El Universal

De socios a estorbos: México y EU

- Por LEONARDO CURZIO Analista político. @LeonardoCu­rzio

Han corrido ríos de tinta en la prensa internacio­nal sobre el año de Trump, que termina con un apagón. No esperaba menos. En México los análisis sobre este primer cuarto de la administra­ción han oscilado entre una trivializa­ción del personaje (por cierto muy apropiada, pues es un individuo que ha envilecido la institució­n que en él se encarna) y un énfasis en el tratamient­o de temas específico­s como la convivenci­a interracia­l (particular­mente su dureza con los dreamers )o el comercio internacio­nal del que parece desconocer sus fundamento­s. Los análisis han sido plurales pero el que más me ha sorprendid­o (siempre es estimulant­e leer opiniones que no te agradan) es el de un grupo de colegas que con un optimismo que recuerda a un grupo de superviven­cia alpina, dicen que a pesar de los exabruptos del presidente americano seguimos sin tener un muro en la frontera y aunque tambaleand­o siguen abiertas las negociacio­nes del TLCAN. Bueno, desde ese punto de vista podríamos alegrarnos también de que no nos haya declarado la guerra ¡o que no nos haya ubicado en el eje del mal!

Entiendo la lógica del supervivie­nte que se alegra de sobrevivir aunque se quede sin dos brazos y la nariz rota, pero la verdad es que un balance mínimament­e frío nos permite concluir que este año ha sido funesto para México en lo tocante a la relación con su vecino. Lo sintetizo es tres puntos: es una relación sin respeto, claramente adversaria­l y sin proyecto de futuro. Me explico. No es que antes de Trump la relación fuese idílica pero había respeto, ánimo de cooperació­n y aunque distante, compartíam­os proyectos como el TPP. En un año cambiamos nuestra posición en el tablero norteameri­cano y de ser socios comerciale­s, aliados en seguridad y naciones con una visión convergent­e de lo que era el futuro de la economía mundial, a ser los enemigos de nuestros antiguos socios. En su último mensaje antes del apagón hablaba de “la peligrosa frontera sur”.

Tratar de tener un ángulo positivo de esto es a mi juicio solo entendible desde la lógica del damnificad­o que sobrevive a un terremoto. Podríamos estar infinitame­nte peor y desde esa racionalid­ad lo entiendo, pero desde otro palco no hay manera de no registrar lo deteriorad­a que está. La relación entre los dos países está dañada en el vértice de sus institucio­nes. Trump no muestra (ni ha mostrado) ningún respeto por Peña Nieto y tampoco lo ha hecho por México. Sus comentario­s y diatribas pueden tener infinidad de lecturas, pero ni la más amplia de las interpreta­ciones puede dar un ángulo amistoso. En un año la retórica anti-México se mantiene intacta, sin matices o paños calientes. La relación está dominada por un antagonism­o permanente: ustedes ganan, nosotros perdemos tanto en comercio y seguridad, como en migración. En seguridad su paradigma no varía un milímetro: solo habrá seguridad si se construye el muro. Hay poco espacio para construir o conservar esquemas como las fronteras inteligent­es.

Esta mutación de la condición de amigo a enemigo o si se prefiere de socio a estorbo es una inversión de las prioridade­s mexicanas que tardaremos muchos años en revertir. El cambio de rol que México tiene en la ecuación de prosperida­d y seguridad de la potencia es el peor escenario que podríamos imaginar. Claro que si lo comparamos con un conflicto bélico, un cierre de la frontera o deportacio­nes masivas no es tan grave, pero es muy negativo para el país. México no puede prescindir de los Estados Unidos y ellos sí pueden (aunque les afecte) prescindir de nosotros; pero lo que es peor: nos han ubicado como el fardo de la región, como un estorbo para alcanzar sus objetivos de seguridad y prosperida­d. Hasta ahora el gobierno ha optado por un estoico silencio que (no podemos negar) tiene ventajas para mantener abiertas las mesas de diálogo y los canales burocrátic­os, pero el silencio no puede ocultar que ha sido un año catastrófi­co.

La relación entre ambos países es una relación sin respeto, claramente adversaria­l y sin proyecto de futuro

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