CDMX: EL PROBLEMA ES EL GOBIERNO: MIKEL ARRIOLA
Cuando el problema es el gobierno y no la solución, hay que cambiar de gobierno. El gobierno es una creación del hombre para garantizar seguridad y servicios a los ciudadanos: es un instrumento para servir.
El gobierno debe estar integrado por servidores públicos honestos y experimentados para que los servicios sean de calidad y el ciudadano gane en satisfacción e incremente permanentemente su bienestar. Cuando esta premisa no se cumple los ciudadanos sufren las consecuencias al sentirse inseguros y al recibir menos y peores servicios públicos.
Desafortunadamente esto pasa en la Ciudad de México ya que desde hace dos décadas los gobiernos no sirven a los ciudadanos para servir a cúpulas, tribus y clientelas.
Los datos apuntan a que la gente se siente más insegura. 86% de la población percibe que puede ser asaltada en la calle o en el transporte público. Los delitos han crecido 27% en 7 años y apenas se resuelven 6 de cada 100. Tan sólo entre 2016 y 2017 se duplicaron los atracos en el Metro. Lo anterior tiene un costo social alto. Menos gente sale a caminar o permite que sus hijos salgan a jugar. Hoy el 77% de la población piensa que vivía mejor hace 20 años.
Otra preocupación es la movilidad. La calidad de vida se deteriora por la falta de inversión en transporte público. A pesar de haber aumentado el precio del boleto apenas se han construido 24.5 km de Metro en 20 años, cuando el ritmo de crecimiento debería ser de 15 al año. En la administración de AMLO no se construyó un centímetro de Metro y éste amenaza con cancelar el proyecto de infraestructura más importante de la CDMX, el nuevo aeropuerto.
No invertir en el Metro implicó que los tiempos de traslado entre un punto y otro de la ciudad se duplicaran y que la contaminación aumentara, lo que incrementa los riesgos a la salud. En 2017 sólo tuvimos 21 días con aire de buena calidad.
Los demás servicios no escapan al deterioro. El suministro de agua potable constante se redujo casi 10% entre 2013 y 2015. Sólo 56% de los capitalinos cuentan con este servicio.
En materia de salud se redujo el número de consultas prestadas al año, aunque el gobierno anuncia que los médicos van a los hogares.
Por el lado de la economía, la historia es de mal gobierno y el ciudadano paga los platos rotos en su patrimonio. La CDMX es la penúltima menos competitiva del país conforme a la medición del Banco Mundial de 2016.
El ingreso de la gente se redujo de 24 mil 600 pesos mensuales en 2008 a 21 mil 700 en 2016, y 7.5% de los capitalinos está por debajo de la línea de bienestar mínimo. Los datos confirman que los gobiernos de izquierda han aumentado la pobreza.
En lo que más nos duele a los mexicanos hoy, la CDMX está a la cabeza. Según el Inegi en 2015 la capital fue la entidad con más corrupción en el país. El 62% de la población manifestó que los actos de corrupción son muy frecuentes.
Esto se atribuye a una burocracia extractiva que condiciona y cobra los servicios degradando la imagen del gobierno. Es muy frecuente escuchar que se condicionan los programas sociales al voto y que los permisos de construcción tienen precio.
La solución consiste en regresarle al gobierno su esencia ciudadana para que con honestidad, experiencia y eficacia retome su tarea básica: garantizar la seguridad y entregar servicios de calidad sin condicionamiento.
No tenemos que acostumbrarnos a que año con año aumenten los delitos y se degraden los servicios, a que nos cobren por servicios públicos ineficientes o que nos condicionen programas sociales por votar por algún partido. No podemos resignarnos a que lo normal sean gobiernos malos.
Como capitalinos no olvidemos que es factible exigir cuentas a los políticos y en la democracia podemos transitar a una ciudad funcional que recupere la grandeza de la Capital de México.