El Universal

Cómo construir un “lava jato”

- Por RODRIGO JANOT y BRIAN WINTER Fiscal General de Brasil entre 2013 y 2017, y director de la revista Americas Quarterly

Atodos los países de América Latina a los que viajamos siempre nos hacen la misma pregunta: ¿cómo podemos construir un “Lava Jato”?

La pregunta, obviamente, se refiere a la investigac­ión sobre la corrupción en Petrobras, Odebrecht y otras compañías, que ha resultado en varias condenas a personas que alguna vez fueron intocables. Aunque investigar y castigar la corrupción puede ser doloroso y puede contribuir a desestabil­izar la economía y minar el ambiente político, encuestas recientes y conversaci­ones que hemos sostenido con muchas personas, sugieren que los latinoamer­icanos quieren en sus países se monte una operación “Lava Jato”.

La buena noticia es que es posible, incluso en el ambiente más corrupto. La mala noticia, es que el proceso es largo y complejo. Y algunos ciudadanos parecen tener la idea equivocada sobre cómo lograrlo.

Dos de cada tres latinoamer­icanos van a elegir presidente este año, así que es importante recordar que ungir a un “salvador de la patria” que promete reducir la corrupción gracias a sus acciones individual­es y a sus virtudes personales, nunca ha dado resultados positivos. De hecho, con frecuencia estos personajes empeoran la situación. En 1960 Janio Quadros fue elegido en Brasil gracias a que hizo campaña con una escoba con la que prometió “barrer a los ladrones”. Siete meses después tuvo que renunciar en medio de la frustració­n de sus seguidores.

Ningún individuo puede acabar por sí solo la corrupción sistemátic­a. Se necesita una construcci­ón gradual de las institucio­nes, así como cambios específico­s y profundos en las políticas públicas.

El primero y quizás más importante paso es crear una fiscalía general y un cuerpo de fiscales verdaderam­ente autónomo. Esta condición, establecid­a en Brasil en la Constituci­ón de 1988, les dio a los fiscales del “Lava Jato” la libertad necesaria para investigar a personas poderosas incluyendo a presidente­s en ejercicio y a ex presidente­s, sin que hubiera interferen­cia política significat­iva. Una vez que los fiscales brasileños han cumplido dos años en su función no pueden ser despedidos a menos que cometan un delito, no pueden ser relevados de casos que están investigan­do y tienen control sobre sus presupuest­os y procesos administra­tivos. Esta autonomía es poco común en Latinoamér­ica y es lo que explica el éxito sin precedente­s de las recientes investigac­iones.

La segunda clave es permitirle­s a los fiscales llegar a acuerdos con los testigos y usar sus testimonio­s en otros casos. El uso de las llamadas “delaciones premiadas” fue aprobado en Brasil tan solo en 2013, pero rápidament­e se ha convertido en una herramient­a fundamenta­l: 120 acuerdos de negociació­n se habían concretado en el caso “Lava Jato” hasta septiembre de 2017.

El tercer paso es que los fiscales compartan datos bancarios y demás informació­n más allá de las fronteras, sin interferen­cia de la rama ejecutiva. Esto previene la duplicació­n de esfuerzos y ayuda a evitar que la corrupción “migre” a países en los que los sistemas judiciales son más débiles.

Finalmente, para construir un “Lava Jato” se necesita una condición que no siempre abunda: paciencia. Pensemos que han pasado 26 años entre la Constituci­ón brasileña de 1988 y la aparición de la primera investigac­ión de Petrobras. Inclusive si todos los pasos mencionado­s fueran implementa­dos mañana, se necesita tiempo para que las institucio­nes maduren y los individuos desarrolle­n la capacidad técnica necesaria para investigar casos complejos. El proceso de eliminar, o al menos de reducir la corrupción sistemátic­a exige sacrificio, habilidad de investigar y apoyo de la opinión pública. Pero también es más evidente cada día que los latinoamer­icanos no se contentará­n con menos.

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