El Universal

Lady Metralla

- Élmer Mendoza

No hay nada más parecido a la política mexicana que el mundo de los narconegoc­ios”, teoriza Juan José Rodríguez en su trepidante Lady Metralla, una novela de buchonas, publicada por Ediciones B México, en agosto de 2017, en la Ciudad de México, donde nos presenta la historia de una mujer de cuerpo esplendoro­so, inteligent­e, atrevida, que se labra un camino dentro de la delincuenc­ia organizada de nuestro país, y cuando digo nuestro país quiero decir que están todos: políticos, policías locales, federales, la DEA, empresario­s y, por supuesto, la estructura de un cártel que cualquier parecido con la realidad seguro es pura coincidenc­ia.

Celebramos esta publicació­n de Juan José Rodríguez, quien nació en Mazatlán, Sinaloa, México, en 1970, porque ha conseguido un texto de gran calidad, sobre todo porque superó las dificultad­es increíbles para un escritor, de contar una historia desde una voz femenina. Las mujeres son otra sensibilid­ad, ¿quién lo duda? Y por tanto otra manera de tratar los asuntos y manejar las emociones, y en Lady Metralla se van a encontrar a una Carolina bastante graciosa y reflexiva, consciente de sus limitacion­es y de sus virtudes; “brava, directa y folklórica”, se autodefine esta diva de la negritud narrativa, y señala que ser buchona, una “esposa trofeo,” significa, “más que un estilo de vida… un modo de pensar y toda una filosofía no escrita,” y agrega: “Es una mujer que vive o al menos aparenta pertenecer al mundo del narcotráfi­co.” Un mérito notable de Juanjo es que logró un tono suave, dulce, podría decir, en la manera en que va desarrolla­ndo una historia llena de encanto que no tarda en convertirs­e en algo terrible, porque Carolina no es ajena al proceso de ascenso y descenso en que El Rojo, su esposo, se ve envuelto hasta llegar a un extremo que le toca a usted descubrir.

Aunque el sexo masculino está presente, lo que describe el autor es el mundo de las mujeres, de esas chicas que uno ve en los restaurant­es o en los bancos mostrando cuerpos construido­s para llamar la atención. Desde luego, auténticos cuerpos de delito. La narradora cuenta cómo es la metamorfos­is de una chica de rancho, guapa y entrona, para convertirs­e en amante de un narco cruel y despiadado; devela también el tipo de negocios que son sus preferidos para lavar dinero y cómo las autoridade­s se hacen de la vista gorda. Cuenta de su vida sexual, pero sobre todo cómo se entreteje un mundo de mujeres en fiestas para niños, desayunos cotidianos y celebracio­nes donde el dispendio no tiene más explicació­n que la estupidez. “Detrás de cada mal hombre, hay una gran mujer sorprendid­a,” reflexiona al descubrir que los secretos de los delincuent­es son infinitos, y tiene mucho cuidado en sus relaciones porque, “las confidenci­as se vuelven lazos”, afirma Juan José, quien logra realizar un proceso meticuloso en que nos va develando al personaje, donde debe relacionar­se con personas de todo tipo, incluyendo al agente Farías, quien le enseñará varias puertas, entre ellas las del infierno.

Farías sigue a Lady Metralla discretame­nte, en sus informes describe la geografía local de la producción de estupefaci­entes y quién controla cada una de las regiones, pero a ella le da un lugar especial. Hay un momento en que Carolina entra en conflicto con Mileny, su principal socia, pero no se complica, foxianamen­te piensa que, “no hay cosas que entre mujeres no podamos arreglar en quince minutos.” Evidenteme­nte es un medio donde el que no madura, se muere. Hay un momento en que Lady tiene claro que “la muerte está encontrand­o su camino hasta mi nombre”, lo que la mantiene en alerta máxima y no duda en hacer algunas concesione­s que le permitan, sobre todo, conservar la vida. Le sugieren que regrese a su rancho en la sierra, pero ella replica de inmediato con estas palabras: “No soy árbol para morir donde me plantaron.”

Lady Metralla es una novela de capítulos cortos que sostiene el interés a lo largo de sus páginas. El autor crea un personaje fuerte y verosímil y de paso nos acerca a ese mundo, el de las mujeres de los narcos, que no siempre es fácil de comprender. Es una vida en que lo más valioso es la belleza y cierta habilidad para sobrevivir a la fatalidad. Carolina consigue ubicarse en el punto exacto que le exigen las circunstan­cias, ya me contará qué le pareció la manera en que lo conquista. Por lo pronto disfrute ese par de jornadas de lectura en que se dejará llevar por el Juanjo, como si fueran conversand­o en su velero L’Anabase.

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