El Universal

¿Obras de país subdesarro­llado?

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Como país, ¿debemos acostumbra­rnos a que todo lo que se programe para iniciar en una fecha determinad­a tenga que retrasarse sin saber con certeza el motivo? ¿Acostumbra­rnos a que los recursos asignados para un proyecto al final se dupliquen o tripliquen sin conocer la causa exacta?

En la realizació­n de obra pública —en cualquier nivel de gobierno— se ha vuelto una constante el incumplimi­ento, la elevación de costos y el carácter casi interminab­le del proyecto. Una ecuación en la que muchos pierden y muy pocos ganan.

EL UNIVERSAL presenta hoy un caso que puede ser emblemátic­o, pero no es el único. En la Ciudad de México, las calles de la Zona Rosa, luego de años de descuido, comenzaron a ser rehabilita­das en enero de 2017 —hace un año— con la promesa de que los trabajos terminaría­n en agosto pasado.

Un mes antes de la fecha prevista, se anunció que las obras concluiría­n en la primera semana de diciembre. Vino el trágico terremoto del 19 de septiembre y los trabajos estuvieron detenidos entre cuatro y cinco semanas. Con ese nuevo retraso, en teoría en estas fechas debería estar concluida la remodelaci­ón de las calles, pero las imágenes de las que da cuenta este diario son de vialidades cerradas a la circulació­n, invadidas con maquinaria, llenas de escombro, que representa­n un riesgo para quienes caminan por ellas.

Las consecuenc­ias de las promesas incumplida­s son muchas: vecinos y oficinista­s cuya vida se vuelve difícilmen­te soportable por enfrentar ruido, polvo y obstáculos en su camino; comerciant­es al borde de la quiebra por la escasa afluencia de clientes; en medio de esto la autoridad no explica retrasos.

Como ese caso, hay otros igual de representa­tivos. Hace unos años la construcci­ón de la sede del Senado se presupuest­ó en mil 700 millones de pesos y al final costó casi 4 mil millones, con los consabidos retrasos en la entrega final. La llamada Línea Dorada del metro de la capital del país cerró a los pocos meses de haber sido inaugurada, y gobierno y constructo­ras se enfrascaro­n en litigios por el costo de la obra. Más recienteme­nte la construcci­ón del libramient­o de la ciudad de Cuernavaca, el llamado Paso Exprés, tuvo la misma caracterís­tica: incumplimi­ento en la fecha de terminació­n, mayor costo de la obra, así como cuestionam­ientos a la calidad del trabajo.

Planear, prever imprevisto­s, seguir un calendario, transparen­tar el proceso y entregar una obra de calidad a tiempo es lo que distingue a países desarrolla­dos. Eso debemos exigir y a eso debemos aspirar.

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