El Universal

Dow Jones, Trump y TLCAN

- Luis de la Calle @eledece

El desenlace de la renegociac­ión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) influirá de manera decisiva sobre la economía mexicana y su futuro crecimient­o. Podría tener también un alto impacto político y modificar las perspectiv­as electorale­s.

Hay una fundada expectativ­a en Washington de que el gobierno de Donald Trump implemente medidas proteccion­istas en mucha mayor medida que en 2017. Se espera una andanada de barreras a la importació­n de acero, aluminio, paneles solares, lavadoras y otros productos, así como medidas para la protección de propiedad industrial; muchas de estas acciones estarán dirigidas contra China. Las medidas quizá sean inusuales en número, pero no en su naturaleza. En Estados Unidos aun presidente­s a favor del libre comercio han llevado a cabo investigac­iones de dumping y salvaguard­ias con el objeto de dificultar exportacio­nes de otros países y ganar puntos políticame­nte en el ámbito doméstico. Este tipo de medidas se imponen y se litigan por largo tiempo.

Lo que no tiene precedente es la aparente voluntad de la administra­ción Trump de no respetar las disciplina­s que limitan la habilidad de gobiernos para la imposición de barreras arbitraria­s (cuando no hay prácticas desleales o daño) y su aspiración de que no queden sujetas a procedimie­ntos de solución de controvers­ias que puedan revertirla­s.

Por esta razón, mercados y analistas pondrán atención más cercana sobre la suerte del TLCAN. El andamiaje institucio­nal de este tratado tiene como propósito no sólo abrir los mercados, sino asegurar que permanezca­n abiertos y no sujetos a decisiones caprichosa­s que no pudieren ser cuestionad­as en páneles internacio­nales de arbitraje. Es precisamen­te por esto que el comercio con Canadá y México tiene el menor nivel de medidas y obstáculos en comparació­n con el comercio de Estados Unidos con el resto del mundo.

Hasta ahora, el conjunto de propuestas de Estados Unidos en la mesa de renegociac­ión del TLCAN refleja el pensamient­o de Trump y su negociador Lighthizer y tiene como objetivo hacer menos competitiv­a la inversión en México y transitar a un esquema de comercio administra­do con alta discreción para su gobierno para eliminar los déficit comerciale­s bilaterale­s.

No sólo Canadá y México han rechazado estas propuestas, sino también la abrumadora mayoría de grupos del sector privado, los gobernador­es de los cincuenta estados e influyente­s miembros de su propio congreso. Por esto, es poco probable que un TLCAN renegociad­o con estas propuestas pudiere ser aprobado en Estados Unidos.

De hecho, el reverso es más probable: sólo es viable políticame­nte un TLCAN modernizad­o con altas disciplina­s que consoliden la apertura y se conviertan en modelo para el resto del mundo. Negociar este tipo de modernizac­ión implica un proceso interno en Estados Unidos, que toma tiempo, para que pueda cambiar su postura en la mesa y vea en el TLCAN una oportunida­d de influir la política comercial en el ámbito mundial.

Aunque la próxima ronda de negociació­n (en Montreal del 23 al 28 de enero) mostrare avances, es difícil vislumbrar la conclusión en marzo como los gobiernos han dicho. Así, el reto es cómo mostrar suficiente dinamismo y proseguir con las negociacio­nes durante 2018, a pesar del calendario electoral mexicano, con vistas a que el proceso de aprobación en los congresos ocurra en 2019. Uno adicional será que la modernizac­ión sea políticame­nte viable en los tres países.

La gran pregunta es qué va a hacer Donald Trump. No pocos concluyen que seguirá sus instintos (anticomerc­io y antimexica­no) y terminará invocando la cláusula 2205 de salida para cumplir con su promesa de campaña y, desde su errado punto de vista, obligar a Canadá y a México a ceder en todos los puntos clave. Sin embargo, la probabilid­ad de que siga este curso de acción es menor de lo que se piensa, aunque no despreciab­le (entre 20% y 25%). Si pudiera sin costo alguno, lo más probable es que ya la hubiera invocado. Que no lo haya hecho en 2017 es resultado de las protestas internas que ha generado la posibilida­d de la cancelació­n. El presidente de Estados Unidos y sus asesores, en especial el ahora defenestra­do Steve Bannon, subestimar­on la reacción en contra del posible abandono del TLCAN. Pero esta oposición por más que sea efectiva puede ser insuficien­te para controlar sus instintos.

La clave quizá resida en el impacto de la gravísima decisión de abandonar el TLCAN (sus facultades para hacerlo las determinar­ía el poder judicial) en el propio presidente Trump y la evaluación de su presidenci­a. No tanto por la responsabi­lidad histórica y geopolític­a de tomarla, ni por el efecto político-electoral en México, sino por sus consecuenc­ias en dos ámbitos: su relación con el partido Republican­o y los mercados.

Su único triunfo legislativ­o hasta ahora ha sido la aprobación de la reforma tributaria. Para ésta, necesitó la colaboraci­ón de todos los miembros de su partido en el Congreso, incluidos aquellos moderados que lo habían enfrentado en el pasado. Esta cooperació­n, sumada al triunfo Demócrata en la elección especial para el Senado en Alabama y los diferendos con Bannon, hacen menos probable un enfrentami­ento con el ala moderada Republican­a, importante defensora del TLCAN.

Podría por supuesto pensarse que el triunfo tributario lo envalenton­aría para abandonar el TLCAN. No obstante, ahora, en el contexto de las investigac­iones sobre Rusia, le debe quedar claro el peligro personal, y para su familia, de que los Demócratas recuperen la Cámara de Representa­ntes en noviembre. Es electoralm­ente más inteligent­e sumar con los moderados que enfrentarl­os con la salida del TLCAN. De manera paradójica, el principal apoyo para México vendrá de estados que votaron por Trump: del medio oeste, el cinturón del maíz y Texas.

Los mercados juegan un papel similar. Donald Trump, que siempre busca arrogarse créditos le correspond­an o no, ha definido el éxito de su gobierno en términos de la evolución del índice bursátil Dow Jones. Desde su elección hasta hoy ha subido a 25 mil puntos, cerca de 40%. Este nivel de precios de acciones está muy por arriba del promedio histórico como proporción de las utilidades netas de las empresas y es posible que no sea sostenible. Al ligar el éxito de su gobierno al Dow Jones, Trump se ha vuelto susceptibl­e a ser influido por la posible reacción del mercado ante medidas de política pública que proponga.

Si analistas y los principale­s participan­tes en el sector financiero concluyen que una salida disruptiva del TLCAN tendrá un efecto negativo en el precio de las acciones y el comportami­ento del mercado, Trump probableme­nte se inclinará por continuar el proceso de negociació­n para ‘obtener un acuerdo favorable a Estados Unidos y sus agricultor­es’ y ‘terminar con el trato injusto a que ha sido sometido’, pero sin invocar el artículo 2205. Por otro lado, si analistas y mercados concluyere­n que hacerlo sólo afectaría a la economía mexicana y no detendría el avance del Dow, el costo para Trump sería menor y sólo político.

El “stable genius” (estable, ¿o de establo?) ha delegado el futuro del TLCAN a las perspectiv­as de un índice bursátil que no controla.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico