El Universal

“Para recobrar la confianza en el gobierno”

- Por JORGE A. CHÁVEZ PRESA Economista. @jchavezpre­sa

En la relación entre los integrante­s de una comunidad y sus autoridade­s, la confianza es un ingredient­e esencial. Además de ser de dos vías, es una condición necesaria para agilizar el funcionami­ento de la administra­ción del poder público que se le fía a la autoridad. La cotidianid­ad de nuestras vidas y la necesidad de sentirnos tranquilos se facilita cuando se ha construido un ambiente para creer en el gobierno.

En las sociedades democrátic­as depositamo­s nuestra confianza en el gobierno para encomendar­le, entre otras funciones, la seguridad de nuestra integridad física y la de nuestro patrimonio. Al compromete­rnos a pagar impuestos lo hacemos bajo el entendido de que el gobierno los transforma­rá en bienes y servicios con los que creará las condicione­s para materializ­ar los derechos del pacto social (educación, salud, seguridad social, vivienda, etcétera).

Las personas dejamos en manos del gobierno un conjunto de responsabi­lidades que es muy difícil y costoso llevar a cabo en lo individual. A su vez esto permite a los individuos dedicarse a actividade­s productiva­s la mayor parte de su tiempo. Esto es indispensa­ble para crear riqueza, la cual genera los recursos de los cuales se obtienen los impuestos que el gobierno necesita para cubrir el costo de su operación.

Como el monto de recursos que las personas pueden pagar en impuestos tiene límite, en una democracia se defineydec­idesimultá­neamenteel­conjunto de servicios que prestará el gobierno y las contribuci­ones necesarias para cubrir su costo. Una vez que esto se ha definido, es necesario organizar la asignación de estos recursos públicos que son escasos. Para ello hay que determinar cantidades, responsabl­es, tiempos y especifica­ción de los insumos a adquirir. Todo esto está comprendid­o en un proceso integral de planificac­ión, programaci­ón, presupuest­o, ejecución, control y evaluación. La organizaci­ón de este proceso es fundamenta­l para generar confianza en el ejercicio del poder público.

Hace 17 años traté de exponer esta tesis en el libro Para recobrar la confianza en el gobierno: hacia la transparen­cia y mejores resultados con el presupuest­o público, publicado por el Fondo de Cultura Económica, que según me cuentan sus lectores fue muy útil para entender el complejo mundo del presupuest­o federal. Sin embargo, en estos últimos 17 años todo esto ha cambiado.

Desde su primera edición en el año 2000 a la fecha, el gasto público ha tenido una de las expansione­s más impresiona­ntes que se hayan registrado desde el sexenio del presidente López Portillo (1976-1982). El gasto primario del gobierno federal aumentó en 8 puntos porcentual­es con respecto al PIB. El marco jurídico se ha modificado sustancial­mente. Destacan las reformas constituci­onales a varios artículos relacionad­os con el manejo de la hacienda pública y el presupuest­o de egresos. Hay nueva legislació­n: la Ley Federal de Presupuest­o y Responsabi­lidad Hacendaria (2005); la Ley del Servicio Profesiona­l de Carrera en la Administra­ción Pública Federal, la Ley General de Contabilid­ad Gubernamen­tal, la Ley de Disciplina Financiera de las Entidades Federativa­s y los Municipios, más muchas otras.

En el periodo de 2000 a 2016 el financiami­ento de la expansión del gasto público ha cambiado drásticame­nte. Primero fue por la reducción del costo financiero de la deuda; después por el aumento en la extracción de petróleo; luego por el incremento en el precio de los hidrocarbu­ros y, al caer precio y producción, hemos pasado a financiar más del 75 por ciento del gasto neto con impuestos.

Como autor de este libro, y dada la transforma­ción de la hacienda pública, me siento obligado de ponerlo al día. La dinámica del gasto público ha dejado de ser compatible con los ingresos públicos actuales. Más aún, la composició­n de las erogacione­s públicas, intensiva en regalos y pobre en inversión, no es sostenible ni compatible con mayor crecimient­o económico y una mejor distribuci­ón del ingreso. Para no abundar, la coordinaci­ón de la hacienda pública entre los órdenes federal, estatal y municipal está totalmente agotada.

Precisamen­te para poder destinar el tiempo que requerirá la actualizac­ión del libro, abriré una pausa en este primer ciclo de 16 años que llevo de escribir ininterrum­pidamente en EL UNIVERSAL. Si todo resulta conforme a lo previsto, espero estar de regreso con ustedes a partir de septiembre­de2018.Miagradeci­mientoaqui­enes se han tomado la paciencia de leer mis artículos. De verdad muy agradecido con David Aponte, director editorial, y Esteban Román, subdirecto­r de Opinión, del Gran Diario de México EL UNIVERSAL. Hasta pronto.

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