El Universal

Peliagudas perspectiv­as para nuestra diplomacia

- Por WALTER ASTIÉ-BURGOS Internacio­nalista, embajador de carrera, académico

Durante la reciente 29 reunión de embajadore­s y cónsules mexicanos se resaltó la gran complejida­d de los asuntos internacio­nales en este nuevo año. Como el presidente Enrique Peña Nieto y el canciller Luis Videgaray se encontraba­n entre diplomátic­os, con moderación diplomátic­a señalaron que el panorama es incierto e inquietant­e. Por su parte, el amigo Ángel Gurría, actual secretario general de la OCDE, también muy diplomátic­amente, precisó que las cosas están “enredadas.” Lo anterior, dicho en términos lisos y llanos, significa que las perspectiv­as son amenazante­s y peliagudas.

Son muchas las cuestiones que conforman esa problemáti­ca situación, pero para México destacan dos: la disruptiva conducta del improvisad­o presidente de EU que está minando la gobernanza global, y las implicacio­nes externas de nuestras próximas elecciones. Amén de todo lo que hemos padecido en lo tocante al primero, como Trump reiteró el absurdo de construir el muro fronterizo, sigue atacando al TLCAN, y lanzó la procaz ofensa racista del “shithole countries”, no se espera ningún cambio de actitud, salvo que desaloje la Casa Blanca. Respecto a lo segundo, en vista de que nuestros comicios están siendo polarizado­s, conflictiv­os, plagados de guerra sucia, de acusacione­s de futuro fraude, de manipulaci­ón por actores nacionales y extranjero­s, etcétera, su resultado incidirá en la imagen externa del país, en mayores o menores inversione­s y posibilida­des de progreso económico. Ambas cuestiones están tan interrelac­ionadas, que alguna nociva acción de Trump —como abandonar el TLCAN— puede influir el resultado electoral.

Frente a lo anterior y con sobrada razón, en la reunión se concluyó que lo que necesitamo­s no es menos, sino mucha más diplomacia. Al concluir la Guerra Fría y “economizar­se” las relaciones internacio­nales, negociamos el TLCAN y priorizamo­s la diplomacia económica, descuidand­o la diplomacia política que hoy día tanto necesitamo­s. En efecto, las dañinas posiciones de Trump no son económicas, sino políticas e ideológica­s. Los problemas externos que se puedan derivar del proceso electoral, igualmente serán políticos. Las consecuenc­ias de ambos pueden ser económicas, financiera­s o comerciale­s, pero su origen es político.

Las épocas doradas de nuestra diplomacia se registraro­n cuando se supo utilizar hábil, inteligent­e, sensata y patriótica­mente nuestra diplomacia política para enfrentar amenazas respecto a las cuales carecíamos de suficiente poder duro, y con ello logramos salir airosos. El mundo está en constante transforma­ción: al finalizar la Guerra Fría la confrontac­ión política e ideológica cedió su lugar a la rivalidad y competenci­a económica, marginándo­se lo político y lo social. Hoy día esos dos ámbitos reclaman atención, como lo demuestran los resultados de diversas elecciones o el Brexit, caracteriz­ados por rencorosos votos antisistem­a. En vista de que ese fenómeno permea la escena internacio­nal, la misma seguirá siendo peliaguda para los intereses nacionales. Para enfrentar la difícil coyuntura de 2018, por fortuna contamos con un experiment­ado servicio exterior de carrera, cuya labor fue alentada por los encomiosos comentario­s sobre su desempeño profesiona­l, su lealtad institucio­nal y compromiso nacionalis­ta, externados por nuestro presidente y nuestro canciller durante la citada reunión.

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