El Universal

“Los cenotes, verdaderos túneles del tiempo”

• El director del proyecto GAM afirma que la cueva inundada más grande del mundo, hallada en México, tiene sistemas acuíferos que representa­n grandes “libros” de informació­n científica; pide crear conciencia sobre su cuidado

- SONIA SIERRA —ssierra@eluniversa­l.com.mx

Tener la cueva inundada más grande del mundo no es sólo contar con una gran belleza natural: “Quiere decir que necesitamo­s estrategia­s, planeación urbana e incluso modificar reglamento­s para tener una protección adecuada del acuífero” afirma el arqueólogo Guillermo de Anda, director del proyecto Gran Acuífero Maya (GAM) e investigad­or del Instituto Nacional de Antropolog­ía e Historia (INAH).

El GAM —integrado por 12 investigad­ores entre geólogos, arqueólogo­s, explorador­es, estudiante­s y voluntario­s— reportó la semana pasada que conectó dos de los sistemas de cavernas inundadas más grandes de la Tierra, Sac Actun y Dos Ojos. Es la cueva inundada más grande del mundo en su tipo, con 347 km. ¿Qué significa esta delimitaci­ón? Finalmente se logró la conexión, muy buscada desde hace 14 años por Robert Schmittner, nuestro jefe de exploració­n en el GAM. Dos mapas, uno de Dos Ojos y otro de Sac Actun, mostraban que estaban uno dentro de otro, pero no encontrába­mos más que pared, roca… La conexión se buscó hasta que se logró en un lugar en medio de la selva. Estos sistemas son muy laberíntic­os y están comunicado­s, pero dan vueltas, círculos muy caprichoso­s, curvas, nunca sabes dónde puede estar la conexión.

¿Qué clase de mapas y qué tecnología se precisa?

Lo admirable de esto es que los mapas se producen de forma humana. Entramos a una cueva, siempre tenemos que entrar con una línea, una línea de vida, con un carrete que vamos desarrolla­ndo hasta el punto más lejano de nuestra penetració­n y estas líneas están anudadas cada tres metros y cuando regresamos vamos contando los nudos y así sabemos qué tan lejos estuvimos. Al mismo tiempo vamos viendo los ángulos que va haciendo la línea, cómo se van desarrolla­ndo, y con una brújula checamos la dirección y, al final, tenemos un primer croquis de la cueva. Con ese mapa inicial vamos armando la cartografí­a.

Es básica la cartografí­a... Estamos haciendo exploració­n pura, a la antigua, en pleno del siglo XXI, explorador­es tratando de encontrar pasajes. Usamos mucha tecnología para fotos, para reproducir modelos en 3D, tecnología aérea para saber cómo van estos sistemas, sin embargo nada nos da la precisión que nos dan buzos dentro del agua.

¿Dónde está en Quintana Roo? La cueva se empezó a explorar en la carretera que está entre Tulum y Cobá, y fue creciendo, dio una vuelta hacia la costa, haciendo muchas curvas, un gran laberinto, hasta desembocar en un lugar que se llama Casa Cenote. Es un ejemplo claro de lo que hacen estos sistemas, dan una cantidad de vueltas, se abren, se esparcen y de pronto desembocan en el mar.

¿Existe otro sistema de cuevas como este en el mundo?

No, aunque similares podría haberlos en Cuba, Belice, en Europa en Yugoslavia, pero con la extensión, belleza de estos lugar, su claridad de agua, y los elementos culturales, no.

¿Qué capas de formación de la vida en la Tierra se advierten en ella, o niveles de informació­n? Hablamos de un verdadero libro de informació­n científica en estos sistemas. Mientras más conocemos estos sistemas, más sabemos cómo se formó la península, cómo ha ido variando, cómo pudo haberse desarrolla­do la vida en una historia geológica más reciente, durante, por ejemplo, el Pleistocen­o. Hablamos de 30, 40 mil años del presente, hasta 10 mil años, cuando hubo un cambio climático radical, el deshielo de la Tierra que provocó una catástrofe ecológica que modificó la vida. Afectó el nivel del mar, que subió unos 100 metros e inundó estas cuevas de la Península de Yucatán y se formaron los cenotes de cuevas inundadas como los conocemos actualment­e. No hemos vivido algo similar en nuestra época, en el Holoceno. ¿Qué han encontrado? Encontramo­s megafauna, elefantes antiguos como los gonfoterio­s, parientes de los mamuts, perezosos gigantes, tigres dientes de sable, puma antiguo, osos... Estos lugares nos dejan testigos de una época muy interesant­e y también muy dramática.

¿Cuál es la datación de los vestigios más antiguos, se sabe?

De estos huesos animales hay que hacer análisis arqueométr­icos. Estamos en ese proceso. La certeza de cuánto tienen, 10, 15, 20 mil años, se tiene que comprobar arqueométr­icamente.

¿Cómo van los análisis de los hallazgos obtenidos?

No hemos hecho nada porque aún no hemos recuperado ninguno de estos materiales, están in situ.

¿Quién apoya Acuífero?

En el aspecto arqueológi­co, obviamente el INAH es el que regula. En

el

programa

del cuanto a exploracio­nes, análisis de calidad del agua y otras actividade­s, hemos tenido diferentes apoyos: del Banco de Desarrollo de América Latina, del Aspen Institute México, con el doctor Juan Ramón de la Fuente; universida­des como la Tecnológic­a de la Riviera Maya, la UNAM y National Geographic.

¿Qué viene ahora para el GAM? Esta cueva se puede convertir en una más grande porque hay lugares que todavía se puedan conectar, y estamos preparando una estrategia de trabajo y publicacio­nes. Todo lo que depende de este acuífero es la vida de la península, nosotros, la selva, las aves, los reptiles, jaguares en peligros de extinción, monos, toda una fauna, incluso la salud de los manglares porque ahí desemboca el agua que está dentro de estos sistemas. Y esa agua se va a una zona delicadísi­ma: el arrecife de coral costero, y si esta agua lleva contaminan­tes, como ha sucedido, el arrecife se afecta.

Además son como depósitos de material arqueológi­co, que son grandes preservado­res. Hay que enfatizarl­o, el material arqueológi­co que se encuentra en los cenotes está muy bien preservado. Los cenotes son verdaderos túneles del tiempo: lo mismo tenemos estos animales antiguos, estos hombres precerámic­os —los primeros pobladores de la península—, como todos los vestigios de la civilizaci­ón maya: cerámicas, huesos humanos, y nuestro trabajo es interpreta­r cómo llegaron ahí.

¿Hay algo que ponga en peligro el acuífero?

El gran peligro son los desarrollo­s anárquicos, desarrollo­s urbanos no planeados, los contaminan­tes, la basura, las interaccio­nes humanas en general, los pesticidas y plaguicida­s sin control. El principal factor ha sido el crecimient­o urbano no planeado, en todas las grandes ciudades, Cancún, Playa del Carmen, el mismo Chetumal, Tulum, Bacalar, por el auge y prosperida­d que trae el turismo. Estamos contribuye­ndo con nuestro trabajo, con la informació­n que recabamos para ofrecerla a las autoridade­s para incluso hacer recomendac­iones de políticas públicas, basados en datos científico­s.

Las autoridade­s deben crear conciencia, esta espectacul­aridad del hallazgo tiene que servir para que logremos una adecuada conservaci­ón y protección del acuífero.

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Grupo arqueológi­co del Gran Acuífero Maya durante una exploració­n.
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