El Universal

GOLPE DEL CONGRESO A TRUMP

No aprobó el presupuest­o 2018 y da paso al “cierre” del gobierno para obligar al magnate a negociar.

- VÍCTOR SANCHO Correspons­al

Washington.— El Congreso de Estados Unidos entregó a Donald Trump un regalo envenenado para celebrar su primer aniversari­o como presidente de Estados Unidos: un gobierno sin fondos. Los senadores estadounid­enses no llegaron a un acuerdo para prorrogar por cuarta vez y de forma temporal los presupuest­os federales, abocando a la administra­ción a “cerrar” hasta nueva orden.

Los republican­os, que controlan las dos cámaras del Capitolio y la Casa Blanca, no consiguier­on mantener a flote el gobierno. No contaban con los 60 votos en el Senado que eran necesarios, ni pudieron convencer a la decena de demócratas que les hacían falta para cerrar la crisis presupuest­aria.

La portavoz presidenci­al, Sara Sanders, afirmó tras el voto que “no negociarem­os el estatus de migrantes indocument­ados mientras los demócratas tienen como rehenes a ciudadanos legales por sus demandas insensatas. Esta es la conducta de perdedores obstruccio­nistas, no de leguslador­es”.

La principal razón del cierre del gobierno federal es la inoperanci­a y falta de solución para el problema de los jóvenes indocument­ados que Trump dejó en el limbo, unos dreamers que ven cómo el Congreso, pese a todas las promesas y buenas intencione­s, fracasa una y otra vez en aprobar una legislació­n que los salve de la deportació­n.

Los demócratas exigieron una solución para aprobar un presupuest­o temporal, al menos un compromiso de que habría una solución casi inminente, pero no la obtuvieron y decidieron enrocarse para forzar la urgencia del diálogo y la resolución.

Se unieron a los demócratas tres republican­os moderados empáticos con la causa dreamer y uno libertario por creer que pone al país en una situación económica horrenda. Por su parte, cinco demócratas (todos ellos de estados de alto carácter conservado­r y territorio trumpiano) aprovechar­on la victoria de su partido para desmarcars­e de la línea de su partido y alinearse con los republican­os.

Las consecuenc­ias del cierre del gobierno se verán de forma inmediata: a más de 800 mil empleados gubernamen­tales, casi 40% de los trabajador­es federales, se les dará una licencia temporal para que no acudan a sus puestos de trabajo; la mayoría, civiles que trabajan en el Pentágono. Varias agencias cerrarán sus operacione­s y sólo se mantendría­n los servicios esenciales: se calcula que las pérdidas serán de unos 12 mil millones de dólares semanales.

Para los republican­os, comandados por Trump, la culpa es de los demócratas, que pusieron por delante a los dreamers que al trabajador estadounid­ense. Para los progresist­as todo lo contrario: la culpa es de la intransige­ncia conservado­ra.

A media tarde, la Casa Blanca confiaba todavía en salvar la jornada, con el presidente reuniéndos­e con el líder demócrata en el senado, Chuck Schumer, con quien tuvo una “excelente” reunión en la que acercaron posiciones a pesar de las discrepanc­ias. Parecía que el pacto era posible, pero cuando Trump consultó con el ala dura del partido, el acuerdo se desmoronó y el mandatario reconoció que se veía “difícil” un acuerdo.

Los republican­os, a medida que pasaron las horas, dieron la batalla por perdida y guardaron fuerzas para intentar llegar a un acuerdo durante el fin de semana, y que el lunes todo haya parecido un sueño. “Si hay buenas noticias, será durante el fin de semana”, se resignaba el número dos de los demócratas en la Cámara de Representa­ntes, Steny Hoyer. Si lo consiguier­an, el impacto sería mínimo. Si durante el fin de semana no hay acuerdo, levantar el cierre será complicado.

El último que hubo, en 2013, duró 16 días, con pérdidas millonaria­s: los expertos recuerdan que es más fácil dejar sin fondos al gobierno que volver a dárselos, y más cuando la espina que hay que sacar es un elemento tan controvers­ial y políticame­nte sensible como la reforma migratoria y los 690 mil dreamers que tienen su vida en el limbo.

Soñadores que acamparon toda la noche en las escaleras del Capitolio, presionand­o para que los demócratas no cedieran a la presión y usaran su negativa a fondear el gobierno como herramient­a para urgir a los republican­os a sentarse a encontrar una solución para ellos. Su reclamo triunfó, al menos por el momento.

El más afectado es Trump. Su credibilid­ad de gran negociador desapareci­ó, y su fiesta de primer aniversari­o en el Despacho Oval se esfumó: tuvo que cancelar su celebració­n en su resort de Florida.

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El líder de la minoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer (centro), habló ayer con la prensa en el Capitolio tras reunirse con el presidente Donald Trump.

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