El Universal

¿Hacia el fin del pacto de impunidad?

- Por CARLOS HEREDIA ZUBIETA @ecardenass­an: Profesor asociado en el CIDE. @Carlos_Tampico

El mayor reto que enfrentan los candidatos a la Presidenci­a de la República es terminar con el pacto de impunidad que protege a los corruptos.

La cleptocrac­ia (del griego clepto, robo, y cracia, fuerza) es el establecim­iento del poder basado en el robo de capital, institucio­nalizando la corrupción y sus derivados como el nepotismo, el clientelis­mo político y el peculado, de forma que estas acciones delictivas queden impunes debido a que la totalidad de los sectores del poder están corruptos, desde la justicia, los funcionari­os de la ley y todo el sistema político, económico y electoral.

Tenemos un Presupuest­o de Egresos ficticio y el gobierno hace lo que quiere con nuestro dinero de manera impune, nos dice Leonardo Núñez en su libro ¿Y dónde quedó la bolita? (Aguilar, 2016).

El más reciente episodio es que la fiscalía de Chihuahua ha acreditado el desvío de recursos públicos para las campañas del PRI en el sexenio del priísta César Duarte. Tiene razón Porfirio Muñoz Ledo cuando señala que la multiplica­ción de gobernador­es priístas a quienes se les han probado delitos electorale­s debería llevar a la cancelació­n del registro del PRI como partido político.

En 2000 y 2006 la alternanci­a electoral no llevó a una ruptura del pacto de impunidad. Tanto Fox como Calderón dejaron intocadas las redes de negocios ilícitos, de complicida­d y de encubrimie­nto que caracteriz­an al ‘sistema’ mexicano. Cambiaron las personas, pero permanecie­ron las prácticas corruptas. Si un ex gobernador va a dar a la cárcel, es para cumplir su parte de un trato que le permita conservar el dinero robado a cambio de su silencio.

En 2018 el candidato del PRI no levanta. No concita ni el apoyo de la base priísta. En la antesala de la elección presidenci­al del 1 de julio la cleptocrac­ia que nos desgobiern­a teme por su suerte.

Nuestras élites quieren asegurarse que quien llegue a la Presidenci­a permita su reproducci­ón sin moverle un milímetro a las reglas no escritas.

Los sindicatos oficialist­as son meras correas de transmisió­n de los grandes grupos económicos y fuentes de apoyo político corporativ­ista. Que amplias franjas de los mexicanos apenas sobrevivan con salarios de miseria no es un problema; sólo se torna una dificultad cuando no hay quien contenga la ira popular.

Sólo en 2017 fueron asesinados doce periodista­s, pero el régimen ve en el fin de su impunidad la mayor amenaza, su más grande riesgo, y de manera totalmente irresponsa­ble transfiere poderes civiles hacia las Fuerzas Armadas —la cleptocrac­ia requiere de defensa contra la indignació­n civil.

La administra­ción de EPN está en flagrante violación del Artículo 134 constituci­onal, que a la letra dice: ‘Los servidores públicos de la Federación, las entidades federativa­s, los municipios y las demarcacio­nes territoria­les de la Ciudad de México, tienen en todo tiempo la obligación de aplicar con imparciali­dad los recursos públicos que están bajo su responsabi­lidad, sin influir en la equidad de la competenci­a entre los partidos políticos’.

José Antonio Meade representa al sistema político agotado. No investigar­á los latrocinio­s de quienes lo instalaron en la candidatur­a priísta. Evade su propia responsabi­lidad.

Andrés Manuel López Obrador ofrece perdón a priístas que renuncien a su partido y se arrepienta­n del mal que han hecho.

Ricardo Anaya promete terminar con el pacto de impunidad.

El fin del pacto de impunidad no depende de un solo hombre. Las verdaderas transforma­ciones sólo puedensurg­irdeunasoc­iedadinfor­mada, consciente, organizada y movilizada. PD. Saludo la victoria de Enrique Cárdenas Sánchez el TEPJF quitó candado de firmas de apoyo en su búsqueda de precandida­tura independie­nte a la gubernatur­a de Puebla.

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