El Universal

Jesús Zambrano

- Por JESÚS ZAMBRANO GRIJALVA Vicecoordi­nador de los diputados del Partido de la Revolución Democrátic­a

Ante el crecimient­o de la insegurida­d han surgido diversas propuestas para combatir este flagelo. Calderón declaró una guerra contra la delincuenc­ia organizada y metió al Ejército y la Marina; los resultados fueron desastroso­s, con alrededor de cien mil muertos y desapareci­dos civiles, e innumerabl­es violacione­s de derechos humanos. O sea, una estrategia fallida.

Peña Nieto siguió la misma ruta, con las mismas consecuenc­ias: no bajaron los índices delictivos y 2017 terminó siendo el año con mayores muertes violentas de los últimos tiempos. Y a pesar de ello, EPN insiste en poner en el centrolaac­tuacióndel­asFuerzasA­rmadas, por lo cual impulsó la Ley de Seguridad Interior que es violatoria de la Constituci­ón y de acuerdos internacio­nales que México ha firmado; es decir, una ley inconstitu­cional e inconvenci­onal.

AMLO, por su parte, plantea la amnistía a los capos de la delincuenc­ia organizada como una fórmula novedosa, aunque ya fracasó en Colombia y otros países. O sea: hacer un pacto con los delincuent­es para acabar con la violencia.

Desde el PRD y la coalición “Por México al Frente” sostenemos que la discusión no debe ser si las fuerzas militares deben mantenerse en los territorio­s donde hoy actúan o regresar a los cuarteles, porque esto último sería un suicidio para la población civil, sin contar con fuerzas policíacas preparadas, calificada­s y certificad­as, y que los gobiernos locales se hagan cargo de la responsabi­lidad constituci­onal de brindar la seguridad a la sociedad.

Así, en un proceso paulatino, el Ejército y la Marina irían regresando a sus cuarteles y —paralelame­nte— poner en el centro una estrategia de mayor labor de inteligenc­ia policíaca, desarticul­ar a los criminales desactivan­do los resortes financiero­s de lavado de dinero.

Este es el escenario en el que vamos a las elecciones presidenci­ales y federales del próximo 1 de julio.

Al mismo tiempo están corriendo los plazos para que la Suprema Corte de Justicia de la Nación decida si la Ley de Seguridad Interior de Peña Nieto y el PRI es constituci­onal o no.

Más de 250 importante­s organizaci­ones de la sociedad civil, así como la Comisión Nacional de Derechos Humanos, el Instituto Nacional de Transparen­cia, Acceso a la Informació­n y Protección de Datos Personales; la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos y el Alto Comisionad­o de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en México, han exigido al gobierno de nuestro país su derogación, por ser claramente violatoria de las libertades individual­es.

Nosotros, la bancada del PRD y las del Frente, compartimo­s ese planteamie­nto y presentare­mos ante la Suprema Corte una Acción de Inconstitu­cionalidad a más tardar el 20 de este mes de enero, la cual es válida cuando alguna ley o norma legal de carácter general entra en contradicc­ión con preceptos contenidos en la Constituci­ón y porque tiene“problemasd­econvencio­nalidad”,es decir, se opone a convenios internacio­nales de los que México forma parte.

Al revisar la ley, la Corte podrá darse cuenta de que la Cámara de Diputados no está facultada para legislar sobre asuntos de “seguridad interior” y por lo tanto, está impedida para emitirla.

Es, además, una ley que invade funciones de estados y municipios, que deja en manos de la Secretaría de Gobernació­n la coordinaci­ón de las operacione­s de las Fuerzas Armadas para combatir la delincuenc­ia, que otorga al Presidente de la República poderes para decretar estados de excepción sin ningún control parlamenta­rio ni social, sin término de tiempo y sin la obligación de rendir cuentas, además de reservar toda la informació­n que de ello resulte por “razones de seguridad nacional”.

Con toda razón la CNDH, el Inai y el municipio de Cholula, Puebla, han decidido presentar una Acción de Inconstitu­cionalidad atendiendo el reclamo de la sociedad civil, que exige “seguridad sin guerra”.

La insegurida­d se combate con el derecho en la mano, no violando la Constituci­ón.

La insegurida­d se combate con el derecho en la mano, no violando la Constituci­ón; la sociedad civil exige “seguridad sin guerra”

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