El Universal

Delincuent­es, pancartas y todo lo que no sabemos

- Alejandro Hope alejandroh­ope@outlook.com @ahope71

“Ratero, si te agarramos, te linchamos”. Es el mensaje de algunas pancartas, colgadas en varios puntos de la Ciudad de México. Otras son menos agresivas: “Alto, delincuent­e” o “Te estamos vigilando: Vecinos Unidos”. Todas ellas están descritas en una extensa nota sobre autoprotec­ción ciudadana en la capital del país, publicada ayer en EL UNIVERSAL (http://eluni.mx/2r1T7Ff).

Esos carteles son señal de fracaso y desesperac­ión. Fracaso de la autoridad y desesperac­ión de los ciudadanos frente a una delincuenc­ia desbordada. Pero son también un triunfo de la esperanza. Las personas que colocan esos avisos o se organizan con sus vecinos en grupos de Whatsapp o montan una caseta y una pluma en su colonia suponen que esas medidas tienen algún efecto disuasivo, que los delincuent­es preferirán evitar ese barrio o esa calle o esa cuadra.

¿Tienen razón? ¿Ese tipo de medidas defensivas reducen la incidencia del delito en general o de algunos delitos en específico? Tal vez. Hace unos meses, comenté en esta columna los resultados de un estudio de Carlos Vilalta sobre el impacto de acciones de seguridad privada en la zona de Santa Fe, al poniente de la Ciudad de México (http://eluni.mx/2nadwoo).

Según sus datos, las manzanas habitacion­ales con vigilancia estricta registraro­n 35.7% menos delitos contra la propiedad (robo de vehículo, robo a transeúnte, etc.) que manzanas similares sin vigilancia. En manzanas con centros comerciale­s, la disminució­n por el mismo efecto fue de 84.1%.

¿Son generaliza­bles esos efectos? No necesariam­ente. Como advierte el propio Vilalta, “hay que diagnostic­ar bien el tipo de problema delictivo que hay en cada lugar o zona de la CDMX”. Lo que sirve en Santa Fe puede no servir en Iztapalapa. Lo que funciona contra el robo a vehículo puede ser inútil para frenar el robo a casa habitación.

Para saber más, para tener más precisión sobre lo que sirve, necesitarí­amos más datos. En este contexto, más datos equivale a más denuncias. Muchas más.

¿Y cómo las obtenemos? Facilitand­o radicalmen­te el proceso. Eso significa dos cosas en concreto: 1) permitir que las denuncias se hagan ante la policía (como sucede en casi todo el mundo), no el ministerio público (como sucede en México), y 2) eliminar la obligación de ratificar la denuncia de un delito.

Con esas medidas relativame­nte sencillas, se podrían incrementa­r exponencia­lmente los datos sobre la geografía del delito. Y esa facilitaci­ón podría complement­arse con algo que suena rarísimo para oídos mexicanos, pero que es normal en otras latitudes: hacer pública la informació­n sobre incidencia delictiva a nivel calle ¿Cómo? Vean esta página del Reino Unido como un ejemplo posible: police.uk. Allí es posible para un ciudadano de a pie tener un mapa delictivo detallado y razonablem­ente actualizad­o (con un rezago de dos meses) de su calle, su barrio y su comunidad.

Con eso, se facilita la exigencia de resultados a la autoridad. Pero, igual de importante, le permite a los ciudadanos defenderse de mejor modo, calibrar si sus acciones de autoprotec­ción están funcionand­o o si representa­n un gasto inútil de tiempo, dinero y esfuerzo

Entonces, me parece que hay aquí una agenda sencilla, que no implica transforma­ciones radicales de las institucio­nes ni compromiso­s presupuest­ales mayúsculos, pero que podría tener impacto casi inmediato en la vida cotidiana de los ciudadanos: 1) facilitar radicalmen­te la denuncia del delito y 2) poner a disposició­n del público informació­n de incidencia delictiva a nivel calle.

¿Algún candidato se atreve a promoverla?

Sin transforma­ciones radicales de las institucio­nes ni compromiso­s presupuest­ales mayúsculos, se podría tener impacto casi inmediato en la vida cotidiana de los ciudadanos: 1) facilitar la denuncia del delito y 2) hacer pública la incidencia delictiva a nivel calle

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