. Ese día Agustín usaba una boina café, que ocultaba sus ojos detrás de los anteojos redondos y su barba canosa. Su cabeza estaba un poco ladeada hacia la derecha y sus manos, una sobre otra, deteniendo un cordón blanco.

A pocos centímetro­s de su cuerpo, pasando por su pantalón de vestir color beige y sus zapatos negros boleados, estaba el otro extremo de ese cordón, que detenía una hoja blanca con letras impresas. Era una carta dirigida al Ministerio Público. En el primer mensaje, de los varios párrafos, pedía disculpas a las autoridade­s de la Ciudad de México por haber ido a ese punto para quitarse la vida.

“Les pido una disculpa… pero quise hacerlo cerca de sus cámaras para que no se culpe a nadie de mi muerte, y para que me dispensen la autopsia si eso fuera posible”, escribió.

Los policías aseguran que a un lado de su cuerpo había un arma de calibre .38 milímetros marca Taurus, sin alguna matrícula sobre ella, y que el disparo que le quitó la vida estaba a la altura de la cabeza. Una policía de la estación fue quien encontró el cuerpo y fue un paramédico a bordo de una bicicleta del Escuadrón de Rescate y Urgencias Médicas quien corroboró que ya no tenía signos vitales.

El cuerpo de Agustín fue trasladado al anfiteatro de la agencia del Ministerio Público por personal de la CUH-1, donde se inició una averiguaci­ón previa por presunto suicidio.

En la carta que estaba a un lado de él aparecían cuatro firmas con pluma negra en los cuatro extremos de la hoja. “Me suicido por el rápido deterioro que estoy teniendo en mi salud mental, ya que estoy empezando a perder la memoria y no quiero vivir con Alzheimer”. Su esposa María Concepción, de 66 años, se dirigió a el Jardín la Pera, en las calles de Lerdo y Eje Central, donde estaba el cuerpo.

Ambos vivían juntos muy cerca del teatro Isabel Corona. “Perdón por este mal rato pero ya ven que este país la ley no contempla la muerte asistida, doy las gracias a las autoridade­s por la orientació­n que le puedan dar a mi mujer, porque en este caso no hay nadie que le pueda dar apoyo”.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico