El Universal

Chávez Migrante por despecho

El joven salvadoreñ­o que viajó a EU en 1967 ha inspirado a miles

- Texto y foto: JOSÉ MELÉNDEZ Correspons­al

PSan José or despecho, tras sufrir un desencanto amoroso luego de que su novia lo abandonó para irse a México, Sifredo Chávez decidió migrar de El Salvador a Estados Unidos y el 27 de febrero de 1967 salió de Intipucá, municipio del surorienta­l departamen­to de La Unión, con destino a la ciudad de Washington.

Chávez, entonces de 27 años de edad, hizo su primera travesía en avión, con visa estadounid­ense.

Ahora, a casi 51 años de distancia, un letrero en el que se lee “Welcome to Intipucá City”, da la bienvenida a esta localidad que sobrevive y progresa gracias al flujo de remesas familiares de sus migrantes; por algo, se le conoce como “Ciudad del Dólar”.

“Chávez fue emblemátic­o: abrió camino para otros”, narró el intipuqueñ­o Carlos Velásquez, residente en Washington desde 1979, director de una página digital sobre “Intipucá City” y de un programa televisivo y conocedor de la vida del pionero.

Para recordar a Chávez, fue construido un monumento en su honor frente a la Iglesia de la Asunción de Intipucá, en el parque municipal El

Emigrante. Se trata de una estatua en la que se ve a Sifredo con una mochila al hombro y le recuerda como el primer intipuqueñ­o que emprendió la aventura hacia EU. Sin embargo, no hay registro de que fuera el primer salvadoreñ­o en emigrar al norte.

El resentido enamorado es símbolo de la comunidad migrante salvadoreñ­a en EU, a la que el presidente Donald Trump canceló el lunes el Programa de Estatus Temporal (TPS, por sus siglas en inglés) con el que Washington auxiliaba a ciudadanos de países que habían migrado por desastres naturales o guerras.

En el caso de El Salvador, fue el terremoto registrado en 2001. El TPS benefició a 190 mil salvadoreñ­os a los que ahora la Casa Blanca dio 18 meses para resolver su situación migratoria o abandonar el país.

“A los intipuqueñ­os en EU no les afecta. Vinieron hace muchos años y ya son estadounid­enses”, dijo Velásquez por teléfono desde Washington a EL UNIVERSAL. Pero para miles de salvadoreñ­os “es una catástrofe”, alertó, al subrayar que tan sólo en el área metropolit­ana de Washington hay entre 15 mil y 20 mil intipuqueñ­os, porque a los 5 mil salvadoreñ­os de la primera generación de migrantes se unieron pronto sus hijos, que conformaro­n la segunda generación.

Detrás de Silfredo Chávez, unos 2.5 millones de salvadoreñ­os han migrado a Estados Unidos (ya sea con visa o sin ella) empujados por la pobreza, en las décadas de 1960 y 1970; por la Guerra Civil de 1980 a 1992, y por la endémica crisis social y de insegurida­d que hace más de 25 años sufre esa nación, aunque muchos retornaron a la fuerza o por decisión propia.

Cifras oficiales de El Salvador revelaron que cerca de un millón y medio de salvadoreñ­os viven en Estados Unidos de manera legal, además de los irregulare­s.

El Progreso

En su primer viaje, Chávez trabajó durante seis meses en Washington DC y después, con la visa vencida, retornó con mucho dinero a Intipucá, lo que sorprendió a parientes y vecinos que siguieron sus pasos hacia la capital estadounid­ense.

Chávez volvió a pedir y obtener visa, retornó a Washington y allí se casó y tuvo hijos. En una ocasión padeció el calvario del migrante irregular porque caducó su autorizaci­ón de estadía estando en El Salvador, por lo que tuvo que entrar ilegalment­e por tierra desde México. Después gestionó su residencia legal, que obtuvo gracias a que sus hijos eran estadounid­enses.

Murió a finales de la década de 1990 en Washington y dejó el recuerdo de que siempre envió dinero a su pueblo como los demás intipuqueñ­os y, entre todos transforma­ron el lugar. Así, una localidad con calles de lodo y casas de bahareque y paja, Intipucá ahora muestra reluciente­s vías adoquinada­s, viviendas sólidas, instalacio­nes deportivas y escuelas, todo resultado del dinero ganado y donado por sus migrantes.

Sus pobladores están orgullosos del nexo con Estados Unidos porque la pujante existencia del pueblo está atada a los dólares que los intipuqueñ­os envían desde Washington y que son apenas una parte de los transferid­os a otras partes del país.

De acuerdo con cifras del Banco Central de El Salvador, las remesas totales —claves para la frágil economía salvadoreñ­a— aumentaron de 3 mil 910 millones en 2012 y 3 mil 969 millones en 2013 a 4 mil 217 millones de dólares en 2014 y 4 mil 270 millones en 2015, para alcanzar los 4 mil 576 millones en 2016 y, según cifras preliminar­es, se prevén unos 5 mil millones en 2017. Una parte importante de ese capital podría estar en riesgo a partir del 9 de septiembre de 2019, cuando terminará definitiva­mente el TPS para los salvadoreñ­os.

En esa avalancha de dinero, la escondida Intipucá nunca olvida a su ídolo y enfadado joven enamorado, Sifredo Chávez, quien les mostró los beneficios de la migración.

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Monumento a Sifredo Chávez colocado frente a la Iglesia de la Asunción de Intipucá, en el parque municipal El Emigrante, en El Salvador

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