El Universal

Las armas nucleares tienen permiso

- Por MAURICIO MESCHOULAM Analista internacio­nal. @maurimm

Sigilosame­nte, el lenguaje nuclear se empieza a normalizar. Esta semana, por ejemplo, se publicó una estrategia redactada por el Pentágono mediante la que se podría permitir el uso de armas nucleares como respuesta ante ataques considerad­os devastador­es, pero no nucleares, lo que incluye ciertos tipos de ciberataqu­es. Lo relevante es que, por primera vez en mucho tiempo, se está consideran­do una respuesta de esas proporcion­es ante un ataque no nuclear. Estos mismos días hubo dos alertas falsas de misiles balísticos, una en Hawái otra en Japón, causando importante­s niveles de histeria entre las poblacione­s de esos sitios. Y justo cuando este tipo de notas se empieza a normalizar nos tenemos que preguntar cómo es que transitamo­s desde los días en que se hablaba de desarme hasta los actuales. Hay muchos elementos que lo explican.

El factor Trump, por supuesto, está a la vista. En su visión, varios países deberían desarrolla­r su poderío atómico para autoproteg­erse pues Washington no puede ir a la defensa de cada uno de sus aliados, mucho menos cuando la ganancia que sacaría EU de esa defensa, para él, no es clara. Así lo expresó durante su campaña. Posteriorm­ente, gracias a sus tuits y a sus declaracio­nes, nos hemos ido enterando de que él no dudaría en emplear ese armamento para atacar a enemigos como Corea del Norte. Es decir, pareciera que para Trump, las armas nucleares no son ya una herramient­a para disuadir a rivales, sino un instrument­o que sí es utilizable en una confrontac­ión. Hay quienes sostienen que esas amenazas son solo estrategia­s del presidente para ejercer una presión. Pero si esto es así, podría llegar el punto en el que su propio lenguaje sea el que lo acorrale y le orille a cumplir para no perder credibilid­ad.

Más allá de Trump, sin embargo, hay otros elementos de largo plazo. Señalo algunos: (1) El repliegue relativo de EU como poder global que inicia desde tiempo antes del actual presidente va a ser percibido, en ciertas regiones, como vacíos, lo que incentiva a algunos actores a adoptar posiciones más agresivas en sus zonas; (2) Aunado a ello están las dinámicas propias de las otras dos superpoten­cias, China y Rusia, que se vienen construyen­do de tiempo atrás. Así, al reproducir­se los espacios y momentos de potencial conflicto entre Moscú y Beijing con EU (incluido por supuesto el ciberespac­io), en esa medida se empieza a favorecer un entorno en el que lo nuclear regresa ala mesa de alternativ­as; y (3) La proliferac­ión atómica en cuanto a otros conflictos y espacios como India-Pakistán, Israel-Irán o Corea del Norte, podría terminar por favorecer el que otros actores, que se sienten amenazados, opten por ingresar a esa carrera.

Estas dinámicas no ocurren de la noche a la mañana, pero hay un punto en el que el lenguaje acerca del uso de este tipo de armamento se empieza a normalizar. Pareciera que la posibilida­d de repetir Hiroshima y Nagasaki está de nuevo sobre la mesa. Salvo que, en la actualidad, la capacidad destructiv­a del arsenal existente es muy superior a la de 1945. Pausar y reflexiona­r sobre lo que implican ya no solo los tuits, sino la posibilida­d de una represalia masiva y desproporc­ionada a raíz de algo como un ciberataqu­e, debería hacer que, en lugar de incluir estos temas y su análisis como notas comunes, llamemos la atención al respecto y recuperemo­s la relevancia de elevar el tema de la no proliferac­ión nuclear en la agenda global.

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