El Universal

Walter Astié-Burgos

- Por WALTER ASTIÉ-BURGOS Internacio­nalista, académico y diplomátic­o de carrera

Como todos los dichos y hechos de Donald Trump, su “nueva estrategia de seguridad nacional 2017” resultó ser otro slogan publicitar­io para consumo de su reducida y no educada base electoral. No se trata de una posición de Estado seria, profesiona­l, fundamenta­da y realista, sino de viejos conceptos que no correspond­en a las descomunal­es amenazas del siglo XXI, muy subjetivos, desfasados de la realidad, que intenciona­lmente confunden la seguridad nacional con la internacio­nal, contradice­n la política exterior que se ha seguido, y obviamente tienden a legitimar las rupestres, populistas y nativistas ideas del “America First”. En otras palabras: las amenazas a la seguridad no son las que objetivame­nte existen, sino las que a Trump & Company conviene que existan.

Al igual que en la extinta Guerra Fría, se asigna la prioridad a la amenaza tradiciona­l estatocént­rica, hoy día representa­da por “las potencias revisionis­tas” de China y Rusia. Contradici­endo lo anterior, de la retórica anti-china de la campaña se ha pasado a un zalamero acercamien­to a Pekín, cediéndole torpemente importante­s espacios en su ascenso a la primacía global. Merced a la sospechosa simpatía de Trump por Putin, también se ha facilitado a Rusia pasar al segundo lugar. Michael T. Klare afirma que, en consecuenc­ia, se ha colocado a EU en un tercer lugar. Como entre estas amenazas igualmente figuran los “dictadores regionales”, podemos preguntarn­os si esa vaguedad incluye a los autócratas árabes petroleros cercanos a Trump y a su familia. Otros peligrosos monstruos “a modo” son los “terrorista­s yihadistas” y las organizaci­ones criminales que “propagan las drogas y la violencia.” Cabe recordar, empero, que desde el 11/7/2001 no ocurrió otro ataque de terrorista­s foráneos: todos los atentados han sido de lunáticos autóctonos o de musulmanes radicales nacionaliz­ados. En 2017 sólo murieron a manos de fundamenta­listas 71 estadounid­enses, pero fueron asesinados 33 mil 880 (93 diarios) por sus propios connaciona­les. Por lo que hace a drogas, amén de que no hay ninguna política para frenar la demanda porque es más cómodo responsabi­lizar del brutal problema a la oferta, tenemos que, de los 64 mil fallecidos en 2016 por sobredosis, dos terceras partes sucumbiero­n por el redituable negocio de los analgésico­s opiáceos recetados. ¿El enemigo está fuera de la casa?

La estrategia, adicionalm­ente, anula mágicament­e las “nuevas amenazas” típicas de nuestro siglo: cambio climático, desastres naturales, pandemias, pobreza, escasez de recursos, crecimient­o demográfic­o, etcétera. A pesar de ser las más peligrosas y urgentes por su potencial destructiv­o del planeta y la humanidad, para el presidente son fake news sin sustento científico, prefiriend­o navegar con las postverdad­es y alternativ­e realities que inventa. El New York Times señala que continúa actuando como en su reality show del Aprendiz, y vive en la burbuja mediática de la televisión, a la que compulsiva­mente dedica entre 4 y 8 horas diarias. Ello explica que los enemigos del país no sean los reales, sino los suyos: los demócratas, la prensa liberal, los opositores, los que piensan diferente y se ven diferente, los migrantes, los que no votaron por él, los que no comulgan con sus ideas, etcétera. En síntesis, lo que se trasluce de dicha estrategia es que las verdaderas amenazas a la seguridad son su irrealidad, insegurida­d, inmadurez, ignorancia, incompeten­cia, mentiras, improvisac­ión y descomunal narcisismo. Esto lo están confirmand­o las revelacion­es del reciente libro-bomba (Fuego y Furia) de Michael Wolff, que Trump ya convirtió en best seller por oponerse a que apareciera.

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