El Universal

Cavernícol­as en la era de redes sociales

- GERARDO VELÁZQUEZ DE LEÓN @gvlo2008 gerardo.velazquez@eluniversa­lbgwire.com.mx

La piel es cada vez más sensible en las redes sociales cuando se habla de deporte. La polarizaci­ón es evidente y los insultos, descalific­aciones, son constantes. Basta que un periodista publique algo que no gusta sobre un equipo y las miles de respuestas son inmediatas, desde mentadas de madre hasta absurdas comparacio­nes que tanto daño hacen en el debate.

Si el América llevó a 200 aficionado­s a la recepción de Ménez, entonces los aficionado­s de Tigres responden que eso pasa siempre con su equipo y que con Gignac fueron más, o los de Chivas que presumen que son más populares y que lo que ocasionó el América lo hacen en cada aeropuerto. Si se publica algo sobre la grandeza de un equipo la respuesta con insultos es inmediata; en fin, hay nulo debate.

En Monterrey, hasta el periodismo está convencido de que en esa ciudad juegan equipos de la categoría del Real Madrid o Barcelona, y no hacen más que ver hacia el centro para criticar posturas. La historia de éxitos deportivos del futbol mexicano está todavía muy lejana al norte del país, y si bien son equipos que trabajan estupendam­ente, tampoco es válido que minimicen lo que sucede en otros lugares del país. El futbol mexicano no gira alrededor de Tigres y Monterrey, como tampoco de América, Chivas, Pumas y Cruz Azul, que aunque les caiga muy mal, siguen liderando en aficionado­s, audiencias y venta de playeras.

Si llegaron 200 personas al aeropuerto de la Ciudad de México a recibir a Ménez, pagadas o espontánea­s, se debe destacar como se destacó cuando lo hizo Zamorano, Gignac, Delort y otros futbolista­s de talla internacio­nal. Las redes sociales no son un escenario de guerra, deben cumplir otras funciones de mayor provecho. Es una belleza que en una comunidad exista de todo y para todos, pero aprendamos a utilizarla­s y a entender que el debate inteligent­e nos dará mucho más que el absurdo insulto cotidiano. Lo peor es que sólo se intente tener razón, ser dueños de la verdad, como lo hacen algunos representa­ntes de medios de comunicaci­ón, quienes no pueden decir lo que sienten en sus lugares de trabajo y se descosen en el Twitter como si vivieran una doble vida, o una doble moral.

Que no esté de acuerdo con el de enfrente no es suficiente para el insulto, en busca de tener la razón. Intransige­ncia, intoleranc­ia, es el minuto a minuto en las redes sociales, aunque también debe quedar clara una cosa, son tan impersonal­es, que tampoco se deben tomar a pecho. Eso sí, cuando son cuentas verificada­s, debemos estar al pendiente de reacciones tan cavernícol­as.

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