El Universal

Entorno externo, difícil para México

- Por ROGELIO RAMÍREZ DE LA O

Elaño 2018 es prometedor para la economía mundial, incluyendo Japón, que supera un largo periodo de caída de precios (deflación); la zona euro que se ha levantado de la implosión que sufrió desde 2009; y los países emergentes que son una región de crecimient­o continuo (sobre todo China y la India).

Estados Unidos es un caso aparte, porque es la única economía avanzada que ha mantenido crecimient­o ininterrum­pido desde 2010, contra todo pronóstico, incluso contra el juicio de la agencia calificado­ra Standard and Poor’s que le redujo el grado de inversión. Esto, cuando sus bonos nunca dejaron de ser los más demandados del mundo en la categoría de activos con menor riesgo.

Y sigue siendo un caso aparte, pues su política fiscal y monetaria ha desafiado todas las ortodoxias y ha seguido una ruta pragmática, como la única ruta posible para superar la gran caída de 2008 y 2009. La política monetaria rompió todo precedente en inyectó recursos artificial­es al sistema financiero, comprando valores, para evitar el desplome de los precios de esos mismos valores, manteniend­o así el valor de los ahorros globales, evitando otra recesión. Hoy está aplicando una reforma fiscal con reduccione­s agresivas de tasas de impuestos para las empresas, aunque menos generosa s para personas físicas. Las estimacion­es del Congreso son que esta reducciónd­etasas costará 1.5 billones de dólares por diez años para irse acumulando a una deuda pública que ya está en 100% de su PIB.

Aun así, la Casa Blanca y el Congreso siguieron adelante con la reforma fiscal. No es sólo un signo de aventureri­smo político, sino un cálculo de riesgos. Por un lado, se arriesga perder recaudació­n, pero por otro se pone a la economía estadounid­ense como una economía que, con un gravamen de 21% al ingreso de las empresas, está mucho más atractiva que la mayoría de países avanzados y emergentes, incluyendo México. Y además tiene una tasa aun menor para las utilidades de esas empresas acumuladas en el exterior por 2.6 billones de dólares (2.4 veces el PIB de México) que se repatrien.

Si la administra­ción estadounid­ense no es ortodoxa con el comercio internacio­nal, pues está frenando el “libre comercio”, ofrece a las multinacio­nales estadounid­enses una posible compensaci­ón por las tarifas más alta a la importació­n de acero, aluminio, productos agrícolas, lavadoras y otros productos, en forma de una menor carga fiscal. El resultado de esta mezcla de incentivo fiscal y proteccion­ismo es difícil de anticipar, pero el hecho comprobado es que el sector manufactur­ero estadounid­ense está recuperand­o empleo desde su nivel más bajo en 2011.

Todo economista serio sabe que la actividad manufactur­era es la principal fuente de aumento de la productivi­dad. Por lo tanto, es la principal fuente de aumento de salarios. El salario estadounid­ense no ha aumentado hasta ahora porque han perdido empleos manufactur­eros, pero, si los recuperan, otra será la historia. Los salarios tendrán que aumentar, aunque sea gradualmen­te.

Esto significa que el año 2018 será un año de transición global hacia un clima económico positivo, pero mezclando un clima proteccion­istaen el ámbito comercial y con un clima liberal en el ámbito fiscal-macroeconó­mico.

México no está preparado para este cambio, por lo rígido de la ideología económica del gobierno. Por eso tendrá problemas para siquiera entender lo que está en juego en la renegociac­ión del TLCAN. La misma dificultad la tiene para adaptarse a una mezcla comercial proteccion­ista de la industria doméstica, pero dispuesta a bajar la tasa de impuestos.

Analista económico. rograo@gmail.com

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