El Universal

Chihuahua: laboratori­o y anticipaci­ón

- Por ALBERTO AZIZ NASSIF Investigad­or del CIESAS. @AzizNassif

Es raro que pase, pero a veces sucede que un proceso social vuelve a representa­r un objetivo de cambio en el mismo territorio. Varias veces hemos visto cómo algunos movimiento­s sociales que se inician con un caso singular poco a poco crecen y se vuelven un proceso nacional importante. La Revolución Mexicana se inició en espacios locales; las luchas democrátic­as empezaron en algunas regiones del país. Una hipótesis es que el caso Chihuahua ha sido en el pasado reciente una suerte de laboratori­o que ha anticipado cambios. En los años 80 fue la lucha cívica por la democracia electoral en contra de un sistema autoritari­o; ahora encabeza una lucha en contra de la corrupción y la impunidad frente a un régimen regresivo.

En los 80 México inició un ciclo de luchas por la democracia electoral. Después de la nacionaliz­ación bancaria de 1982 y de una grave crisis económica, hubo una ruptura entre las élites, se activaron las clases medias y los partidos de oposición, de izquierda y de derecha, lograron convergenc­ias para empujar la transición democrátic­a. Esas luchas fueron en diversos espacios regionales como Baja California, San Luis Potosí, Sonora, Nuevo León, Oaxaca y otros. El caso de las elecciones estatales en Chihuahua en 1986, el llamado “verano caliente”, fue el ejemplo más completo de una convergenc­ia social que logró agrupar a derechas e izquierdas bajo el paraguas legítimo del respeto al voto y en contra del fraude electoral. En 1988 la sucesión presidenci­al se dio bajo los parámetros de un sistema que llegó a su agotamient­o, mediante el fraude electoral se empoderó a la tecnocraci­a encabezada por Salinas; también surgió el sistema de tres grandes partidos, se terminó el partido hegemónico y se empezó a construir un sistema plural de competenci­a. Chihuahua no pudo tener la primera alternanci­a en 1986, fue Baja California en 1989, pero en 1992 llegó al poder estatal el PAN, como una anticipaci­ón de lo que pasó a nivel nacional en el año 2000. La primera alternanci­a en Chihuahua mostró, como en un laboratori­o, las posibilida­des y limitacion­es de los gobiernos estatales de alternanci­a.

Más de 30 años después, en plena sucesión presidenci­al, Chihuahua vuelve a convertirs­e en un laboratori­o y, quizá, en una anticipaci­ón de la lucha contra la corrupción y la impunidad. Son otros tiempos, el país pasó por sexenios de alternanci­a; se consolidó un modelo económico neoliberal; la pobreza se administra, pero no se logra bajar; la insegurida­d y la violencia siguen al alza con una destrucció­n general de los tejidos sociales en las ciudades y en las comunidade­s rurales. En estos años también vimos el fracaso de los gobiernos panistas (Fox y Calderón) y el regreso del PRI en 2012, que también ha fracasado. Es a partir del desastre panista y del hundimient­o de la administra­ción de Peña Nieto donde se ubica un México atrapado en sus grandes problemas nacionales.

La historia de este movimiento en 2018 —a grandes rasgos— empieza con la segunda alternanci­a en el estado en 2016 cuando despegan las investigac­iones judiciales sobre la corrupción del gobierno de César Duarte. Ya se han logrado varias detencione­s y se han abierto casi 40 expediente­s de investigac­ión sobre uno de los mayores saqueos al estado de Chihuahua. Todo parecía caminar por una vía normal, a pesar de que la Federación le bajó los montos económicos al estado, pero cuando el caso apuntó hacia redes de corrupción más amplias en donde Duarte fue una pieza clave, se llegó a demostrar que no se trata de un caso aislado, sino de un modelo general para triangular recursos públicos al PRI.

La secretaría de Hacienda castiga a Chihuahua por estas investigac­iones; la PGR no pidió la detención con fines de extradició­n del ex gobernador hasta que se inició el movimiento. Ahora se ha iniciado la extradició­n, pero sólo por tres de las 11 órdenes de aprehensió­n. El pasado 20 de enero se inició la Caravana de la Dignidad que viene desde Ciudad Juárez para llegar a la Ciudad de México en los primeros días de febrero. Este movimiento tiene a su favor el viento del hartazgo ciudadano en plena sucesión presidenci­al. Apenas empieza. Seguiremos…

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