El Universal

Inclusión en la era digital

- Por GABRIELA CUEVAS

Las transforma­ciones digitales tienen un alto impacto en nuestras vidas y modifican nuestros comportami­entos. Los últimos veinte años, en los que el acceso a internet ha pasado del 4% al 40% de la población mundial, ha sido también el periodo en el que el desarrollo de los medios digitales para la comunicaci­ón y el intercambi­o de datos ha visto su mayor desarrollo. Sólo entre 2010 y 2015 el número de usuarios aumentó 60% y se estima que para 2019 el volumen de tráfico global en internet sea 66 veces mayor que en 2005.

No sorprende entonces que la producción global de bienes y servicios de las tecnología­s de la informació­n y la comunicaci­ón (TIC) represente el 6.5% del PIB mundial. Los beneficios de la digitaliza­ción aumentan la eficiencia y reducen costos. Sus avances más significat­ivos se reflejan en una mayor apertura de la economía mundial mediante plataforma­s que han impulsado el comercio y las actividade­s financiera­s. Sin duda, la actual economía digital se ha acompañado de mayores oportunida­des de desarrollo, de un impulso en el crecimient­o de la productivi­dad, así como de innovación y mejores condicione­s de competitiv­idad. Las transaccio­nes electrónic­as son cada vez más comunes y sus resultados más visibles en el PIB global. Sólo en 2015 las ventas mundiales de comercio electrónic­o alcanzaron los 25.3 miles de millones de dólares.

De acuerdo con el último informe Perspectiv­as de la OCDE sobre economía digital, las tecnología­s digitales han tenido grandes avances, la infraestru­ctura de internet es cada vez mejor y la utilizació­n de los medios digitales es mayor. No obstante, los retos que enfrenta el mundo son mayúsculos y nuestro país no es la excepción. A pesar de que el Banco Mundial asegura que un incremento en la penetració­n móvil y de banda ancha en un 10% aumentaría el PIB per cápita en los países en desarrollo en más de 1.3%, el acceso al entorno digital dista de ser inclusivo. La brecha digital deja fuera a casi 60% de la población mundial, siendo las mujeres el sector más afectado. Además, recordemos el impacto de las nuevas tecnología­s y los medios digitales en el mercado laboral a nivel global. Se calcula que para 2020 más de 7 millones de empleos sean reemplazad­os y para 2050 más de la mitad de los que hoy existen desaparece­rán.

Por su parte, en México sólo 40 de cada 100 mexicanos tienen acceso a las TIC y el gasto en servicios fijos y de telefonía móvil en los hogares más pobres representa el 6% de su ingreso mensual. Si bien durante los últimos años se ha logrado reducir hasta en un 75% los precios de banda ancha móvil, México aún no vislumbra los beneficios de la economía digital. Mientras que en China ésta alcanza el 30% de su PIB, en nuestro país apenas concentra el 4%.

A la par de impulsar la creación de infraestru­ctura digital e innovación tecnológic­a, y establecer controles y marcos regulatori­os que protejan a los usuarios de los servicios digitales, apremia contar con políticas públicas eficaces y de largo alcance que aseguren el acceso incluyente a las herramient­as digitales y garanticen el desarrollo de capacidade­s cada vez más especializ­adas para consolidar el aprovecham­iento de las ventajas de la economía digital.

En ese sentido, impera también que, mediante una visión de Estado, México invierta mayores recursos en el desarrollo científico e innovación con miras a enfrentar la dinámica del futuro del mercado laboral y la automatiza­ción de los procesos productivo­s. En este escenario, la cooperació­n internacio­nal juega también un papel fundamenta­l en la afrenta a los desafíos que imponen la seguridad digital y la protección de la privacidad que quebrantan la confianza y los beneficios sociales de la digitaliza­ción.

Senadora por el PAN. @GabyCuevas

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